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La inesperada amistad que nació tras el famoso “Rafa, no me jodas” de hace 25 años

Rafa Guerrero sigue siendo conserje en el mismo colegio en el que trabajaba de árbitro y el ex futbolista Xavi Aguado lleva un campus de fútbol

Xavi Aguado y Rafa Guerrero, grandes amigos
Xavi Aguado y Rafa Guerrero, grandes amigosLa Razón

Rafa Guerrero va con prisa. Ha pasado el mediodía y cuando atiende la llamada de este periódico le queda muy poco para ir a abrir la puerta del colegio del que sigue siendo conserje y en el que ya no sorprende a los padres futboleros. Ya les habrán contado a sus hijos la jugada que sucedió hace 25 años y que ha quedado grabada en la memoria de todos los aficionados. Rafa Guerrero lleva allí toda la vida, echa cuentas de lo que le queda para la jubilación según las declaraciones de Escrivá y cada 29 de septiembre, San Rafael, recuerda aquella noche en La Romareda cuando pasó de ser un juez de línea anónimo a convertirse, para su desgracia, en una celebridad.

En un Zaragoza-Barcelona que iban ganando los locales por un tanto, Rafa, desde la banda, vio, sin balón por medio, un manotazo de un futbolista del Zaragoza al barcelonista Couto, que se fue al suelo. Llamó al árbitro y le dijo que el 6 había dado el golpe y que era «penalti y expulsión». Mejuto González, ahora delegado del Getafe, y árbitro principal de ese encuentro, sospecha lo que le viene encima y le vuelve a preguntar varias veces su asistente. Lo hace con insistencia. No duda Rafa: penalti y expulsión, y ha sido el 6.

Xavi Aguado es comentarista en Marca y, además, desde hace once años es el director general del campus Fairplay en Zaragoza. Allí enseña a los niños a jugar al fútbol durante la temporada y en los campus de verano. «Que aprendan, que disfruten y que se hagan mejores personas», explica. Dedica muchas horas a la tecnificación, algo que se suele olvidar en los entrenamientos colectivos: controlar un balón o elegir la parte del pie para dar un pase o para un remate. Ve las mejoras asombrosas de los niños cuando va avanzando la temporada.

No les pone, aunque debería, el vídeo de la jugada de La Romareda. Debería ponerlo, porque enseñaría como nadie el comportamiento más correcto que se puede dar en un campo de fútbol.

Su compañero García Sanjuán es el primero que le avisa que le van a expulsar, que Rafa Guerrero ha visto un manotazo y ha dicho que le expulsen.

«Pide el cambio», le dice ante el asombro de Xavi.

«¿Cómo voy a pedir el cambio si están todos en la banda?», recuerda ahora con humor. En la banda se vivía un huracán de voces, protestas y cámaras grabando. Mejuto va y viene, Rafa sigue impasible, el zaragocista Solana se acerca, protesta, pero no es hasta que se ha tomado la decisión cuando confiesa: «He sido yo y no le he golpeado».

Mejuto va a por el seis y le expulsa «Nunca me acerqué a la zona donde las protestas», dice Xavi: «Y cuando Mejuto me expulsa, me tiro al suelo porque podía cometer una locura. Era lo mejor que podía hacer porque tenía la sensación de que me habían fastidiado sin hacer nada. Cuando me fui al vestuario, se me acercaron periodistas, que en ese momento podían hacer entrevistas a pie campo y no quise hablar. Después, en el rato en el vestuario, en la ducha, me calmé e hice el propósito de no buscar polémica».

Es probable que tras tantos años sus recuerdos se mezclen con las imágenes grabadas y los sonidos que, una y otra vez, vio toda España. A Rafa Guerrero le cambió la vida: «Tuve muchísimos partidos después, me quedó una larga carrera deportiva, pero siempre viajaba con el error en la maleta. Tenía una cámara para mí en el partido o en los viajes, los otros árbitros salían a dar un paseo por la ciudad o iban a tomar algo; yo, en cambio, muchas veces me encerré en muchas habitaciones de hotel. La gente me conocía y había que evitar cosas. Lleve una vida monacal desde aquello». A Xavi Aguado, cuando hacía una falta, el público le gritaba «Ha sido el 6», con cachondeo. «Pero me ponían en el foco y varias amarillas que vi desde entonces son porque esos gritos me ponían en la lupa del árbitro. Si 40.000 personas gritan ha sido el seis, pues...».

La vida pasó. Poco después de retirarse, Xavi Aguado fue a pasar un día en una peña zaragocista en León. Marcelino, el presidente, invitó también a Rafa Guerrero.

«¿Me has conocido ya?, soy yo», le preguntó Xavi Aguado a Rafa Guerrero nada más verle. Después se abrazaron: «Es uno de los abrazos más sentidos de mi vida», recuerda Rafa con un temblor en la voz. «Yo le di las gracias por su comportamiento. Él ni fue ni a protestarme y asumió el error que yo había cometido. A Xavi ni me lo toquen», insiste. «Si cada vez recuerdo con más cariño ese día es por la gente que conocí después y Xavi es maravilloso. Fue un futbolista increíble, pero nada comparado como es como persona».

La vida pasó, sí y en vez de olvidar, nació una amistad: «Olvídate», recuerda Xavi Aguado que le dijo tras el abrazo. «La gente que no conoce a Rafa Guerrero habla por hablar. Ese día intercambiamos teléfonos y nos seguimos y nos gastamos bromas. Es una persona entrañable y generosa. Sigue en el trabajo que tenia en aquella época... Un día, en ‘’El Chiringuito’', salió con unas gafas nuevas de pasta. Le escribí: ‘’Demasiado tarde’'».