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Pleno al seis de Correa y el Atlético

Otro gol del argentino, el tercero del curso, permite a los rojiblancos derrotar al Elche en la vuelta del público al Wanda

Correa celebra el gol ante el Elche
Correa celebra el gol ante el ElcheAFP7 vía Europa PressAFP7 vía Europa Press

Nadie puede tener más puntos que el campeón al cabo de dos jornadas de Liga, ya que el Atlético 21/22 cuenta sus comparecencias por victorias. La segunda de la temporada, la primera en el Wanda Metropolitano al calor de su hinchada mucho tiempo después, lleva la firma de Ángel Correa, que sigue en estado de gracia y que acapara el cien por cien de los goles colchoneros en este arranque de campaña. Tras el doblete de Vigo, el solitario tanto con el que ayer ganaron los rojiblancos a un Elche que tienen mucho que reprocharle a su portero, Kiko Casilla, por su pésima salida en la acción que decidió el encuentro.

El once de Simeone fue un derroche de audacia, una apuesta decididamente ofensiva en la que sólo figuraban dos defensas de oficio, en vista de que los laterales los ocupaban Marcos Llorente y Saúl, más habitual el protagonismo de ambos en el área rival que en la propia. La primera aproximación, de hecho, fue un zapatazo lejano de Ñíguez que se perdió no lejos de la escuadra. En la delantera, como punzón de un ejército de medias puntas, Ángel Correa: no busquen más, es el hombre en forma de este mes de agosto.

Languidecía la primera mitad sin ocasiones locales y sin siquiera preocupaciones para los chicos de Escribá, que ya se animaban incluso a estirarse, cuando De Paul robó un balón en el centro del campo y se la puso en largo a su compatriota. Lo de «en largo» no es una licencia, ya que la pelota quedó dividida entre Correa y Kiko Casilla con ventaja para el guardameta que, dentro de su área, eligió la peor de las tres opciones. 1) cogerla con la mano; 2) reventarla con el pie; y 3) dar una patada al aire. Ángel y su estado de forma no desprecian tamaña gentileza. Control con la espuela y remate con el exterior a la escuadra para evitar el salvamento de Verdú, que cubría la puerta desguarnecida por su inepto cancerbero.

Simeone se blindó para la segunda parte retrasando a Kondogbia, tan solvente de tercer central como de pivote, porque el Elche no claudicaba y crecía sobre todo al son de Fidel. Encarando los veinte minutos finales, el debutante Benedetto recordaba con un tiro seco atajado por Oblak cuán endeble es el escudo de quien se parapeta tras una ventaja mínima. Pese a la ocasión de Carrasco en los albores del segundo periodo, parecía que el plan del Atlético consistía sólo en defender el 1-0. Con la pelota, en largas fases de posesión sin real intención atacante, y también sin ella cuando los levantinos apretaban.

La salida de Suárez buscaba mitigar la inanidad del fútbol colchonero, siquiera porque el uruguayo exige vigilancia extrema. Lo consiguió en parte Simeone, ya que Escribá no varió su esquema de tres centrales –tres elementos atornillados en su mitad del campo– en todo el encuentro, tampoco cuando Bigas se lesionó en los instantes finales y lo suplió con otro defensa, Diego González. Tras la heroica salvación de mayo, el técnico franjiverde persiste en sus convicciones conservadores y ha saldado las dos primeras jornadas con un solo gol en contra, regalado por Casilla, y ninguno a favor. «Ya entrarán», debe pensar el muy taimado.

Lo cierto es que, pese a algún apuro en el tramo central del segundo tiempo, el Atlético acabó el partido la mar de tranquilo, sin que Oblak se viese requerido en ningún momento más allá del referido disparo de Benedetto. Supo narcotizar el partido el campeón, que no quiere abandonar el cetro que lo consagra como rey absoluto de la victoria mínima. A Simeone le compran los 1-0, esa mercancía valiosísima que con tanto esnobismo desprecian en otros parajes. El público se fue encantado a casa tras responder, como en los viejos tiempos, a las arengas del Cholo.