Liga de Campeones
El Bayern recupera el hambre
En 23 minutos liquidó la eliminatoria con un triplete de Lewandowski, pero siempre quiere más y metió siete al Salzburgo
El Bayerrn ha recuperado la voracidad de sus mejores tiempos. Es un equipo que no tiene piedad del enemigo y que siempre quiere un gol más. Podía haberse conformado con el triplete de Lewandowski, que en 23 minutos resolvió todas las dudas que pudiera tener su equipo después del 1-1 de la ida. El campeón alemán sólo necesitó el acierto de su «9» para liquidar el partido y la eliminatoria. Forzó dos penaltis, los dos del ex sevillista Wober, que reaccionó siempre tarde a los giros del polaco cuando recibía de espaldas en el área. Los dos penaltis fueron parecidos y los dos los marcó por el mismo sitio el delantero del Bayern, a la derecha del portero, que nunca intuyó por dónde le iban los disparos.
El tercero lo marcó casi sin querer después de que Kohn, el guardameta del equipo austriaco, saliera a despejar un balón al borde del área. Rebotó en Lewandowski y el rechace fue directo al palo. El polaco, que había seguido la jugada, remató con el muslo el hat-trick más rápìdo en la Liga de Campeones.
La eliminatoria estaba resuelta en 23 minutos y la resistencia del Salzburgo, desvanecida después de un comienzo que hacía prever un desarrollo diferente del partido. En los primeros minutos amenazó la portería de Neuer con un disparo del argentino Capaldo que despejó a córner Coman.
Fue un espejismo, una ilusión que Lewandowski se encargó de borrar. El Bayern, sin demasiado esfuerzo, pasaba por encima de su rival y no se conformaba con lo que había conseguido el polaco.
Nagelsmann había preparado una alineación muy ofensiva, con sólo tres defensas y una pareja de mediocentros de ataque, en la que Musiala era el acompañante de Kimmich. Por delante, Sané tenía libertad para moverse lejos de las bandas que ocupaban Gnabry y Coman. Gnabry marcó el cuarto antes del descanso para confirmar la goleada que sólo dejaba ánimos al Salzburgo para desear que el tiempo pasara cuanto antes.
Müller, un jugador indefinible, marcó el quinto con un movimiento perfecto de delantero. Se giró en el área después de recibir de espaldas como había hecho Lewandowski antes de los penaltis. El sexto se lo regaló Sané, que se guardó para él el séptimo.
El Salzburgo respondió lo justo para no marcharse con el cero en el marcador. Y encontró su gol en un remate perfecto de Kjaergaard para terminar un contraataque. Escaso consuelo.
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