Champions League

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Messi acabó con el suspense (5-1)

Luis Suárez, durante el partido / Foto: Reuters
Luis Suárez, durante el partido / Foto: Reuterslarazon

Disfrutó el Barça. Sufrió el Barça. De la euforia al miedo, cuando acortó distancias el Olympique de Lyon en la segunda parte. Cuando la pelota ya no era del conjunto local. Otro tanto de los franceses, y adiós a la Liga de Campeones de forma prematura. De nuevo. Viejos fantasmas podían invadir el Camp Nou, pero nadie como Messi para espantarlos. Leo apareció de verdad para firmar la clasificación para cuartos. Estaba teniendo un partido el «10» parecido a los últimos: había marcado, aunque de penalti, quería, pero no le salía... Hasta que le salió, y cuando se perfilaba para su lado bueno los centrales Marcelo y Denayer lo vieron claro: va a tirar... Pues no. Regateó y ambos cayeron en el engaño. La pelota se le quedó en la derecha al argentino, pero la mandó a la red con suspense. Después, con el rival ya volcado, volvió a pedir la bola Messi para asistir a Piqué y a Dembélé y que el encuentro terminara en una goleada.

Eso no quita que hubiera un momento de miedo, pese al prometedor comienzo de los azulgrana. No era un día para especular y se lanzó el Barça a por el triunfo ante un equipo que esperaba, pero no demasiado atrás. El Lyon tenía la línea defensiva muy adelantada, tratando de hacer el campo muy pequeño, intentando que se jugara en pocos metros para recuperar la pelota y salir a la contra. Pero si en algo estuvo fino el Barcelona fue en la presión. La sincronización era buena cuando perdían la posesión y el balón volvía rápidamente a sus pies. Brillaron en ese aspecto Rakitic y, sobre todo, Busquets. Cuando el mediocentro está fino, roba en campo contrario y no tiene que correr para atrás significa que su equipo está funcionando. Tal es su importancia. De la distribución del juego se encargaba Arthur. Las recuperaciones facilitaban ataques más rápidos y la defensa adelantada permitía ganar su espalda. El hueco estaba por la izquierda, con Jordi Alba y Coutinho, que dio síntomas de mejoría, o con Luis Suárez, que se abría ahí. En una de esas acciones llegó el penalti, que no era. Es el uruguayo el que pisa al central Denayer. El árbitro lo pitó y el VAR no dijo nada. Entonces Messi habló con los pies, un susurro en forma de tiro a lo Panenka.

El 1-0 estaba bien, pero seguía siendo peligroso porque el Lyon estaba a un gol de la clasificación. Aunque no lograba conectar líneas el conjunto francés. A Depay y Fekir les costaba entrar en juego y sólo con los lanzamientos largos a Ndombele se acercaba al área de Ter Stegen. Al otro lado, Luis Suárez era un tormento para los centrales, no les dio un respiro, les obligaba a tirar pelotazos y, además, se colaba entre ellos. Así se creó la jugada en la que asistió a Coutinho para el segundo tanto.

Pero no podía ser todo tan fácil. Faltaba por ver a qué jugaría el Lyon. Ganó en intensidad, presionó más arriba y se quedó un rato con la pelota. Fekir hizo un par de cositas y Tousart recortó distancias en una acción embarullada que revisó el VAR por fuera de juego. No había. Fue gol y al Barcelona le tocó pasar un mal rato. Un balón al área, un rebote o un genialidad se podían convertir en el 2-2 y en el drama. Pero quien encontró la inspiración fue Messi. El Lyon había dejado muchos espacios y lo pagó con tres acciones del argentino que terminaron con el suspense y dieron paso a la euforia. El Barça es el único equipo español en cuartos de final.