Grand Slam
El puzle completo del número uno
Emilio Sánchez Vicario, que lo entrenó de niño, y Alex Corretja, que lo dirigió después, explican la evolución de Murray para alcanzar la cima.
Emilio Sánchez Vicario, que lo entrenó de niño, y Alex Corretja, que lo dirigió después, explican la evolución de Murray para alcanzar la cima.
«Me miró a los ojos y me dijo: “Quiero ser lo mejor que pueda llegar a ser”». Así respondió el joven Andy Murray al primer cuestionario que le hizo Emilio Sánchez Vicario cuando el tenista escocés acudió a la Academia Sánchez-Casal para dar el salto al profesionalismo. Quince años después de eso, hoy en día, Murray es el número uno del mundo, puesto que defiende durante esta semana en el Masters de Londres, donde se estrenó con un triunfo ante Cilic (6-3 y 6-2). Ha roto el británico el dominio de Djokovic tras dos años y medio de reinado, aunque el serbio todavía puede recuperar su sitio durante el torneo que reúne en la capital inglesa a los ocho mejores. Pase lo que pase, en el O2 Arena, la pelea está abierta para 2017. ¿Ha comenzado la «época de Murray»? «Él tenía muchas piezas del puzle y necesitaba tiempo para ponerlas todas juntas», piensa Álex Corretja. El ex tenista fue una de las personas que le ayudó a que todo ese potencial que tenía encajara para conseguir llegar a donde ha llegado. «Era un chico con una gran personalidad y muy inteligente. Tenía claro que quería llegar a ser número uno. Cuando empezamos estaba por encima del 20 del mundo, llegó a ser número dos, pero se veía lejos alcanzar el uno. Tenía inquietudes y las ha ido buscando», explica Corretja. Después de estar con Álex, tuvo su primera época con Lendl, probó con Mauresmo en una relación pionera entrenadora-tenista y volvió con Lendl para, en estos últimos meses, lograr los mejores resultados de su vida en un momento de estabilidad profesional y personal: «Ser padre te da madurez interna. Ha ganado constancia, ha mejorado en el saque, la derecha, y sigue manteniendo su esencia: le gusta cambiar las alturas, jugar con el rival... Además, está en un momento físico bueno. Se mueve muy bien por la pista», continúa Corretja.
Eso es ahora. Lo que se encontró Emilio Sánchez Vicario era un joven con talento pero que «estaba por formar físicamente». Pasó de entrenar seis horas a la semana en Escocia a invertir la misma cantidad de tiempo, pero al día. Sus cualidades eran espectaculares y, según recuerdan en la academia, podía aguantar el peso de bola y la velocidad de chicos mucho más mayores. Tenía 14 años cuando aterrizó en España, y llegó en parte por Rafa Nadal. Como él mismo explica en una entrevista para la Sánchez-Casal: «Con quince años Rafa era el mejor y le preguntaba que cómo se entrenaba en España. Él me decía que a veces lo hacía con Carlos Moyà». Tanteó varias academias hasta decidirse por la que más le gustó. «Aquí aprendió, por ejemplo, a ser paciente y a no buscar tantos golpes ganadores», cuentan en la Sánchez-Casal. Técnica, físico y estrategia para ir creciendo en torneos nacionales e internacionales y hacerse profesional.
¿Qué le faltaba para ser número uno? Corretja explica una de las claves: «Durante una época, sus rivales (Nadal, Federer y Djokovic) hacían 3.000, 4.000 o 5.000 puntos en la gira de tierra batida y él 600. Luego mirabas los resultados en pista dura y hierba y eran similares, incluso alguna vez eran mejores los de Andy, pero con la diferencia que le sacaban en tierra era imposible que llegara al número uno. Necesitaba hacerlo bien en esa superficie». En 2016, Murray ha sumado sobre polvo de ladrillo 3.160 puntos al ser finalista en Roland Garros y Madrid, semifinalista en Montecarlo y ganador en Roma. Djokovic sumó en esa gira 3.610 puntos (ganó en París y Madrid y fue finalista en Roma). Aguantar ahí (en los meses de abril, mayo y junio) más el apretón que ha dado en el final de curso, con 21 triunfos consecutivos, le ha servido para subir al primer escalón.
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