Deportes

Fútbol

Valencia-Atlético de Madrid. El Atlético se desarma en Mestalla (3-3)

El Valencia igualó el partido con dos tantos en el tiempo añadido

Los jugadores del Valencia celebran el empate
Los jugadores del Valencia celebran el empateBiel AlinoEFE

Poco más de diez minutos en el campo bastaron a Hugo Duro para equilibrar un partido que el Atlético creía ganado. Entró en el tiempo de descuento con dos goles de ventaja, una situación que el equipo de Simeone en otros tiempos hubiera administrado para ganar este partido y el siguiente.

Pero no hace falta tanto ahora para que se desmorone. El primer tanto del Valencia había dado pistas de esa fragilidad que ahora afecta al Atlético. El Valencia necesitó la ayuda de Savic para empujar a la portería el rechace de Oblak a un disparo de Guedes. El montenegrino es desde hace tiempo el defensa más sólido de su equipo, pero todo se contagia.

Fue mala suerte ese gol. No tanto los que llegaron después, en el tiempo añadido. Hugo Duro se coló entre los centrales para rematar un pase de Gayá en un contraataque. La desatención se prolongó hasta el final del partido y en un córner encontró el ex jugador del Castilla y del Getafe el gol que igualaba el partido. Nadie se ocupó de él y remató de cabeza en soledad.

Desperdició el Atlético su dominio durante todo el partido. El Valencia parecía inofensivo y entre De Paul, Griezmann y Correa parecían suficientes para desmontar al quinteto de centrocampistas que había preparado Bordalás.

Contaba, además, el Atlético con Luis Suárez, siempre preparado para el remate. El uruguayo puso a su equipo por delante después de rematar una extraordinaria jugada de Griezmann y de Correa y el Atlético parecía feliz. El disgusto por el empate de Savic en su portería duró poco.

Antoine Griezmann se hizo imprescindible en el su primera época en el Atlético porque era capaz de atacar y defender con la misma intensidad. Pocos jugadores de su categoría son capaces de desgastarse en su campo para robar una pelota. Y eso fue lo que hizo en la segunda mitad para volver a poner al Atlético por delante. Se fue a presionar a Guillamón en el centro del campo, le quitó el balón y avanzó sin que nadie lo estorbara hasta que encontró el lugar apropiado para disparar. Se acercó al área y metió la pelota en la escuadra.

Poco después llegó el tanto de Vrsaljko, con suspens porque fue necesaria la intervención del videoarbitraje. La duda era una mano de Luis Suárez antes de rematar la pelota que empujó el lateral croata a la red. Era un hombre feliz Vrsaljko, poco acostumbrado a jugar y mucho menos a marcar.

El subcampeón del mundo tuvo que salir al campo después de la lesión de Trippier. El inglés salió con el brazo en cabestrillo después de golpearse el hombro contra el suelo en una caída.

Todo parecía encaminado hacia una victoria del Atlético, pero tardó muy poco en desmoronarse lo que había construido el equipo de Simeone hasta ese momento. «El equipo ha perdido por culpa del entrenador», decía el Cholo después del encuentro. Pero ni el Atlético perdió ni el Cholo estaba en el campo para volver a tiempo de defender el contraataque que dio origen al primer gol de Hugo Duro ni pudo marcar al delantero valencianista en el córner para que no rematara solo el tanto de la igualada.

Nunca un equipo de Bordalás había marcado un gol al Atlético de Simeone. Pero nunca el Atlético había padecido la debilidad defensiva que le afecta ahora. Ha conseguido solucionar alguno de los problemas que le afectaban en ataque. Todo están bien cuando se mira hacia arriba con Luis Suárez, Griezmann, Correa y Joao Félix, que fue suplente en Mestalla. Y con De Paul, en el que ha encontrado el mediocentro que necesitaba para organizar el juego en ataque. Tiene pase en largo, pase en corto y mantiene el equilibrio en defensa.

Pero aún así el Atlético no fue capaz de mantener su ventaja de dos goles y de seguir avanzando en la lucha por repetir el título que consiguió el año pasado. El mismo equipo que hace años era capaz de sentirse cómodo con un empate a cero y sacando balones de su área porque sabía que antes o después llegaría su oportunidad ahora se desmorona cuando el viento sopla en contra.