
Luto en el Vaticano
El cura al que Coco Basile echó del vestuario de San Lorenzo
El Papa Francisco siempre mostró su pasión por los colores del club porteño, fundado por un sacerdote salesiano, aunque su gusto por el fútbol iba mucho más allá
«¿Quién es ese cura?», preguntó el «Coco» Basile el día de su debut como entrenador de San Lorenzo. El entonces sacerdote Jorge Bergoglio, acababa de abrir la puerta del vestuario del equipo de su corazón, como hacía antes de cada partido, dispuesto a saludar a los jugadores, como era su costumbre. «Es un cura que viene siempre acá y saluda a cada jugador antes de entrar en el partido», le explicó Fernando Miele, que entonces era el presidente del club. «Y ¿para qué me viene a buscar a mí? Si no le ganan a nadie y me viniste a buscar a mí, echalo ya. Echalo, no quiero ver a ningún cura en el vestuario. Este tipo es mufa [gafe]», le respondió el Coco. Y Miele, con toda la educación que pudo, avisó a Bergoglio de que había un entrenador nuevo y no quería a nadie extraño en el vestuario. Aquel día, San Lorenzo goleó a Platense (4-1) con tres goles del Beto Acosta y el cura no volvió a entrar en el vestuario de su equipo.
Años después, Miele y Basile volvieron a encontrarse en un restaurante. «¿Viste quién es el Papa?», le dijo el expresidente de San Lorenzo. «Cómo no lo voy a saber, Francisco, salió en todos lados», respondió Basile. «No, pero vos no sabés quién es el Papa. Ese Bergoglio al que echaste del vestuario», le dijo Miele.
A Bergoglio, al Papa Francisco, le llevaba a aquel vestuario su pasión por San Lorenzo, el club al que seguía desde niño. Un club que, curiosamente, fue fundado por un sacerdote, el salesiano Lorenzo Massa, en 1908. Al niño Jorge Mario Bergoglio le hubiera gustado defender esa camiseta azul y grana de mayor, pero Dios no le había llamado por ese camino. «Era un pata dura», decía. Y se dedicó a animar al club de su vida con el alma y con sus bendiciones también.
«Nunca fue uno más y siempre fue uno de los nuestros. Cuervo de niño y de hombre... Cuervo como sacerdote y cardenal... Cuervo también como Papa... Siempre transmitió su pasión por el Ciclón: cuando iba al Viejo Gasómetro para ver al equipo del 46, cuando confirmaba a Angelito Correa en la capilla de Ciudad Deportiva, cuando recibía las visitas azulgranas en el Vaticano siempre con felicidad total... Socio N°88235. De Jorge Mario Bergoglio a Francisco, hubo algo que jamás cambió: su amor por el Ciclón. Envueltos en un profundo dolor, desde SanLorenzo hoy le decimos a Francisco: ¡Adiós, gracias y hasta siempre! ¡Estaremos juntos por la eternidad!», le despedía el club en su cuenta de Twitter.
Quiso la casualidad que en su número de socio, en ese 88235 de San Lorenzo, estuviera marcado su destino. 88 eran los años que tenía y las 2:35 la hora argentina a la que falleció. Pero su conexión con el fútbol iba más allá. Más allá también de haber confirmado al jugador del Atlético Ángel Correa, como dice San Lorenzo en su tuit. Era un aficionado de verdad, apasionado del juego. Su familia procedía de Lavagna, la misma zona de la región italiana de Liguria desde la que emigró el abuelo de Omar Sívori, la primera gran estrella del fútbol argentino que viajó a Europa.
Pero el Papa Francisco no cuenta a Sívori entre sus grandes ídolos. Una vez le preguntaron si prefería a Messi o a Maradona. «Yo agregaría un tercero, Pelé. Son los tres jugadores que he seguido. Maradona, como jugador, un grande, pero como hombre ha fallado. El pobre resbaló con los que lo alababan y no lo ayudaban. Vino a verme en el primer año de pontificado y después el pobre tuvo su final. Messi es correctísimo, es un señor. Pero para mí de estos tres el gran señor es Pelé», decía en una entrevista con la Rai en 2023.
La importancia que tenía para los argentinos y para su fútbol la explicaba Paulo Dybala en la entrega de los premios Laureus, que guardaron un minuto de silencio por su fallecimiento. «Es una noticia muy triste para el mundo en general, pero para nosotros, también. He tenido la oportunidad de conocerlo y su pasión por el fútbol lo hacía aún más grande para nosotros. Es una pérdida enorme», asegura el jugador de la Roma.
Sin embargo, el Papa fue uno de los pocos argentinos que no vio a Dybala y a sus compañeros de la albiceleste ganar el Mundial 2022 en Qatar. Durante el partido estaba reunido con unos pilotos de Alitalia y con sus mujeres, contaba en una entrevista con el diario argentino «La Nación» en 2023, pero ese no era el motivo sino una promesa que hizo a la Virgen del Carmen en 1990. «Esto no ayuda al corazón», decía. Y desde entonces dejó de interesarse por la televisión, a la que sólo volvió para ver algún suceso realmente extraordinario. Tampoco vio la final del Mundial 2014 en la que Argentina perdió con Alemania por un gol de Mario Gotze.
Ese dato desmiente la fama de «mufa» que le cargó el «Coco» Basile. Y lo desmiente también lo que se llamó el «efecto Bergoglio». El año anterior al inicio de su pontificado San Lorenzo se había librado en última instancia del descenso con otro peculiar entrenador al mando, Caruso Lombardi. Desde su nombramiento, San Lorenzo ganó dos torneos consecutivos y comenzó a tener seguidores de todas las partes del mundo.
Bergoglio nunca abandonó a su club. El mismo en el que su padre, Mario, había jugado al baloncesto. Contaba en sus memorias que había visto cada partido de aquel equipo campeón del 46. Y recitaba la alineación de memoria. De todos aquellos jugadores se quedaba con Pontoni, el delantero, del que escribió «él no tenía dos pies izquierdos». «Le pegaba igual con la derecha y con la izquierda», recordaba.
Antes de ser elegido Papa, cada 1 de abril oficiaba una misa en la capilla del club del que lo echó el «Coco» Basile, pero su corazón siguió allí para siempre. Como un hincha más. No quería ser un hincha extraordinario y cuando el club recompró los terrenos para construir su estadio, el Nuevo Gasómetro, en el lugar que ocupaba el antiguo que perdió en los tiempos de la dictadura, no le hizo gracia que quisieran ponerle su nombre.
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