Entrevista
Diego Zúñiga: «Es muy loco que un país pueda avanzar después de lanzar gente al mar»
«Tierra de campeones» novela la historia real de un campeón del mundo de caza submarina que se encontró con cuerpos de desaparecidos
Raúl Choque fue un submarinista chileno, campeón del mundo de caza submarina en tiempos de Allende, que cayó en desgracia después de encontrar en el mar cuerpos de desaparecidos de la dictadura de Pinochet. Esa historia sirvió de inspiración al escritor chileno Diego Zúñiga para escribir «Tierra de campeones», una novela en la que Choque se transforma en Chungungo Martínez, un héroe del pueblo criado en una caleta, una comunidad asentada en la costa en la que la población sobrevive de lo que le da el mar y que se convierte en un personaje más de la novela que, con el deporte como fondo, describe una época de la historia chilena.
¿Cómo llega a esta historia?
Supongo que acá en los pueblos también ocurre. Cada pueblo tiene su propia leyenda y sus personajes medio míticos. En Chile ocurre mucho. Está muy centralizado, todo ocurre en Santiago y yo nací en Iquique, a dos mil kilómetros. Con los años me di cuenta de que tenía acceso a cierto imaginario, a ciertos mundos que eran muy curiosos para otras personas dentro de Chile mismo. Yo viví solamente doce años en Iquique, pero fue suficiente para que se me pegara a mi biografía. La ciudad está llena de historias y de personajes que han convivido conmigo y la historia que empuja a esta novela es la historia de un campeón mundial de pesca submarina en 1971 y que es una historia que está ahí en la sobremesa de esa ciudad. Hace mucho que no vivo allá, eran los años 90, pero yo imagino que estas historias siguen existiendo. Yo estoy seguro de que esto me lo contó mi mamá en una sobremesa. Te hablan de Raúl Choque, que fue campeón mundial y acto seguido te cuentan lo que le pasó en dictadura. Vio algo que no tenía que ver y cómo esto lo enloqueció. Yo con esta historia conviví muchos años desde que la escuché hasta que me puse a escribir y yo sentía que con esto tenía que hacer algo. Pasé mucho tiempo dándole vueltas, en un momento pensé que iba a hacer un cuento, lo intenté y no resultó. Y cuando ya empiezo a encarar la idea de la novela tardé tiempo en concretarlo porque esa anécdota, la de un campeón mundial que encuentra cuerpos de desaparecidos en el mar es una anécdota demasiado extraordinaria, es demasiado fuera de lo común y durante mucho tiempo pensaba ¿cómo hago para que esto se traspase a una novela o a un libro que puede ser de no ficción? Me preguntaba cómo mantengo la espectacularidad de esto y me demoré muchos años porque no entraba. Y lo que entendí es que no tengo que contar la historia. Me di cuenta de que una anécdota así puede ser un problema narrativo porque tengo que estar a la altura y lo que voy descubriendo es que la literatura no tiene que ver con las anécdotas. La literatura son cosas que van pasando entre medio de que se narra esa anécdota. Lo que me va sucediendo con la novela es que está anécdota va pasando a un segundo plano y va apareciendo un personaje, que es Chungungo Martínez, con su propia biografía. Hay un momento en el que sí decido que esto va a ser una novela. Porque Raúl Choque está vivo y mucha gente me decía que debía ir a entrevistarlo. Me hubiera encantado entrevistarlo, todo el mundo te decía entrevístalo para que te diga qué le pasó cuando vio los cuerpos. Yo creo que me hubiera costado mucho entrar ahí
El golpe de Estado, la dictadura está de fondo, pero se ve cómo transforma las vidas de la gente y deja un montón de ilusiones rotas.
La política interviene en la vida en cuestiones concretas, no son los grandes discursos y pienso que tiene una mayor repercusión en este tipo de lugares, en este tipo de espacios. Cuando yo sé que la novela va a ir hacia la dictadura mi pregunta era cómo iba a introducir eso. Al pensar en un lugar tan aislado decía «vamos a plantearlo en cosa muy concretas». No sólo era el tema de la dictadura, también era el tema de la Unidad Popular, el gobierno de Salvador Allende, que para mí era también un lugar importante en la novela porque el Mundial ocurrió en aquella época y porque Chile entre finales de los 60 y principios de los 70 vivió una serie de cosas que es muy desquiciado pensarlas hoy día, es como un vaivén de situaciones que afectaron a las personas en niveles muy concretos, desde instalar el agua potable a pensar que podían construir sus casas y cómo todo eso se tumba y además se llevan a personas detenidas. Quería que toda esa parte política fuera muy palpable.
«Chile entre finales de los 60 y principios de los 70 vivió una serie de cosas que es muy desquiciado pensarlas hoy»
¿Esa época sigue muy presente en el discurso de Chile?
Todo este último proceso de edición del texto y de revisión del borrador lo vivo el año pasado, en plena conmemoración de los 50 años del golpe. Esta novela la empecé a pensar en el año 2014 o 2015, una persona me contó que le hablé de esta historia en el año 2012, Lo que ha pasado en los últimos diez años en Chile está marcado por la revuelta social del 19, la pandemia que se metió ahí, que se cruzó con ese proceso, las votaciones por la Constitución, que fue rechazada. Hemos vivido políticamente momentos que siempre están llevando a revivir lo que fue ese comienzo de los 70 en Chile, que es como el momento álgido políticamente. Cuando fue la revuelta obviamente mucha gente pensó en la Unidad Popular y en la llegada de Allende al poder. Y la edición final coincidió con la conmemoración de los 50 años y la derecha gana la discusión política al instalar el discurso de «revisemos qué fue la Unidad Popular, revisemos las responsabilidades» que tuvo la izquierda para que ocurriera esto». Era desconcertante porque Chile lleva 50 años asumiendo las culpas, muchos políticos de la Unidad Popular se preguntaron qué hicimos mal, pero todo eso exculpa al que de verdad dio el golpe. Todo eso se vivió el año pasado en Chile y yo estaba escribiendo una novela que ocurría hace 50 años, pero para mí estaba hablando de ahora. Todo ese proceso inevitablemente sigue estando muy vivo y cuando empiezo a investigar encuentro que Salvador Allende fue a Iquique, coincidió la inauguración de la segunda sesión del Mundial. Todo está conectado y me interesaba que la novela se instalara en ese tiempo político porque es un tiempo que se mira con dos miradas, una muy romantizada y otra muy crítica. Hay muchas formas de vincularse con el mundo y con el otro y hay una serie de caminos que podrían darnos respuesta a preguntas que nos están volviendo a surgir hoy, como preguntas políticas o cómo relacionarse con el otro. Me interesaba que el lector pensara cómo era su vida en ese momento, los que lo vivieron, porque son cosas que la dictadura decidió borrar de una manera muy brutal. Al final termino escribiendo sobre un paisaje, sobre unos personajes, sobre un mundo que se intentó borrar. De todo esto me doy cuenta después de escribir la novela. La literatura sirve para volver a instalar cierta conversación sobre eso.
«Chile lleva 50 años asumiendo las culpas, muchos políticos de la Unidad Popular se preguntaron qué hicimos mal, pero todo eso exculpa al que de verdad dio el golpe»
Es curioso porque el protagonista no tiene nombre pero tiene una personalidad, que es el Chungungo
También me pasó algo muy raro en ese sentido, el personaje fue agarrando una vida propia. Por un lado está ese padre medio ausente y después está esta madre que decide emprender otra vida. Y me interesa que tampoco los juzga. Es un nivel de precariedad un poco de salvémonos como podamos y él tiene la suerte de caer en este lugar donde va encontrando su espacio y donde nadie le pide nada a cambio más que trabaja con nosotros e insértate. Me pareció una forma bella también de pensar el presente. No sé si algo así podría suceder en esta sociedad como la construimos. Por la forma en que armamos comunidad hoy día es muy raro que alguien no te pida nada a cambio, que no te pregunten. Ha cambiado mucho y ahí hay algo que uno podría volver a pensar cómo podría ser.
No hay prejuicios, nadie investiga de dónde viene.
El único vínculo es que tiene un tío que está ahí pero también podrían haberlo rechazado, no haberlo acogido, pero empiezan a hacerlo suyo y le permiten que ayude, que trabaje y que sea parte de ellos. También me interesaba mucho que así como ellos lo reciben, cuando ellos se tienen que ir de la Caleta por este desastre climática sí hay sospechas de la gente de la otra caleta con ellos. Me interesaba meter esos matices porque no sé si hoy día funcionaría algo así. Es la idea del forastero, que ahora vivimos con la inmigración. Y él encuentra un lugar donde le permiten poder ser, que es lo mínimo que podemos pedirle a la vida.
¿Raúl Choque fue tan importante en Chile en ese momento?
Todo el mundo que lo vivió, los mayores de 60, deberían poder recordarlo. Fue portada de los diarios, lo que yo cuento de que recibe el premio al Mejor deportista del año en el Estadio Nacional fue real, fue a La Moneda y lo recibió Allende, fue una figura pública pero también muy fugaz porque llegó el golpe de Estado. Pero fue un orgullo. Al poner el título de «Tierra de campeones» fuera de Chile puede ser muchas cosas, pero en Chile decir tierra de campeones es decir Iquique. Lo de Choque tuvo más fuerza porque venía de Iquique. Había deportistas que fueron campeones o boxeadores que estuvieron a punto de ser campeones en el Madison Square Garden, pero no se dio. Lo que sucede es que el golpe fue tan pronto.
En la novela se ve la fugacidad de la fama y la dificultad del ídolo para adaptarse cuando deja de serlo.
Yo también soy periodista y siempre me ha interesado el periodismo deportivo, aunque no lo he ejercido más allá de escribir alguna columna. Bueno, escribí un libro sobre fútbol, de la Universidad Católica, mi equipo en Chile. Fue como mi manera de sacarme esas espinita. Siempre me ha interesado la figura del deportista y cómo ha cambiado, aunque hay cosas que se mantienen, como ese vínculo con la fama. Sí me parece que la vida del deportista en Chile te permite reflejar una forma de subsistencia, que podría equipararla a la figura del deportista en Sudamérica. Que es la figura del jugador brasileño que vive en una favela y que la única manera que tiene de salir de allí es siendo una estrella del fútbol porque tiene un talento descomunal. Y ese talento descomunal no está ligado a tu origen social. Sigue siendo uno de los últimos espacios donde es tu talento el que te va a llevar arriba. Aunque ahora se complica con el mundo de los representantes. Hasta hace un tiempo se pensaba que lo único que necesitaba un futbolista para brillar era talento, trabajo y constancia. Y la figura del deportista en Chile era eso y el Chungungo me permitía trabajar eso y me gustaba pensar cómo él se iba a enfrentar a este reconocimiento.
Habla un poco del aislamiento de estas figuras.
La soledad. Hay algo que tengo entendido que sí ocurrió, porque la vida de estos deportistas tampoco está registrada con minuciosidad, eran notas medio ambiguas, es que cuando alguien llega arriba hay que bajarlo. Es muy chileno. El chaqueteo, se dice. Algo que sí ocurrió es que cuando Choque sale campeón en vez de que la Federación siga apoyándolo no termina de darle todo el apoyo y de hecho a él lo suspenden en la vida real después del Mundial del 73 y no vuelve a competir hasta los años 80 en que vuelve a salir campeón nacional. Eso es muy chileno y me interesaba que la novela reflejara un poco eso, como la soledad del que llega arriba. Que es una llegada arriba de manera muy precaria, la Federación no lo apoya tanto, hay dudas. En la novela, la caída del Chungungo Martínez es porque dejan de apoyarlo, porque si no iba a ser demasiado novelesco, estoy arriba, veo los cuerpos y me caigo. Estoy arriba, empiezo a tambalearme un poco, fracaso en un Mundial, vuelvo a subir un poco en el Sudamericano de Río de Janeiro y después viene lo que viene y ya está.
Se ve el deporte como vía de ascenso social, pero también que eran ídolos más pegados al pueblo que los actuales.
Es muy clave lo del lugar. Y también de alguna manera sale, recorre, pero siempre vuelve. Y también me gustaba que en la caleta no es que sea el gran ídolo. Es uno más, se le acoge y tiene que ver con el aislamiento y por otro lado es verdad que como que Choque era campeón mundial pero no era el centro del mundo porque la provincia sigue siendo un lugar muy aislado en muchos sentidos, también culturalmente, y se aferra mucho al pueblo. Me he dado cuenta de que la provincia chilena se aferra mucho a ciertos mitos locales, que es una manera de reafirmarse. Cuando ves que el país no te mira, el país no te respalda o te lanza unas migajas te aferras a lo que viene de ahí.
«Si alguien me preguntara cómo es el infierno, probablemente le diría que está en el fondo del mar»
El descubrimiento de los cuerpos lo trata de una manera muy breve pero muy impactante.
Me pasé mucho tiempo pensando qué hacer con eso. Pero esta imagen estaba ahí siempre, yo sabía que íbamos hacia allá. La novela podía haber empezado por ahí y después ver cómo eso le cambia la vida al Chungungo, pero eso hubiera sido otra novela. Me pregunté mucho cómo narrarla y no caer en un sobredramatismo innecesario pero sí que produjera en el lector un efecto similar al que vivió el mismo Chungungo. Escribo de esto después de ver el horror que viene. ¿Qué pasa si esto sucede en una vida? Es una pregunta que me hago no sólo en esto, que es muy explicito, alguien que ve los cuerpos, pero también hay gente que vio el horror y me parece increíble que se pueda seguir una vida después de eso y obviamente esa vida nunca va a ser lo mismo. Pensar que se trató de desaparecer gente lanzándola al mar es brutal, si lo piensas es muy loco que un país pueda avanzar después de eso. De las distintas estrategias de desaparición que se utilizaron en la dictadura la del mar es una que a mí siempre me impactó mucho siendo niño. Nací en una ciudad con mar y en las otras novelas no había escrito tanto del mar. Para mí Iquique es el desierto pero también es el mar. Y el mar me da miedo, me parece hermoso, sería muy feliz si volviera a vivir en una ciudad con mar porque me remite a la infancia, pero le tengo mucho respeto. Si alguien me dijera cuál es tu imagen del infierno probablemente le diría que está en el fondo del mar. Y el hecho de que lanzaran cuerpos en la vida real para tratar de hacerlos desaparecer a mí como ciudadano no deja de impactarme. No sólo él, hubo gente que los vio porque muchos cuerpos flotaron y llegaron a la playa. Cuando escribí la novela el momento en que él veo eso me costó mucho, pero traté de ser muy sobrio. Debió de ser desconcertante ver eso. Yo siento que después de ver esos cuerpos ya no se puede volver al mar.
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