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Copa del Rey

Un imperecedero Joaquín lleva al Betis a la final

Borja Iglesias igualó el gol de Bebé y el equipo de Pellegrini hizo valer la ventaja de la ida

Iván Balliu con el Rayo Vallecano.
Iván Balliu con el Rayo Vallecano.AFP7 vía Europa PressAFP7 vía Europa Press

Con cuarenta años y diecisiete después de la última campaña victoriosa del Betis, de la que fue protagonista, Joaquín Sánchez condujo a los verdiblancos a la final de Copa que disputará el próximo 23 de abril en Sevilla, en La Cartuja, contra el Valencia. El Rayo, con mucho mérito y más fútbol, llegó a igualar la eliminatoria pero Joaquín, en el descuento, sacó de la chistera una de esas jugadas que lo han llevado hasta el Olimpo del beticismo para dar un pase excelso a Canales y que Borja Iglesias decidiese la semifinal.

Andoni Iraola dispuso a sus muchachos, de salida, muy cerca del área de Claudio Bravo, más que para el Betis no atacase que para generar un peligro que, en realidad, sólo se intuía cuando arremetía Fran García por la izquierda. Con todo, la primera gran ocasión –como la otra que hubo en la primera parte– fue local, al cabecear Juanmi con poderío un centro de Sabaly. Luca Zidane se estiró oportunamente, igual que estuvo atento pasada la media hora, cuando Álex Moreno incurrió por el otro carril hasta el mismo, donde puso un pase de la muerte que Mario Suárez despejó hacia su portería.

A pesar de que la defensa bética despejó sin problema la media docena de córneres que lanzó el Rayo en la primera parte, la sensación era que los madrileños estaban ganando la batalla táctica gracias al cortocircuito provocado por Pathé Ciss y Trejo, los comandantes en jefe del pressing, entre William Carvalho y los otros dos vértices del triángulo mágico de Pellegrini. Renqueantes en las vísperas, Fekir y Canales correteaban por el césped sin la participación de costumbre y la grada, volcánica al principio, empezaba a apagarse al son de su equipo. Al entrenador chileno no le gustaba lo que veía y aspaventaba en el área técnica. Había prometido en la víspera que no especularía el resultado de la ida… pero justo eso parecía que hacía.

Fue más la grada que el equipo la que entendió que la hora era complicada, y por eso recibió del descanso a sus jugadores con atronadores cánticos. El rival era inasequible al ambiente, sin embargo, y continuó con su trabajo de zapa después de diez minutos de cortesía en los que parecía que el Betis dominaría el debate. Pero el campo volvió a volcarse hacia Bravo después de un tiro alto de Canales y poco más. El momentito de picante lo puso Martínez Munuera, que completaba un excelente arbitraje a la inglesa, sin pitar contactitos, cuando se llevó la mano a la oreja. Guido Rodríguez cortó con la mano un centro de Sergi Guardiola, aunque la caída del argentino le evitó el castigo.

Ya en el cuarto final del partido, los minutos de todos los miedos, el Rayo se lanzó con descaro al ataque y empezó a dejar intersticios por los que se colaban las contras béticas, dos de ellas muy peligrosas: un tiro con rosca de Carvalho y un remate cercano de Fekir que embolsó Luca. Paradójicamente, o no tanto porque la cercanía del premio atenaza, los nervios se ponían de punta cuando mejor estaban los locales. Y tenían razón, porque Bebé largaba un zambombazo con una falta desde más de treinta metros que entraba por la escuadra para igualar una eliminatoria que desnivelaba Joaquín con su magia. El capitán del Betis, en el segundo minuto del descuento, durmió un saque de su portero con un control espléndido, metió un pase interior para Canales, que remató con el exterior a gol… aunque Fran Garecía aún llegó a tiempo para despejar sobre el pie de Borja Iglesias, que siguió la jugada con picardía. A la final.