LFP

El pacto de San Valentín

El juez Ricardo Bodas convence a LaLiga «para no judicializar» la gratificación a la AFE y ambas entidades firman un acuerdo amistoso.

Luis Manuel Rubiales, presidente de la AFE, en la entrada de LaLiga
Luis Manuel Rubiales, presidente de la AFE, en la entrada de LaLigalarazon

El juez Ricardo Bodas convence a LaLiga «para no judicializar» la gratificación a la AFE y ambas entidades firman un acuerdo amistoso.

El juez Ricardo Bodas, de la Audiencia Nacional, esperaba a los representantes de LaLiga y de la AFE, enfrentados por el reparto de los derechos de televisión, no por la cantidad –siete millones, sin dudas– sino por el destino de la misma, que Javier Tebas pretendía fiscalizar y Luis Manuel Rubiales no estaba dispuesto a permitirlo. Esa diferencia de concepto les llevó a los tribunales, previa denuncia de los futbolistas. Quedaron citados precisamente para el Día de San Valentín, que incluso en este caso y en fecha tan señalada utilizó a cupido para promover un pacto antes de que las partes ocuparan los banquillos. «No vamos a judicializar este asunto», vino a decirles el magistrado, que les tiraba de las orejas porque era más aconsejable fumar la pipa de la paz que quemar las naves. Hubo acuerdo.

Después de escuchar a Su Señoría, que echó de menos a Tebas en el acto previo de conciliación, patronal y sindicato sellaron un acuerdo amistoso que será vigilado por un árbitro para garantizar que se cumpla y que la sangre no vuelva a salpicar a los juzgados.

Hubo reticencias en el sector futbolero cuando Javier Tebas, de común acuerdo con el antiguo secretario de Estado, Miguel Cardenal, procedió a repartir el botín televisivo. En los demás sectores del deporte se frotaron los ojos, y las manos, mientras esperaban que la promesa fuera realidad. Los deportistas de élite, 4.500, empezaron a cotizar en la Seguridad Social. Primer logro. Y el maná fue cayendo como lluvia fina, con alguna reticencia por parte de algunas federaciones poco dispuestas a explicar a Tebas en qué se gastaban cada céntimo de la beneficencia. Sin embargo, fue la AFE la que puso pies en pared y respondió a las exigencias de LaLiga con una denuncia. A Tebas le costaba entender el destino de una parte de ese dinero y se oponía a que Rubiales, según criterio de éste, lo utilizara para cubrir las necesidades más acuciantes del sindicato. En vista de que el diálogo no era suficiente, el recurso fue acudir a los tribunales.

En San Valentín no esperaba en la puerta de la Audiencia Nacional Mario Benedetti con unos mariachis. «Déjame darte un beso, de esos que no se olvidan, ni en otros labios, ni en otras noches, ni en otras vidas», hubiesen cantado mientras se acercaban las comitivas, sin entrar en otros géneros ni en otras disquisiciones. El juez Bodas, sin cánticos ni tunas, frenó en seco una aventura que sólo podía terminar mal si no seguían sus consejos. Y los siguieron.

De los siete millones asignados, divididos en cuatro plazos, el primero de los cuales debió haber sido abonado el pasado mes de septiembre, la AFE va a cobrar ahora la mitad –3,5 millones, dos primeros plazos– y el último será regularizado por si LaLiga en lugar de recibir 1.400 millones por los derechos de TV ingresara alguno más. Con lo que será algo más de 1.750.000 euros.

El juez dedujo que si no se había pagado un céntimo hasta el momento, difícilmente se podía acusar a la AFE de haberlo malgastado. Así que, aquí paz y después pacto, el de San Valentín.