Tour de Francia

Ciclismo

Dumoulin es la amenaza

El holandés, tercero, es el rival al que temen Thomas y Froome por su solidez en la montaña y su dominio en las cronos

El holandés del Sunweb Tom Dumoulin / Efe
El holandés del Sunweb Tom Dumoulin / Efelarazon

El holandés, tercero, es el rival al que temen Thomas y Froome por su solidez en la montaña y su dominio en las cronos

No, el único aliciente que le queda a este anodino Tour no es sólo la posible guerra interna en el Sky, ese momento en el que, como dice Mikel Landa, «aparezcan los egos» de Geraint Thomas, amarillo sólido, y Chris Froome, líder natural. Hay algo más para los dos días de montaña que quedan y la crono. Hay alguien más, quizá el único que pueda ser capaz de plantarles cara y vencerles. Es holandés, se llama Tom Dumoulin y supone la gran amenaza y el único peligro para el poderoso Sky.

Discreto y muy tímido. Esbelto y reservado, Dumoulin es de esos ciclistas que no hacen ruido, apenas se les oye entre el barullo de alrededor, el que esta creando el dilema que tiene el Sky, pero ahí está. Agazapado, esperando que Thomas y Froome desenvainen la espada para luchar uno contra el otro y aprovechar esa situación. Derrotarlos.

Dumoulin es tercero en la general, a 1:50 de Thomas y a 11 segundos de Froome. Si el Sky confirma que el keniano es el verdadero líder y sacrifica a Thomas en los Pirineos estarán también acercando al ciclista del Sunweb al maillot amarillo. «Pero en este momento, Thomas está muy por delante de Froome y de mi, así que ahora mismo el favorito es él», asegura.

Dumoulin, igual que Froome, ha corrido el Giro. Defendía el dorsal 1 de la maglia rosa que ganó el pasado año, pero tuvo que claudicar ante el del Sky. Segundo. «Estoy mejor que en mayo». No hace falta que lo diga. Fue segundo en La Rosiere, la montaña donde pasaba sus vacaciones invernales de pequeño esquiando y repitió puesto en Alpe d’Huez, la montaña de los holandeses, solo superado por Geraint Thomas. Pero queda la tercera semana, la más peligrosa. «Y no sé cómo me voy a sentir después de hacer el Giro», advierte. «Tengo confianza, pero también algunas dudas».

El Sky sabe que es su principal rival. «Es la gran amenaza», lo señala Froome. Sabe de lo que habla, no solo por su fortaleza en la montaña. Dumoulin ha sido capaz de aguantar el ritmo machacón de los cinco o seis gregarios que cada día tiran de Froome y Thomas y lo hace solo, sin equipo. Pero además, el holandés tiene la crono del sábado en Espelette de su mano para convertir este Tour en una pelea final mano a mano. Él contra el imperio inglés.

Dumoulin lucirá ese día el maillot arco iris de campeón del mundo de la modalidad. Se le dan bien todo tipo de recorridos. Llanos, como el de Burgos en la Vuelta del 2015 en el que amplió su liderato que después perdió a manos de Aru en la sierra madrileña, o quebrados como el que fue el recorrido de la crono que marcó el Giro del año pasado que ganó.

Mañana se tomará la etapa igual. «Nunca he hecho una etapa de montaña tan corta, la voy a tratar como si fuera una contrarreloj, con un calentamiento previo». Y después, una pelea individual, aunque espera que «algunos rivales ataquen desde el primer puerto». Él tirará de sangre fría y cabeza. No es un corredor explosivo, pero sí de tremenda inteligencia y mucho motor. Fondo. Un puro diesel. Así que sabe que tiene que esperar. «A que tenga un mal día Thomas», desea, «porque mi diferencia es muy grande con él». Pero está convencido que «Froome necesitará ganarme tiempo en estos días antes de la crono».

No oculta que «nunca he vivido esta experiencia y no sé qué es lo que van a hacer los Sky, pero soy bastante bueno pensando e imaginando los diferentes escenarios que pueden presentarse durante la carrera y eso me ayuda». Por eso promete de aquí al sábado «darlo todo de mi mismo. Si es así y no tengo remordimientos, estaré muy satisfecho al llegar a París. Sea cual sea mi puesto».

Alaphilippe en la antesala de la parrilla de salida

Julian Alaphilippe hizo un doblete histórico. Alpes y Pirineos. Ayer se impuso desde la fuga numerosa y con maestría en Bagneres de Luchon después de arrancar en el Portillon, donde solo Mikel Landa, entre los favoritos, se movió. El francés se vio favorecido por la caída de Adam Yates en el descenso, que marchaba en cabeza. Lo superó y nadie volvió a verle hasta la línea de meta. Y todo esto, a las puertas de una de las jornadas más esperadas de este Tour. 65 kilómetros con final en Saint Laruy Soulan con el Peyresourde, Peyragudes y el val Louron Azet. Una etapa que tendrá otro aliciente: la parrilla de salida que ha preparado el Tour. Los corredores saldrán en tandas seguidas de veinte en veinte emulando a las parrillas de la Moto GP.