Entrevista

Kiko Martínez: «Fui campeón de Europa cuatro veces fumando porros»

«Hasta que silben las balas» es el libro escrito por el periodista Álvaro Carrera en el que, ya retirado, cuenta las adicciones que lo acompañaron durante muchos años

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Kiko Martínez posa en Púgil StoreRomariel Marketing

Una parte de la vida de Kiko Martínez (Caniles, Granada, 1986) permaneció oculta durante mucho tiempo incluso para su círculo de confianza. Solo su mujer sabía de sus adicciones al tabaco, al alcohol y a la marihuana. Así fue campeón de Europa de boxeo, pero cambió de vida para ser campeón del mundo y para conservar a su familia. Ahora lo cuenta todo en el libro «Hasta que silben las balas», escrito por el periodista Álvaro Carrera, que también se ocupa de sus deudas con Hacienda por decisiones de un entrenador que le complicaron la vida. En la tienda Púgil Store de Madrid el exboxeador se confiesa con La Razón.

¿Cómo guardó el secreto durante tanto tiempo?

Yo soy muy reservado y nunca he tenido que decir nada. Con Óscar [Zardain, su mánager] lo hablaba muchas veces cuando viajamos y me decía «tú eres un cabrón. ¿Tú has sido campeón de Europa haciendo todo lo que has hecho?». Y digo «sí». Es muy difícil ser campeón de Europa y yo lo hacía así, pero para ser campeón del mundo, que era lo que yo quería, tenía que cambiar. Te das cuenta de que con el talento sólo llegaba a ser campeón de Europa. Haciendo el subnormal. Todos los días, de lunes a lunes.

¿Se ha castigado mucho por lo que ha hecho?

Todos los días cuando me voy a la cama. ¿Por qué lo hiciste tan mal, Kiko? ¿Por qué lo hiciste tan mal? Cuando he perdido y lo he hecho bien, no podía hacer más. No podía portarme mejor, no podía comer mejor, no podía entrenar más. No pude ganar, pero lo hacía bien. Pero cuando me voy a la cama y pienso qué mal lo hice en un tiempo es lo que me atormenta. Es lo que no me deja dormir muchas noches, el que no puedes volver atrás. La cagaste. Mi mejor tiempo creo que lo pasé de fiesta o lo pasé fumando porros. O lo pasé peleándome en la calle. Pasé mucho tiempo así y creo que mi mejor momento lo pasé ahí. Luego cogí la disciplina y cogí una burbuja donde solamente me dediqué a entrenar. La disciplina hizo que volviera a ser campeón, pero mi mejor momento pienso que lo pasé en la noche. Lo tengo claro. Pienso mucho también lo que tengo, que tengo bastante. Vine sin nada de Granada a trabajar, de Baza, y he logrado muchas cosas que me ayudan a estar tranquilo, que es lo que le pedía al boxeo, no tirarme 40 años pagando una casa, no tener nada el día de mañana. No deberle dinero a nadie y no tener problemas con nadie, estar tranquilo. Y a día de hoy estoy tranquilo.

¿El descanso le llega cuando salda esa deuda con Hacienda y con la revista Interviú? ¿Es cuando de verdad se siente tranquilo?

Sí. Cuando yo vuelvo a tener una tarjeta de crédito y no le debo dinero a nadie ya estoy tranquilo. Porque tirarme cinco años pagando, peleando gratis, sin tener nada, que te quiten el coche, que no puedas tener un duro en una cuenta bancaria y tener que trabajar con dinero negro todo el rato es muy triste.

Y comprarse una casa y tener que ponerla solo a nombre de su mujer porque usted no podía tener una propiedad.

Claro. Imagínate, yo vengo de Japón, me compro una casa y la pongo a nombre de mi mujer. Todo el mundo me decía que estaba loco. Y si te deja, ¿qué? Y yo decía «mis hijas no se quedan en la calle. Yo sí, pero mis hijas, no. Mis hijas no se quedan en la calle, mis hijas tienen su casa porque se la ha comprado su padre». Eso para mí era lo importante, pero todo el mundo me decía que estaba loco al ponerlo a nombre de mi mujer. Pero yo decía que lo importante eran mis hijas, que no se quedaran en la calle. Que yo podía vivir en la calle, que yo podía comer un sandwich todos los días, pero mis hijas, no. Cuando uno es padre, sale que eres padre.

En el libro se ve que su preocupación principal son sus hijas. La carrera que ha hecho, ¿la ha hecho por ellas? ¿Hubiera llegado a los 37 años peleando, a ser campeón del mundo sin ellas?

No. No lo hubiera logrado. Porque yo quería dar una buena vida a mis hijas y de la única manera que se la podía dar era boxeando. Yo creo que sin mis hijas no hubiera conseguido nada. Y lo digo de verdad. Yo soy una persona muy sencilla, voy casi siempre con la misma ropa, no me gusta ir a sitios caros, con poco me conformo. Pero yo quiero lo mejor para ellas. Igual ellas el día de mañana no valoran que su padre trabajó mucho, pero las estoy educando para que vean lo que se trabaja y lo que cuestan las cosas. Pero eso no está en mi mano, en mi mano sólo está velar por mejorarles la vida.

¿Ellas son conscientes de quién es su padre?

A lo mejor la mayor, sí. Pero es que me ve todos los días. Soy su padre y ella me respeta mucho porque soy su padre, no porque soy Kiko Martínez. O boxeador. Soy su padre y cuando le tengo que decir algo que ha hecho mal se lo digo, cuando le tengo que regañar la regaño, cuando la tengo que mimar, la mimo, cuando tiene que comer, come, no se negocia, cuando tiene que hacer los deberes no se negocia. Ella me ve como un padre, no me ve como Kiko Martínez.

¿Qué importancia tiene para usted su entorno? Nunca ha querido salir de Torrellano.

Para mí es muy importante Torrellano. Yo recuerdo en mi niñez cuando me hinchaban la cara y llegaba con la cara destrozada y desfigurada, la gente lloraba. Las mujeres, cuando me atendían el supermercado, lloraban. Eso es por cariño. Todo lo que tengo lo tengo en Torrellano, todas mis propiedades están en Torrellano. Quiero mucho a Torrellano. Soy muy de Torrellano. Me han cuidado tanto los empresarios, las mujeres, los del campo, que al final te tienes que enamorar de ellos. Porque cuando te falta algo y te lo dan es cuando puedes valorar las cosas. Cuando lo tienes no lo puedes valorar. O cuando eres alguien. Pero cuando no tienes nada y a cambio de nada te ayudan o lloran cuando te han hecho daño hay que valorarlo. Y no poco.

¿Qué importancia tiene su mujer en todo lo que ha conseguido en su carrera como boxeador?

Ella es la que me ha cuidado. La que me ha enderezado. Cuando veía que estaba haciendo algo malo me intentaba llevar a casa. Cuando yo no salía porque iba a pelear se quedaba conmigo. Cuando yo estaba arruinado ella no salió corriendo. Para ella no fui un cheque al portador. Ella me quiere de verdad y eso hay que valorarlo. Yo la amo con locura. No la cambio ni la vendo por nada del mundo, porque me ha demostrado que es fiel a mí y eso hay que valorarlo.

No ha tenido que ser fácil para ella todo lo que han pasado.

No, no, no. Ella casi se va de casa. Me dijo «o cambias o me voy». Y dije «no, no, no. No quiero que te vayas». Y cambié. Pero ella se iba porque di mucho follón. No poco, mucho. Y ella me aguantó.

«Yo me fumaba un porro antes de irme a correr. Me hacía diez kilómetros y volvía a fumar»

¿Ella sí era consciente de lo que bebía, de lo que fumaba?

Claro. Lo hacía con ella. Pero ella no bebía. Ella me intentaba quitar, pero para mí, por cabezón, era todo o nada. Para mí siempre ha sido todo o nada. Pelear era todo o nada; fumo, todo o nada; bebo, todo a nada. Nunca he tenido término medio, para mí creo que no existe. Ella me lo dice.

¿Cuánto hace que no se fuma un porro?

Diez años yo creo. Más o menos. La última vez que me fumé un porro me puse malo. Cuando fui campeón del mundo me costó mucho. Me fui a Estados Unidos y me costó mucho quitármelo porque a mí me encantaban los porros. Me gustaba mucho. Yo me fumaba un porro antes de irme a correr. Me levantaba por la mañana y antes de irme a correr me fumaba un porro de marihuana. Y me hacía diez kilómetros. Y venía, me duchaba y me iba al parque a seguir fumando porros con mis amigos. Eso lo hacía yo. Cuando me vine a Madrid, cuando firmé con Maravilla Box, empecé a quitarme un poquito de los porros. Pensaba «si me pilla Maravilla Martínez que me fumo un porro, le voy a decepcionar». Y voy a decepcionar a todo el equipo que está confiando en mí. En la casa me fumaba yo mis porros. Ya me iba quitando, pero cuando me fui a Estados Unidos al primer campeonato del mundo, lo dejé. Cuando fui a boxear con Mathebula me fumé uno o dos y dije «esto no va a hacerme nada bueno, esto me está retrasando». Me retrasaba. Cuando empecé a ganar la gente se daba cuenta de que yo me cansaba. Yo dejaba los porros tres semanas antes de la pelea porque me hacían control antidoping. Para no dar positivo. Nunca di positivo. Y me han hecho controles de sangre y de orina, doctores en mi casa sacándome sangre. Para que veas el tiempo que llevo sin fumar porros. Ahí no hay tu tía. Yo he pasado controles porque dejé todo en estos diez años. Y no me he saltado ni un control. Eso de «es que no estaba», no. Yo estaba en todos. Han venido a mi casa en Navidades y sin problema. Sangre y orina. Cuando me fui a Madrid ya dejé todos los porros. Fui campeón de Europa cuatro veces fumando porros, fumando tabaco, porque como lo dejaba tres semanas antes me hinchaba a fumar tabaco. Y luego ya me fui a Madrid y dije «hasta luego». Venían a ofrecerme y decía que no porque me costó mucho quitármelo.

¿Es lo que más le costó quitarse?

Sí. Me costó mucho, más que el alcohol. Pero los porros es que me encantaban. Y ya no volví más a fumar porque me costó tanto que le tengo pánico a fumarme un porro. Le tengo pánico de lo que me costó quitarme los porros. Ni se me ocurre, es que ni se me ocurre. Le di un par de caladas una vez y me sentó tan mal que dije «¿qué haces, subnormal?». Y ya qué va, qué va. Le di un par de caladas a una cachimba, me puse malo, me fui a vomitar y ya ni lo probé de lo mal que me puse.

«Me bebía tres litros de cerveza y me iba a hacer sparring de empalme»

¿Y cuánto hace que no se emborracha?

Es que después de ser campeón del mundo volví otra vez a beber alcohol. Volví a cagarla en eso, ya no fumaba porros pero bebía mucho alcohol. Me bebía tres litros de cerveza y luego me iba a hacer sparring de empalme. Y como no me pegaban, era igual, para mí no era malo. Sin emborracharme llevo cinco años o seis. El tiempo lo lleva mi mujer. Ella lo tiene más claro. Sí que me he tomado alguna copa de vino, pero no me suelo pasar de ahí. Cerveza ya no bebo, por lo menos con alcohol. Alguna vez si nos juntamos con muchos amigos me tomo una tostada de esas sin alcohol. Una o dos como mucho.

¿Y el tabaco?

Nada. Me costó tanto que le tengo pánico.

¿Lo que menos le ha costado es el alcohol?

Fue lo que menos me costó. Es que los porros me costó mucho quitármelos. Y el tabaco me costó mucho. Entonces no quiero volver a pasar por eso.

Parece mentira no sólo que fuera campeón de Europa sino que fuera un boxeador que destacaba por su físico y su resistencia.

Yo creo que era porque creía que si me iba de fiesta y después me iba a entrenar, no pasaba nada. Es lo que hacía. Me iba de fiesta y al día siguiente me levantaba a correr a las 7 de la mañana. Con resaca. Y devolvía y devolvía. Pero cuando yo perdía mis títulos de Europa es porque a partir del quinto o sexto asalto decaía mucho. Decaía un montón y la gente que ya lo sabía aguantaba y yo me cansaba y perdía por puntos o perdía por KO. En esa época cuando yo tenía 22 o 23 años o ganaba por KO o me cansaba y perdía. Y era por eso.

No es fácil para alguien a quien nunca le ha sobrado el dinero cuando era pequeño gestionarlo cuando empieza a ganar mucho. ¿Había alguien que le ayudara?

Nadie. Yo les daba dinero a mis padres, mis padres no se metían conmigo, yo no me metía con ellos, yo lo metía en un cajón y me compraba mis coches, me compraba mi ropa, me iba de fiesta y lo fundía. Yo lo fundía todo. Cuando peleaba, otra vez. Y así. Tenía mucho y no tenía nada, volvía a tener mucho y volvía a no tener nada. Así sucesivamente.

¿Ahora está tranquilo?

Ahora estoy tranquilo. No quiero lujos, no quiero noche, no la quiero. La odio. Y estoy muy tranquilo. Vivo en una casa de campo, con mis hijas, con mis animales e intento salir poco de ahí, estar tranquilo. Tengo mi gimnasio montado, entreno, me voy a la montaña a correr. Vivo muy tranquilo, era lo que le pedía a Dios. Vivir tranquilo, vivir sin estrés, vivir sin deudas, no deber dinero a nadie. Para mí lo más importante era no deber dinero a nadie, ir por ahí y que nadie me señalara diciendo que le debía dinero. O tener una tarjeta de crédito. Para mí era lo más importante. Una tranquilidad. Y ahora la tengo.

¿Se puede decir que está en el mejor momento de su vida?

Pues eso dice mi mujer. Muchas veces le digo que quiero volver a pelear, que estoy bien, que me encuentro bien y me dice que por eso no tengo que volver a pelear, que tengo que estar tranquilo, que estoy bien y eso es lo importante. Ella me lo dice así. Ella no me engaña. Tengo la vida ya medio resuelta, tengo un trabajo, no nos falta nada, estamos tranquilos, entonces para qué quiero volver a pelear. Ella me lo dice. Hace unos meses entrenando estaba pegando al saco y me encontraba muy bien y le dije que quería volver a pelear y me dijo que no, que ni se me ocurriera.

Y lo fácil sería decirle que peleara y ganar mucho dinero.

Eso es lo que te diría cualquier mánager o cualquier entrenador. Al final te conviertes en un cheque al portador. Tienes que tener a gente al lado que no te quiera solo como un cheque al portador, para la que tu salud esté por encima del dinero. Y para mi mujer y para mi mánager es así.

¿Ha tenido esa sensación de ser un cheque al portador para la gente que le rodeaba?

Sí. La sigo teniendo. No para mi entorno actual. Hay entrenadores para los que he sido un cheque al portador, no han sido ni mis amigos. Pensaba que eran amigos, pero cuando dejaron de cobrar dinero de mis peleas dejaron de ser amigos míos. Es algo triste para mí.

¿Es lo que más le ha dolido de su carrera en el boxeo?

Creo que lo más duro de mi carrera ha sido eso, pensar que tenía amigos y ver que lo único que querían era el porcentaje de mis bolsas. Eso para mí ha sido lo más difícil de asimilar, porque se gana, se pierde, pero la amistad está por encima del dinero. Y me di cuenta de que no, de que cuando no sacaban dinero a mi costa ya no eran amigos.

Un entrenador le firmó un contrato con un promotor que no sabía que tenía, le metió en deudas con Hacienda...

Él lo hizo, pero los demás estaban esperando el cheque. No eran muy diferentes, estaban esperando cobrar y les daba igual lo que me pasara. Sólo querían cobrar y cuando dejaron de cobrar dejaron de ser mis amigos y era una mierda o no sé las burradas que habrán dicho de mí cuando dejaron de cobrar. Ya te digo que no sólo ese entrenador, otros, han hecho burradas.

¿Le cambió la vida encontrarse con Maravilla Martínez y con la gente de su promotora?

Sí. Me cambiaron la vida por completo. Vuelvo a tener una oportunidad en la vida. Después de que yo rompiera con mi entrenador, me quedé libre. A mí me llamaron de Irlanda para que firmara con promotores irlandeses porque yo allí tenía mucha venta todavía, de Europa, de Estados Unidos, de España... Muchísima gente me llamó, pero yo quería firmar con Sergio. Mi instinto me decía que era él. Y luego cómo me cuidó, cómo me dio dinero, cómo me alquiló una casa en Madrid, cómo me llevaron a Estados Unidos, la verdad es que yo no puedo tener ninguna queja.

Y aparte Sergio era su ídolo.

Para mí era un ídolo. En las peleas por el Europeo que yo tuve antes le veía pelear y me motivaba, y eso que es totalmente diferente a mí. Pero era lo que yo necesitaba, motivación. Yo no veía ni peleas de mis rivales. Yo veía a Sergio Martínez pelear y me emocionaba, yo me preparaba viendo sus peleas.

¿Pelear en la cancha de Vélez y compartir cartel con él era lo máximo?

Para mí fue increíble, porque ya no sólo fue la pelea en Vélez. Fue prepararme con él, yo aprendí un montón a su lado, aprendí un montón mirándolo. Cómo se movía, cómo subía las manos, cómo engañaba, cómo se quitaba la distancia con los peleadores. Yo aprendí más al lado de él que de todos los entrenadores que he tenido a lo largo de mi carrera. Teniendo un compañero bueno, como Maravilla Martínez a tu lado, aprendes sí o sí. Ves cómo con la misma pierna se quita la mano, con la cabeza pasa los golpes, cómo te pega sin verla. Tú no puedes coger el talento que tiene Maravilla Martínez, pero puedes coger cosas de él y yo aprendí mucho a su lado. Mucho.

¿Cuál fue su mejor momento en el boxeo?

Cuando fui campeón del mundo la primera vez en Estados Unidos, en Atlantic City. Para mí fue muy importante, fue un antes y un después. Para mí ahí vuelve a empezar mi historia, porque vengo de perder con Carl Frampton por KO el Europeo y un título intermedio de la FIB, luego voy a Argentina, gano y sale la pelea que es lo más importante que he hecho en mi carrera. Fui el primer boxeador español en conseguir un título allí. Para mí era importantísimo, era un sueño hecho realidad.

¿Cómo era la sensación en aquel momento en que tiene que cobrar en efectivo en Japón y se viene con 80.000 euros en un doble fondo de una mochila?

Yo estaba cagado, llegué a Torrellano cagado. Tenía más miedo que hambre. Yo tenía un contrato para justificarlo, pero el viaje era de Japón a Italia o a Portugal, no me acuerdo. Vuelve a pasar otra frontera, ven a Madrid, en Madrid hazte fotos con los policías, pasa un control en Vallecas de la Nacional, de drogas, que lo pasé, coge ese dinero y bájalo a Alicante, que yo creo que llegué de madrugada a mi casa, a las cinco o a las seis de la mañana. Sube el dinero y luego ya ponte a descargar. Fue una locura para mí, pero era mi casa, eso era para mis hijas, eso era para que a mis hijas no les faltara un techo, para yo dormir tranquilo también. Habían hecho muchas cosas malas conmigo para que Dios no me diera eso por lo menos y así lo hicimos.

¿Le ha costado mucho contar todo lo que cuenta?

Llevamos tiempo hablando de este tema. Álvaro [Carrera] y Óscar [Zardain] son dos personas en las que yo confío, porque estos son cosas que yo no cuento a nadie. A nadie. Si tú me cuentas un secreto yo soy muy reservado. Llevamos años Álvaro y yo haciendo reuniones para esto.

¿Lo cuenta como liberación?

Sí, para liberarme yo, pero también para que la gente aprenda que un día te levantas por la mañana y es tarde para corregir los errores. Para mí no fue tarde, pero para muchos es tarde. Ellos tienen que pensar que el objetivo no lo van a regalar si no lo trabajas.

«Me encerraba en un cuarto y comerme la ansiedad. Había que pasar la puta ansiedad»

¿En todas estas recaídas no pensó hablar con un psicólogo?

No. Yo pensaba que tenía que meterme en un cuarto, como he hecho siempre, y comerme la ansiedad. Y había que pasar la puta ansiedad. Era una semana o un mes. Yo pensaba que era de esa manera. Te tienes que meter en la cama y decir «no salgo». Y no salgo. Tú a mí no me vas a hablar de ansiedades cuando me quería ir por ahí a fumar o me quería ir por ahí a beber. Eso me lo comí yo en cuarto y le dije a mi mujer que no iba a salir porque no estaba preparado. Era eso o perder a mi familia y yo no me iba a permitir el lujo de perder a mi familia. Era perder a mi familia y a mis amigos, porque cuando bebía yo me ponía insoportable. No me aguantaba ni yo, entonces o cambiaba o me quedaba solo. Me comí las ansiedades. Me ayudó también mucho un coach, Rafa, que me está ayudando durante años a no caer. Me ha ayudado mucho a controlar mis ansiedades.

Cuenta en el libro que también pasaba marihuana. ¿No tenía miedo de que le pillaran?

Una vez casi me pillan con el maletero lleno y me cagué encima. Miedo, no. Me cagué encima. Pensaba que me metían en la cárcel. Encima había firmado un papel porque me había peleado en la calle y no podía meterme en ningún problema durante cuatro años. Y digo yo «me voy p’adentro». Y no me pillaron. Qué suerte tuve. Dejé el coche aparcado un poco retirado y registraron todos los coches menos el mío. Y tenía el maletero lleno de marihuana, pero entero. Qué suerte tuve. Ahora, dije «una y no más, Santo Tomás».

¿Se metía en peleas siendo boxeador?

Sí, claro. Llevo siendo boxeador desde que tenía 13 años. Y debuté como profesional con 18. Cuando más problemas tuve fue cuando me saqué el carné de conducir. Empecé a tener dinero y más libertad. Cuando no tenía libertad me tiraba todo el día metido en el gimnasio, pero cuando empecé a tener libertad pensaba que era el rey del mambo y que podía hacer lo que quisiera.

¿Cómo es su vida ahora?

Ahora me levanto a la mañana, preparo a mis hijas, las llevo al cole, entreno, cuido a mis animales, limpio mi casa, recojo a mis hijas, las doy de comer, sale mi mujer y me voy a trabajar. Todos los días. Doy clases de boxeo en Murcia, en Elite MCM, monté ahí una escuela que se llama Kiko Martínez y tengo a competidores, a colectivos, a chicos que le están echando muchas ganas y la verdad es que estoy muy contento porque la gente se está volcando. Los jefes me están tratando muy bien, no tengo ningún problema, me valoran y estoy feliz trabajando ahí día tras día.

¿Lo que más valora ahora es pasar tiempo con sus hijas?

Sí. El tiempo, creo que lo más importante en esta vida es la salud y el tiempo. Valoras mucho el tiempo cuando lo has perdido. Cuando no has podido pasar tiempo con tu mujer o con tus hijas o yéndote con los amigos a dar una vuelta porque has estado en campamento ahora lo valoras. Valoras la salud y el tiempo. Me he ido sano del boxeo y ahora estoy valorando el tiempo.