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Vuelta a España 2021

Senechal o el triunfo del ángel de la guarda

El hombre que cuida de Jakobsen, sorprendió en el esprint de Villanueva de la Serena después del pinchazo del “jefe”

Senechal se impone en la meta de Villanueva de la Serena
Senechal se impone en la meta de Villanueva de la SerenaPhotogomez Sport

«Gracias por salvarme la vida». Con una fotografía de los dos juntos, la fecha del 5 de agosto de 2020 y esa dedicatoria agradecía Fabio Jakobsen a Florian Senechal que acudiera en su auxilio después del accidente que pudo haberle costado la vida el verano pasado. «Gracias, Fabio, por este regalo. Fui el primero en verte después de tu accidente. Sólo levanté tu cabeza para que pudieras respirar. Volverás aún más fuerte, amigo», le respondía Senechal, que publicó la foto y la dedicatoria en las redes sociales.

Pero Senechal hizo algo más, según el relato del propio Jakobsen. «Tiró la bicicleta contra una valla y corrió en mi ayuda. Había sangre por todas partes. Florian notó que me estaba ahogando en mi propia sangre. No podía moverme. En un acto reflejo, levantó un poco mi cabeza para que la sangre pudiera salir de mi boca y mi garganta», explicaba Fabio tras su accidente. «Me cuida», dijo después de su primer triunfo en la Vuelta a España. Senechal es su ángel de la guarda, el hombre que lo protege en los esprints y le hace el último relevo antes de dejarlo solo con sus piernas.

Su trabajo suele acabar a 200 metros de la pancarta de meta, justo donde comenzó en la llegada a Villanueva de la Serena. Su equipo, el DeCeuninck Quick Step, puso en funcionamiento el «treno» para lanzar el esprint. Se colocaron en cabeza del pelotón; Senechal era el tercero de la fila y por detrás de él, Fabio Jakobsen. Pero el neerlandés se quedó cortado a falta de un kilómetro, se quedó descolgado y los planes cambiaron de repente.

Senechal pasó de lanzador a lanzado y tuvo que asumir la responsabilidad en el esprint contra Matteo Trentin. Respondió como si fuera el líder del equipo. «Por el pinganillo nos han informado de que Fabio había pinchado y podía esprintar. He economizado esfuerzos, he lanzado el esprint a 200 metros y he podido ganar», explicaba con una naturalidad impropia para un corredor que acababa de conseguir su tercera victoria comó o profesional, la primera en una gran Vuelta.

Cuando atendió a los medios ya estaba más tranquilo Senechal, que descargaba sus lágrimas de pura emoción con la cabeza apoyada sobre el manillar de la bicicleta nada más terminar la etapa. «Estoy sorprendido porque no me tocaba ganar, pero feliz porque he trabajado para llegar hasta aquí y es mi recompensa», reconoce.

Senechal es un hombre generoso, acostumbrado a trabajar fuera de los focos. En 2019 propuso a DeCeuninck el fichaje de su amigo Loïc Chetout, que se había quedado sin equipo después de que Cofidis no le renovara. Para facilitar la operación, Senechal se ofreció a pagar la mitad de su salario. La operación no se concretó porque DeCeuninck contrató a Sam Bennett. Chetout se retiró y se hizo youtuber, pero hizo que se conociera la generosidad de su amigo y la agradeció el gesto en su canal de Youtube.

En el esprint Senechal era la opción B de su equipo, una posibilidad en la que trabaja el DeCeuninck cuando prepara el esprint. «Esa es más o menos la organización. Fabio [Jakobsen] es la opción A. Si el final es muy duro y Fabio no lobra pasar yo soy la opción B», explica.

Tienen que fallar las primeras opciones para que Senechal tenga una oportunidad, pero él asume su función con naturalidad, convencido de que es su sitio. «En el equipo tenemos corredores muy rápidos. Fabio es el más rápido de todos y cuando entrenamos todos juntos no les gano, soy el cuarto o quinto en el esprint. En una clásica puedo ser el más rápido porque logro conservar cierta potencia si el final tiene alguna dificultad. Soy rápido, pero soy menos fuerte que ellos», asume el francés.

Senechal recibió la enhorabuena de todos sus compañeros, aunque al que más le costó felicitarle fue a Fabio Jakobsen. «Si no miras atrás perdemos el treno», le decía el esprínter titular, que le acusaba de ir demasiado deprisa. El francés trataba de justificarse ante el «jefe». «Los chicos iban esperando», decía. A Jakobsen le costaba sonreír para celebrar la victoria de su amigo. «No digo que no tuvieras que hacer el esprint», le dijo antes de felicitarlo por su triunfo con un serio «enhorabuena».