Atlético de Madrid

Atlético de Madrid

El Barça sentencia la Liga tras poder con un Atlético con diez

Oblak paró todo lo que pudo, hasta que a un tiro lejano de Luis Suárez llegó un pelín tarde. A la carrera, Messi dejó su huella con el segundo gol del partido que firmó la sentencia de la Liga.

Luis Suárez y el brasileño Malcom celebran el primer gol del equipo blaugrana / Efe
Luis Suárez y el brasileño Malcom celebran el primer gol del equipo blaugrana / Efelarazon

Oblak paró todo lo que pudo, hasta que a un tiro lejano de Luis Suárez llegó un pelín tarde. A la carrera, Messi dejó su huella con el segundo gol del partido que firmó la sentencia de la Liga.

Una expulsión que marcó el desarrollo del partido y quizá el de la competición. Lo segundo sería entrar en la especulación: no se sabe qué hubiera pasado si Diego Costa se hubiera mantenido en el encuentro, si el Atlético hubiera podido asaltar el Camp Nou. Lo que sí se sabe es que el duelo cambió y del dominio alterno que se había vivido hasta ese momento se pasó a un control más evidente del Barcelona, que certificó el triunfo muy al final ante un encomiable rival que pese a estar con uno menos durante una hora resistió. Compitió bien, pero no fue suficiente. El duelo (película) de ayer iba a terminar con un «to be continued» (continuará) o con un «The end». Y fue esto último: con once puntos de ventaja, el campeonato no se le va a escapar al conjunto de Valverde.

Y todo cambió por una falta en el centro del campo que indignó a Diego Costa. Gil Manzano, el árbitro, iba a mostrar amarilla al hispanobrasileño, pero cambió su decisión: roja; y le explicó el motivo: «Me has dicho “la puta madre que te parió”», pudo leerse en los labios del colegiado. Y después de supuestamente decir eso, el delantero le acercó mucho la cabeza. Fue un kamikaze el jugador atlético, demasiado descarado, aunque también habrá quien piense que le faltó mano izquierda al colegiado... El debate está abierto. El caso es que el Atlético no tuvo otra que refugiarse atrás, con dos líneas de cuatro futbolistas, y confiar en un balón largo a Griezmann para que el atacante, muy silbado por el Camp Nou, se las ingeniara como pudiera contra todos. Aguantar así hasta el descanso, y después recomponerse. Antes de la roja a Costa, el Barcelona ya había dispuesto de un par de oportunidades buenas, pero Jordi Alba mandó al poste el centro de Messi y Coutinho intentó engañar a Oblak lanzando a un lado después de amagar al otro, pero el guardameta esloveno le descubrió: el resultado fue un paradón. Había empezado muy bien el conjunto local, pero se sacudió el dominio el Atlético a ratos e incluso durante un tramo tuvo la pelota y la movió y fue peligroso con las llegadas de Arias y el juego entre líneas de Griezmann.

También tenía un dilema el Barça: ¿ir a por todas con el riesgo de desprotegerse? El empate no le iba mal, pero estando contra el rival directo con uno menos durante una hora, la oportunidad para sentenciar el campeonato era redonda. Se contuvo algo, quizá esperando a que el cansancio pudiera con su rival. Si la igualada le servía al Barça; al Atlético, no. Por eso Simeone decidió arriesgar con los cambios: entró Morata, se fue Filipe Luis. El equipo madrileño hizo el partido que pudo, difícil mejorarse con tanto en contra. La parte defensiva la hizo casi perfecta, aunque claro que recibió ocasiones, cómo no. Y más con Messi metido en faena, como estuvo en la segunda mitad. Tuvo un rato espectacular el argentino, imparable en la carrera, por muchos rivales que le salieran al paso, pero no podía con la última barrera. Oblak demostró por qué le consideran el mejor jugador del mundo. Los tiros de Leo los atrapaba por estudio, porque sabía dónde iban a ir y se adelantaba. El de Luis Suárez lo detuvo con el pie estirado. Otra intervención espectacular. La parte ofensiva le costó más al Atlético, pero también llegó y, sobre todo en un cabezazo de Giménez y en un taconazo de Morata, asustó al Camp Nou. Pasó el tiempo, y murieron en la orilla los del Cholo. Luis Suárez enganchó un disparo lejano que ni Oblak pudo atrapar. Después, ya a campo abierto, Messi sentenció con un toque sutil.