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El reto de Nadal en el Masters de Roma

Rafa Nadal, tras caer derrotado en Madrid
Rafa Nadal, tras caer derrotado en Madridlarazon

Nadal lo va a volver a intentar en Roma. Después de caer en Madrid en las semifinales, ronda que también fue su límite en Barcelona y Montecarlo, el balear tratará de ganar su primer torneo de 2019 y, sobre todo, intentará dar pasos adelante en la búsqueda de su mejor juego. Por primera vez desde que Nadal es Nadal, el zurdo se presenta en estas alturas de la temporada sin ninguna corona. Ya le sucedió en 2004, pero ahí apenas era un crío que estaba dando sus primeros raquetazos en la élite. No tardó mucho en triunfar, ya que un año después era campeón de Roland Garros y a partir de ahí ni las lesiones le impidieron levantar alguna copa en los primeros cinco meses del curso. «Me siento bien. Es verdad que no he ganado títulos en tierra, pero, por ejemplo, en 2015 gané en Buenos Aires y ahora mismo me siento mucho mejor que ese año. A veces ganar un título no hace mucha diferencia», aseguró el español, ya en el Foro Itálico. Su «lesión» esa temporada fue mental, curiosamente. Uno de los deportistas, no sólo tenistas, con la mejor cabeza de la historia, explotó por ahí. Pero se recuperó.

No es la misma situación que ahora, pero sí hay una similitud en que lo que está teniendo el manacorense es un poco de falta de confianza. Nadal, además, es presa de su propio éxito, por haber ganado tanto durante tanto tiempo, sobre todo en tierra batida, donde sólo acumula 39 derrotas en 463 partidos, con 57 títulos. Rafa hizo de lo extraordinario hábito, por eso cuando ha empezado a perder todo el mundo se plantea qué sucede. Y suceden muchas cosas: que su derecha se queda corta, como consecuencia de las dudas, y le impide dominar; que no está bien al servicio, que le cuesta hacer daño con sus golpes y que los rivales también son muy buenos y muchos de ellos muy jóvenes, como Tsitsipas o Thiem. Nadal no está a su máximo nivel y eso está claro. Está por verse si lo alcanza y si eso le da para hacer frente a los tenistas en alza. Ahí está el reto. «Es verdad que perdí un par de torneos, pero también es verdad que estuve cerca de ganar. No jugué suficientemente bien para ganar, pero tampoco jugué tan mal», opina el número dos.

Lo que ha hecho ha sido retrasar lo inevitable: que la nueva generación vaya apartando a la vieja. Pero el proceso está siendo lento y todavía es una incógnita saber si el golpe en la mesa es definitivo. Nadal está con ganas de que no sea así. «Creo que todavía tengo tenis para pelear por estos torneos», dijo antes de abandonar Madrid. Es arriesgado enterrar antes de tiempo a los grandes tenistas. Le ha sucedido al propio Rafa alguna vez, tras sus parones por la lesión crónica en los rotulianos de las rodillas; pero también a Federer, que estuvo cuatro años y medio sin ganar un grande (desde Wimbledon 2012 hasta Australia 2017) y resurgió a los 35; o a Djokovic, de quien justo hace un año todo el mundo se preguntaba si volvería a ser el jugador dominante de antes, y su respuesta fue ganar los tres últimos Grand Slams de forma consecutiva.Ha sido tanto el dominio de Nadal en las pistas lentas que los oponentes lo miran con respeto. «Para mí será siempre el rival número uno en tierra», ha admitido Thiem. El austriaco es al que todos apuntan como el relevo del español en esta superficie. Podrían verse las caras en los cuartos de Roma, pero, dadas las circunstancias, Rafa no quiere mirar tan lejos: «Tengo a Chardy o Gasquet en mi estreno. Éste es mi cuadro».