Europa

Málaga

El chiringuito de Pedrerol: El Espanyol es de su gente

Piqué puede estar dolido con los insultos, pero ayer él fue quien abrió el fuego en Cornellá y se equivoca con unas palabras que hieren a muchos aficionados.

Piqué fue el centro de atención durante el derbi barcelonés y se vio envuelto en polémicas
Piqué fue el centro de atención durante el derbi barcelonés y se vio envuelto en polémicaslarazon

Piqué puede estar dolido con los insultos, pero ayer él fue quien abrió el fuego en Cornellá y se equivoca con unas palabras que hieren a muchos aficionados.

No me gustan los insultos a Piqué, pero tampoco me gustan las provocaciones de Piqué. Defiendo la rivalidad bien entendida, la que da salsa al fútbol, la que lo convierte en un deporte especial. Pero nunca la agresividad. Tampoco la verbal. Y nos hemos metido en un callejón sin salida.

Rabia. Entiendo la rabia de Piqué, de verdad. No es nada agradable que insulten a los tuyos. Pero no comparto su cruzada permanente contra todo un club. Un club centenario. No entiendo sus continuos ataques al sentimiento de toda una afición.

Espanyol de Barcelona. El Espanyol no es de un chino, como dice Piqué. Ni ha perdido su arraigo en la ciudad de Barcelona. El Espanyol es de todos los pericos. Es de su gente. De los que no son tenidos en cuenta muchas veces, de esa maravillosa minoría a la que Piqué se ha referido despectivamente alguna vez. El Espanyol es de los que van a Cornellá cada fin de semana, y de sus padres, y de sus abuelos, que acudían a Sarriá, en una de las mejores zonas de Barcelona.

El arraigo. Las raíces del Espanyol siguen en la Ciudad Condal. Ese arraigo está en sus orígenes. Y eso pone claramente en el escudo: «Real Club Deportivo Espanyol de Barcelona». No hay dudas. Nunca es bueno entrar en este tipo de provocaciones, pero además Piqué se equivoca respecto al club blanquiazul.

Patrocinador japonés. Estamos en pleno siglo XXI. El fútbol se mueve por dinero. Los jeques dirigen muchos clubes en Europa. Ocurre en París, en Manchester o en Málaga. Uno de Singapur manda en el Valencia y hasta un chino lo hace en el Espanyol. Es el poder asiático. Y Piqué lo sabe. Él precisamente consiguió el mejor patrocinador para el Barcelona: Rakuten, una empresa japonesa con la que el futbolista mantiene una buena relación. Piqué sabe perfectamente que en el mundo ya no hay fronteras, aunque algunos sigan empeñados en dibujarlas. Y que el Barça es universal. Igual que el Espanyol. O el Girona, cuyos dueños están en Manchester.

El gestito. Me importa menos el gesto de silenciar al españolismo, aunque ayer fue Piqué el primero en encender los ánimos. Hasta que no mandó callar, el estadio blanquiazul sólo le pitaba, sin insultarle. Sí me preocupa la falta de sensibilidad. El daño que sus palabras hacen a mucha gente.

Sin insultos. Es normal que Piqué esté dolido con todos esos cánticos que muchas veces tanto él como su familia han sufrido en el campo del Espanyol. Pero que no los pague con todo el mundo. Los que insultan se descalifican a sí mismos. Pero los que responden a esos insultos, también.