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Hípica

Cuando un poni te cambia la vida

La relación entre Maya de la Joya y "Katanga d'Eawy" representa fielmente la trascendencia que tiene la primera montura en la trayectoria de un jinete o una amazona

Maya de la Joya y "Katanga d’Eawy" Chacco Marketing

En la hípica una etapa fundamental es la que atraviesa un joven jinete o amazona con un poni. Maya de la Joya es una de las amazonas sub'25 más prometedoras del panorama nacional y "Katanga d’Eawy", un poni Connemara con el que empezó.

"Katanga" era un poni C de 138 centímetros a la cruz importado desde Francia por Pilar Martín en 2005. No era un poni cualquiera: ya había sido campeón de Francia de ponis de 6 años. Primero lo montaron los hermanos Miguel y Paloma Redonnet, hijos de Pilar, que lo consolidaron en la competición española con regularidad. En 2012, "Katanga" llegó a las manos de Maya. "Fue el poni que puso los cimientos de lo que soy hoy como amazona", recuerda ella en numerosas ocasiones.

Con "Katanga" se asentaron las bases de lo que hoy es su pasión. Los ponis son la mejor puerta de entrada al mundo del caballo para los niños y están clasificados en función de sus alturas: ponis A (menos de 1,10 a la cruz), B (entre 1,10 y 1,30 a la cruz), C (entre 1,30 y 1,40 a la cruz) y D (hasta 1,49 con herraduras). La competición de ponis es el ambiente idóneo para cualquier niño de hasta 16 años, ya que se transmiten valores como el sacrificio, la constancia y el respeto por los animales.

Los ponis de categoría C como "Katanga" son perfectos para niños que ya tienen cierto manejo y que buscan avanzar. Lo importante, dicen los entrenadores, es que el poni sea proporcional al niño para que este pueda transmitir correctamente sus ayudas. Si el animal es demasiado grande, los niños no tienen la fuerza ni la madurez física necesaria. La falta de experiencia del jinete novel debe suplirse con la experiencia dilatada del poni. "Katanga" fue un ejemplo de lo que debe ser un poni maestro. "Tenía buena cabeza, fuerza, limpieza en el salto y, sobre todo, regularidad. Los niños ganaban confianza con él, pero también aprendían a montar y podían competir en las pruebas", recuerda Pilar Martín.

Montar a "Katanga" significó para Maya empezar a comprender lo que significa la equitación: trabajar cada día, aprender a escuchar al animal, ganar y perder con humildad. Después de compartir tiempo con Maya fue vendido a la Hípica Aragón, en Zaragoza, donde continuó con su misión de seguir haciendo de "poni profesor".

"El valor de un buen poni se mide en que los jinetes tras pasar por sus riendas siguen montando y ganando", comenta Pilar Martín. España cuenta con numerosas competiciones específicas para ponis. Hípica La Moraleja, UCJC en Villanueva de la Cañada y el CECYL de Castilla León son los clubes que más apuestan por la realización de este tipo de competiciones. La Liga de Norte a Sur es una competición nacional para estos pequeños grandes jinetes que reúne a numerosos binomios a través de varias sedes. La gran mayoría de grandes jinetes de hoy se forjaron primero en ponis.