España
Fernando Carro: «En el barrio se entrena igual que en la Blume»
De las travesuras de niño a las carreras por las calles de Canillejas. Y del modesto club de Suanzes, a ser subcampeón de Europa en 3.000 obstáculos. Así es Fernando Carro.
De las travesuras de niño a las carreras por las calles de Canillejas. Y del modesto club de Suanzes, a ser subcampeón de Europa en 3.000 obstáculos. Así es Fernando Carro.
Fernando Carro (Madrid, 26 años) tuvo en el Europeo de Berlín una recompensa en forma de medalla de plata después de años de trabajo. Pero no olvida sus orígenes humildes, su barrio, su modesto club de Suanzes, al que sigue apegado y donde tiene lugar la entrevista. Allí creció como persona y como atleta.
−En esta escuela comenzó con tres años...
−Sí, sí, y he ido pasando las distintas etapas. Al final se ha convertido en una pequeña casa. Como puedes ver es un lugar muy humilde, pero la hemos tratado con mucho cariño y ha dado muchas alegrías, y no sólo por mi medalla, sino por todo lo que tiene detrás, las personas y la labor a nivel social en el distrito: hemos tenido casos de autismo, de mala inclusión social, que han salido adelante y se han convertido en personas que tienen una vida normal. Y eso se sigue haciendo. Ahora yo tengo un resultado deportivo, no soy ni más malo ni más bueno, y creo que debo difundir estas cosas porque tengo una responsabilidad con el deporte, que me ha dado mucho. No puedo darle más gracias por lo que vivo cada mañana en las pistas de la Blume, estando tumbado, estoy reventado, vomitando probablemente cuando he terminado de entrenar, mirando al cielo y diciendo: «Joder, esto es mi trabajo, disfruto de lo que hago, comparto mi tiempo con mis amigos haciendo deporte». Creo que es un premio que me ha dado el destino o algo por haber trabajado o por haber tenido suerte y facultades.
−El club lleva funcionando 58 años...
−Sí, el club lo fundó Pueyo, junto con vecinos aquí del I.N.I., en esa época esto era privado, hubo una cesión, algo ocurrió, porque este cuadrante es carísimo, y está cedido aquí al Suanzes y a las pistas de atletismo, lo cual es maravilloso. Fue una fabulosa idea, empezaron dando vueltas a un banco, lo alisaron ellos mismos, se puso cemento, también mucho trabajo en la junta y demás, después llegó Isidro [Rodríguez, el actual presidente] con la fusión con el club Nazaret, hace más de 30 años, y a raíz de ahí se unieron y han estado colaborando con otros niños del distrito y de fuera, que también vienen a formarse como personas y como deportistas.
−¿Usted vivía por aquí?
−Sí, bajando la calle. Subía y bajaba con mi madre andando, excepto cuando llovía mucho que íbamos en autobús. Era parte del entrenamiento, había veces que veníamos con mi antiguo perro, con Rocky, y era muy divertido, la verdad. Luego hubo una etapa en la que esto se quedó con muy pocas personas, por la obra, cuando se estaba haciendo la pista de atletismo: cambiamos de la pista pintada, que cuando éramos niños jugábamos a arrancar la pintura y lanzarla como si fuera un frisbee, a tener tartán. Fue un cambio considerable, pero ese periodo fue duro porque la mayoría de los niños se marcharon. Yo recuerdo ser muchos niños cuando éramos pequeños, y después ser muy poquitos, y esos pocos seguimos vinculados hasta el día de hoy. ¡Si algunos pintamos nosotros mismos este local!
−Se habla mucho de usted como el atleta del barrio. ¿Qué significa el barrio?
−Podría contar miles de historias, incluso muchas para mayores de 18 años en las que peligraba nuestra salud y nuestra integridad física. Pero lo que hay que destacar es que todas las personas de nuestro distrito, o de Madrid en general, todos los hijos de vecino, tenemos una historia muy interesante que contar, a pesar de que no haya una medalla, y todos tenemos un héroe detrás: nuestro padre, nuestra madre sacando nuestra familia adelante, en condiciones mejores o peores...
−¿Quién es su héroe?
−He tenido muchos, algunos que han sido de barro. Cuando era pequeño, mi hermano mayor David, para mí era como un héroe. Yo veía mucho Dragon Ball y a mi padre, que era muy mayor, lo veía más como un abuelo, muy sabio, y veía a mi hermano como mi padre, y me proyectaba a mí como si yo fuera Son Gohan, que era el hijo de Goku, y Goku era mi hermano. Para mí ir a verlo a las competiciones con nuestro padre era lo más grande. Eran competiciones tipo crosses universitarios, algún campeonato de España universitario, eran competiciones de cierto nivel inferior, pero que él disfrutaba y vivía. Y sigue viviendo, porque se ha reenganchado, yo creo que un poco picado por mis resultados.
−Porque usted vino a las pistas detrás de él...
−Mi hermano estaba en BUP, creo, y se apuntó para perder peso. Yo acababa de nacer en ese momento. De pequeño venía en el carrito hasta que empecé a andar, a correr, a moverme y ya comencé a correr las populares y me enganché.
−Cuente algunas de esas historias de niño en el barrio. Dice que tenía que correr delante de...
−...Sí, quinquis, nazis... Yo creo que la gente que tiene poco, o mucho, depende, es capaz de vivir feliz en las condiciones que se le presenten. Nosotros aquí hemos tenido un poco menos, aunque yo en mi caso he vivido bien, pero en mi entorno he tenido casos más complicados, conflictivos, del día a día que ha habido en España. En cualquier caso, nosotros nos hemos adaptado, hemos vivido historias muy divertidas, hay de todo tipo, por ejemplo, hemos vivido en las alcantarillas: uno de nuestros juegos preferidos era colarnos en ellas, nos metíamos por las vías del tren en una estación antigua, y entre bichos y suciedad recorríamos todas las calles de Canillejas, señalando donde estaba la salida de la casa de cada uno... Eran cosas que hacíamos de niño, que no deberíamos haber hecho, pero eran divertidas. Y las cabañas en el cerro, nuestras carreras...
−¿El Europeo lo preparó en las pistas de Suanzes?
−En la Blume. Yo entrenaba con Pueyo en las pistas de Suanzes y era un poco autodidacta incluso, él me marcaba unas pautas y después yo hacía lo que me gustaba, lo íbamos adaptando. Entrenaba solo y estaba muy concentrado. Pero en 2010 me dejó una novia y fue un jarro de agua fría, era como estar en soledad real, me encontraba muy mal, ella y su familia tenían un entorno muy estable y me dieron cosas muy buenas, y al perder esas costumbres veía que esa temporada no iba a dar pie con bola. Me pusieron en contacto con mi entrenador actual, Arturo Martín; me vi con él, era un tío serio, que impresionaba, además estaba Arturo Casado, que había sido campeón de Europa en ese momento.
−Vaya cambio...
−Yo venía de un mundo pequeño y pasé a algo tan grande que pensaba que simplemente con entrenar ahí iba a correr más. Pero no, eso es algo que me gustaría transmitir a los jóvenes: que en sus clubes, en sus distritos, en sus pueblos se entrena exactamente igual. Entrenas tú, no entrena el sitio por ti. El Centro de Alto Rendimiento, era como algo... Demasiado, la sensación de que iba a correr más y la responsabilidad porque me había cogido mi entrenador. Pero con los años me di cuenta de que no era para tanto. Hemos creado un pequeño vínculo familiar como el que tenía en Suanzes, tenemos un grupo de entrenamiento maravilloso por el que por la mitad daría una mano y por la otra mitad daría un pie. Pero sigo vinculado a las pistas de Suanzes, en ellas he hecho doblajes [doble sesión de entrenamiento], e incluso en pretemporada bajaba con un amigo que tuvo problemas y le vino bien para reengancharse al atletismo.
−Volvió al club después de una lesión...
−Hubo un año muy complicado, después de los Juegos de Río. Cuando tienes estabilidad económica y estás tranquilo, sales de la burbuja cuando tu marca deportiva deja de confiar en ti, por una lesión o por otros factores. Me vi sin la marca deportiva, la beca de la Federación Española bajé de categoría y perdía 5.000 euros. No entendía que ocurriera esto después de haber ido a unos Juegos. Mi mánager no logró sacar nada hasta el cierre de temporada, y yo consideraba que se estaban aprovechando de la situación y pensé: «Vuelvo al club». Yo aquí nunca he recibido ni un euro, desde que era muy pequeño he tenido ofertas para ir a otros clubes, y verdaderamente le hubiera venido muy bien a mi familia, de hecho, las primeras becas que recibí por supuesto que se las di para tapar agujeros. Podría haberme ido, pero pienso que por haber crecido antes de tiempo, por haber pensado de una forma madura antes de tiempo o por haber estado rodeado de personas muy intensas y profundas en mi vida, me han conseguido centrar y decir que queme las etapas correctas, que no tenga prisa... He mamado el atletismo en este club hasta júnior de una manera altruista y divertida. Si me hubiera ido habría cambiado el chip y habría entendido el atletismo de otra manera.
−Vayamos a la final de Berlín. ¿Qué pensó en la previa?
−La semifinal la termine muy concentrado. Al siguiente día, que fue el de descanso, decidí ir con mi entrenador a hacer todo como si fuera la carrera: el calentamiento, la técnica, un 200 para activarme, hablar un poco con él, tranquilizarme... Y al terminar dije: «Estoy preparado para correr ahora». Y eso es gracias al volumen de trabajo que hemos hecho antes. Ver eso me dio tranquilidad. Además, ¡mi chica me pidió la mano en el campeonato! Me regaló un libro con anécdotas de viajes que hemos hecho y con frases de películas que se podían conectar. Y en la última hoja venía el boom: «¿Quieres casarte conmigo?». Lo leí solo en la habitación, era muy gordo y todo lo demás pasó a un segundo plano. Pensaba: «La carrera tampoco es tan importante, tengo un jaleo ahora entre manos que a ver cómo lo soluciono, planear días, fechas, cómo hacemos la boda...» Eso me tranquilizó y me ayudó un poco a no correr una y mil veces la carrera, que es lo que te quema.
−¿Y en la cabina de llamadas?
−Llegado el último momento, a punto de salir, piensas: «Esto es gordo, porque sé que de aquí a pocos minutos se va a determinar mucho, no sólo mi felicidad, también el futuro mío y de muchas personas». Al final es un deporte muy resultadista: la Federación necesita resultados para que el CSD siga invirtiendo y siga fomentando el atletismo. Te pones una mochila de presión, sales a la pista y piensas que estás sólo ante 60.000 personas y contra otros 14 tíos que quieren ganarte. Me reí con el entrenador y le dije: «¿No estaríamos más a gusto en casa, entrenando, que es lo divertido?». En el momento en el que estás preparado para todo lo gordo, que ya has hecho el trabajo duro, quieres volver a lo otro, a sufrir esas mañanas en la pista. ¡Vamos al parque a volver a correr!
−¿Y la carrera?
−Empezó lenta, me favorecía, pero yo estaba preparado para cualquier tipo de carrera. Marqué muy de cerca a Mekhissi, y mi chica y mi entrenador me echaron un poco la bronca y me decían que se me había visto el plumero. Le marcaba, no tomé ningún tipo de decisiones y me equivoqué al dejar que me tomara unos metros. En la contrarrecta tuve el momento de locura de decir: «Que sí, que sí, que lo tengo ahí, que a lo mejor desfallece», pero cuando salió de la ría tan bien,sabía que no le podía recuperar, corté y los últimos metros los dediqué a vivirlos, a respirar ese ambiente.
−Ha llegado a una cumbre. ¿Cómo mejorar ahora?
−Yo creo que voy a fijarme en qué es lo que ha ocurrido con otros atletas que han conseguido grandes resultados y de repente han cometido ciertos errores. Antes, cuando mencionabas héroes, yo decía mi hermano, pero también está Arturo Casado. Es un atleta por el que pondría dos manos encima del fuego, porque sé que todo lo que ha conseguido ha sido limpio, y hubo momentos en los que él me ayudó a seguir creyendo. Yo llegué a la Blume con la Operación Galgo, he visto muchos deportistas que te quitan... A ver, lo que ganan corriendo algunos atletas a lo mejor en sus países se multiplica por muchísimo, se convierten en marajás. Nunca voy a justificar esa decisión [habla de doparse], pero sí puedo entender que ciertas personas caigan. La clave es que el Gobierno sepa concienciar antes. Castigar después, el daño está hecho ya. Viendo la final del Mundial del año pasado en la grada pensaba que no me fiaba casi de ninguno. En sus países de origen no hay agencias independientes de dopaje, se basan en la IAAF; y la IAAF ¿cómo va a llegar a pueblos perdidos de Etiopía, Eritrea? No está tan controlado como aquí en España, y aquí sigue habiendo, hay una línea muy fina la que utilizan algunos deportistas, que están ahí jugando. Por eso decía que uno de los atletas que me dio esperanzas para seguir creyendo fue Arturo Casado al ser campeón de Europa. Me llena cada vez que hablo de él. Es un referente. Él me sigue inspirando. Yo quiero ser campeón de Europa como él, pero él también luchó con los más grandes en Mundiales y Juegos. Una medalla olímpica es el sueño de cualquier niño. Para mí probablemente sea inalcanzable, pero puedo estar cerca y aprovechar mi momento y rascar todo lo que pueda. Aprendo de él las cosas buenas y las malas: él quería la excelencia y comenzó a buscar fórmulas, a correr descalzo, la dieta paleo, los ayunos intermitentes... Y aparecieron las lesiones. De eso aprendo que no hay que cambiar nada y hay que seguir disfrutando.
−Lo que puede mejorar es la técnica...
−Si este año no me centro tanto en el cross [el año pasado hizo el circuito entero] lo haré en la técnica, aunque la técnica es algo que ya está arraigado en uno mismo, cambiar es muy difícil, por eso hay que concentrarse en categorías menores para que se dirija bien, es como un árbol, cuando ya se tuerce un poco... Gbreselassie corría con un brazo un poco a la virulé porque corría con los libros para ir a clase cuando era pequeño; en mi caso yo corro muy mal, doy cabezazos y en el paso de valla he sido muy autodidacta: cuando empecé obstáculos saltaba en Paracuellos, donde viven mis padres, en un paseo con unas vallas de separación a la carretera, bancos... No tengo un paso muy depurado, sobre todo en la aproximación y en la salida, que me clavo.
−Ahí se pueden arañar segundos...
−Por supuesto. Yo creo que tengo en el tintero una marca muy buena en obstáculos. Desconozco cuánto, sé que este año ya podía haber corrido por el 8:14-8:15, entonces creo que con mucho trabajo puedo rondar esa marca. En España en obstáculos hay un montón de ídolos de barro que están delante de mí y quiero adelantarlos, quitarlos de en medio. En esta prueba es en la que más influencia tiene el dopaje porque hay un factor aeróbico y uno de fuerza, y veías a gente que en categorías menores han sido malos, y ahí sí. Sé que sí trabajo el 10.000 por arriba puedo mejor y con muchísimo trabajo creo que podría llegar a 27 largos en 10.000... Y sé que lo habría hecho limpio. Si consigo eso, el obstáculo que tiemble. Creo que lo que tengo que mejorar es por ahí, convertirme más en fondista, porque la fuerza la tengo ya de seria.
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