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Atlético de Madrid

A la final, a toda Costa

Los rojiblancos se enfrentarán al Madrid en la final de la Copa tras el empate en el Pizjuán Marcaron Diego Costa, Falcao, Navas y Rakitic

Falcao celebra un gol larazon

El Atlético de Madrid jugará el próximo 18 de mayo la final de la Copa del Rey contra el Real Madrid después de empatar a domicilio (2-2) con el Sevilla.

Los Sevilla-Atlético y viceversa siempre han sido eléctricos. No hace falta calentar los partidos para que prenda la chispa y el terreno de juego se convierta en una especie de campo de batalla donde priman otras cosas por encima del fútbol. Anoche hubo un poco de todo porque los de Emery se jugaban la temporada y los de Simeone soñaban con la final de Copa como brillante broche a su excelente temporada. Al final, fueron los rojiblancos los que tendrán el honor de enfrentarse al Real Madrid. Diego Costa y Falcao se encargaron de acallar el Pizjuán. Fueron los dinamiteros de un partido que duró media hora porque se acabó con el tanto de Falcao, aunque el Sevilla no se rindió y lo intentó hasta el final.

Unai Emery no sorprendió a nadie. Once de gala, vocación ofensiva y a por Courtois. Simeone, por su parte, tiró de la manta y se tapó con Raúl García, más fuerte, más llegada y más gol que Koke, que tiene más cabeza, más pase y mejor toque de balón. La presencia de «Cata» Díaz era obligada y Tiago le ha ganado el puesto a Mario Suárez. Cartas, pues, boca arriba en los técnicos, con el Sevilla como dueño del balón en los inicios y el Atlético a la expectativa, esperando su ocasión para cazar con Falcao y Diego Costa.

Y fue el brasileño el primero que dio un puñetazo. No le marcaba Del Nido, el que le vigilaba era Botía, y Diego tuvo tiempo de revolverse, cambiarse el balón de pie y mandarlo lejos de Beto. Mejor imposible. Un gol que era un tesoro porque el Sevilla seguía en afán ofensivo. A través de Medel y Navas buscaban a Negredo. Lo mismo que Rakitic y Reyes. Pero el Atlético estaba firme en defensa, no sufría en exceso y Courtois ganaba todos los balones aéreos. Miranda le ganaba la pelea a Negredo y «Cata» cumplía sin excentricidades.

Había partido y había un inconmensurable Diego Costa, que se dio una carrera descomunal para ganar un balón pegado al costado izquierdo. Corrió unos metros, se fue a la línea de fondo y puso un centro en el que Falcao dio un recital de recursos ante Botía. Amagó el desmarque, dio un paso adelante, dejó desnudo al central sevillista y remató con precisión con la izquierda. Otro puñetazo rojiblanco y la final cada vez más cerca. Los dos puñales de Simeone estuvieron perfectos en la definición y el Sevilla era víctima de su ansiedad, de sus prisas y de su impotencia, aunque Navas, una pesadilla para Filipe, se marcó un golazo poco antes del descanso. Un descanso que le vino bien al Atlético porque Mario, sustituto del lesionado Tiago, que se retiró con un fuerte golpe en un brazo, y Gabi dieron un paso atrás y eso permitió a Kondogbia, Rakitic y Medel ocupar mejor los espacios. Por su parte, Raúl García ayudaba a Juanfran en la derecha y Arda era un verso suelto, que se movía preferentemente por la izquierda, pero que era el chico de los recados para ayudar y apagar incendios cuando la presión sevillista se intensificaba.

Navas es un pequeño genio. Y fue el que lo hizo casi todo en el segundo tiempo. Disparó, se fue de los defensores, puso centros y creó peligro mientras el Sevilla no se entregaba y el Atlético, demasiado defensivo, no mataba al contragolpe. Diego Costa falló por milímetros y Falcao cabeceó a las nubes solo ante Beto. La réplica la puso Negredo, que se las tenías tiesas con «Cata» Díaz.

Con los minutos subió la tensión. Simeone y Emery mandaron nuevos guerreros a la lucha. Allí estaban Manu del Moral, Cristian Rodríguez, Cicinho y Koke. El combate estaba decidido. En el centro del ring mandaba Diego Costa, al que Medel y Kondogbia fueron a buscar. El Sevilla perdía la eliminatoria y también, los papeles. El Atlético no quería más guerras, la batalla la había ganado con los goles de Diego Costa y Falcao en la primera parte. Simeone pedía tranquilidad. La final y la gloria eran suyas. Ahora espera el Madrid.