Automovilismo
Gracias, Fernando
La Fórmula 1 le considera una leyenda y por eso recibió tantos homenajes en su última carrera. Sus grandes rivales, Hamilton y Vettel, le escoltaron durante la vuelta de honor. Nadie duda de que este deporte le echará de menos.
La Fórmula 1 le considera una leyenda y por eso recibió tantos homenajes en su última carrera. Sus grandes rivales, Hamilton y Vettel, le escoltaron durante la vuelta de honor. Nadie duda de que este deporte le echará de menos.
Rápido, valiente, luchador, muy inteligente, apasionado, a menudo incomprendido, agresivo, no tiene límite, un «matador». Duro. Estos son algunos de los calificativos que personajes importantes de la F-1 dedicaron a Fernando Alonso el día de su despedida. Ha sido toda una vida enfocada a uno de los deportes, sin desmerecer a otros, más difíciles del mundo en el que sólo pueden competir entre 18 y 22 pilotos. Y él ha permanecido en esta élite durante 18 años, sólo uno como piloto reserva y probador. La historia de Fernando Alonso es el relato de todo un luchador, alguien diferente a los niños de su edad, que perdió toda la juventud y casi niñez con tal de alcanzar su sueño: ser piloto de Fórmula 1. Lo tenía todo para quedarse en uno más por falta de recursos económicos, porque este deporte requiere de grandes desembolsos iniciales. Pero su padre, José Luis, fue capaz de sacar adelante la carrera deportiva de su hijo en los inicios, en el karting, donde Alonso demostró tener un talento natural que muy pocos despliegan. Y de ahí a la Fórmula Nissan y a la F-3000 y sus primeros desencuentros con los presupuestos, la falta de patrocinadores y la dura lucha en la antesala de la F-1.
Pero tenía algo que Flavio Briatore supo descubrir de la mano de Adrián Campos, el verdadero descubridor de la figura de Alonso y conocedor absoluto de lo que realmente este asturiano era capaz de hacer. Fue él quien tomó una de las decisiones más importantes en la trayectoria de Alonso, por dura que parezca: decir no a Ferrari y «sí» a Renault. Una apuesta difícil de entender en aquella época que, sin embargo, dio toda la razón a Campos pocos años después. Briatore le preparó el camino y Alonso respondió como el genio que es a los mandos de un F-1. Aunque eso significara un paso atrás como el dado en 2002, cuando Alonso ya se veía como titular en Renault y el italiano le relegó a piloto reserva. Pero desde 2003 el español ya no se bajó de un Fórmula 1. Llegaron las «poles», las victorias, y dos títulos. Pero también la primera gran decisión, fichar por McLaren para 2007, justo después de lograr el primer campeonato y cuando todavía le quedaba un año de contrato. Aún así, todavía conquistó un título más antes de partir al infierno de Woking.
Aquel 2007 será recordado por la pasión con la que Alonso luchó contra todo y todos. Contra su equipo, contra Hamilton, contra la FIA y el caso de espionaje y, en definitiva, sufriendo en primera persona la dureza de la F-1 dentro y fuera de la pista. Desde entonces el ovetense arrastró la controversia de su enfrentamiento en McLaren y eso provocó dudas en el resto de equipos. Decidió marcharse a Renault antes de recalar en Ferrari, pero la jugada no salió tan bien como esperaba. Por poco. La frustración de no tener un coche ganador pudo con él y apostó por su vuelta a McLaren con un macro proyecto liderado por Honda. Todo resultó un fiasco.
Pero Alonso es leyenda por su forma de conducir, por su forma de pelear con el más grande, con Schumacher, al que venció en una cruenta batalla que obligó a «Schumi» y a Ferrari a sacar lo mejor de ambos incluso en los despachos. Pero no pudieron con él. Ayer dijo adiós. Puede que vuelva y, si lo hace, lo hará con mucha fuerza, como mejor piloto y, desde luego, como uno de los más temidos. Ayer le rindieron pleitesía «grandes» como Hamilton y Vettel.
Al término de la carrera, la organización le permitió acabar la prueba en la recta junto a los ganadores. Un sentido homenaje que ni siquiera Schumacher tuvo en su momento. La realidad es que la F-1 le echará de menos. Ya no hay pilotos como él. Su consistencia y capacidad de adaptación dejarán huella en este deporte.
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