Catar

Di María, el jugador más caro del mundo

El PSG pagará 63 millones por el «Fideo», que ha movido cerca de 200 en sus cuatro traspasos

Di María
Di Maríalarazon

Ángel di María pasó el fin de semana por Doha, pero no para conocer los atractivos turístico de Qatar, sino porque es en la capital del emirato donde tiene su base la compañía de Nasser Ghanem Al-Khelaifi, el propietario del París Saint-Germain. En el Golfo Pérsico pasó el futbolista argentino algún día de relax, se supone, pero sobre todo pasó el reconocimiento médico previo a su fichaje por el PSG. El Manchester United, sólo un año después del culebrón que supuso su salida del Madrid, lo ha traspasado por 63 millones de euros.

En el fútbol se pulverizan plusmarcas de dispendio cada verano, pero lo de Di María es recurrente. Ni Messi, ni Cristiano Ronaldo, ni caprichos como su nuevo compañero Ibrahimovic, ni locuras mercadotécnicas como Sterling. El jugador más caro del mundo es el «Fideo», que a sus 27 años no ha sido jamás considerado entre los grandes «cracks» del planeta, pero ya ha sumado la friolera de 179 millones de euros (declarados) pagados por él en cuatro traspasos. El mérito y el beneficio, como el de tantos negocios pingües en este loco mundo del balón, debe atribuírsele al «superagente» portugués Jorge Mendes.

El ojo clínico de Mendes se fijó en un Di María adolescente que despuntaba en su primera temporada con el plantel profesional de Rosario Central. No llegó a los cuarenta partidos con la camiseta auriazul de los «canallas», pero el representante luso tenía grandes planes para él y lo hizo desembarcar en el Benfica, uno de los clubes con los que trabaja de manera preferente. El club lisboeta es un grande y en él los jóvenes se curten, pero también tiene margen en un campeonato de segundo nivel como el de Portugal

Con la zamarra roja de «las águilas», Di María no transitó un camino fácil. Eran años de dominio insultante del Oporto y el «Fideo» llegaba para reemplazar a una gloria benfiquista como Simao. En su primera campaña jugó pocos partidos como titular y su estrella habría declinado si no llega a ser convocado para los Juegos Olímpicos de Pekín, donde, con Messi al mando y Maradona de asesor técnico, Argentina ganó la medalla de oro. El triunfo en China, y el nombramiento del «Pelusa» como seleccionador, asentó en la albiceleste a su generación y así, Di María llegó al Mundial de Suráfrica como un futbolista consagrado.

La relación privilegiada de Mendes con el Real Madrid hizo que Florentino Pérez pagase la friolera de 33 millones por un jugador destinado a cumplir roles secundarios que, no obstante, ofreció un magnífico rendimiento en las cuatro temporadas en las que vistió de blanco: 36 goles marcados en los casi 200 partidos oficiales que jugó y seis títulos en el zurrón, entre ellos la «Décima» de Lisboa. Su marcha al United fue una operación más «política» que futbolística. La convivencia con Bale estaba destinada a ser perniciosa para el argentino, que no sólo competía con la calidad del galés sino con su condición de «galáctico», es decir, de insustituible en las alineaciones. Paralelamente, Van Gaal estaba obligado a reconstruir casi desde cero a los «Diablos Rojos» después de la temporada infausta de David Moyes. La chequera inagotable de los grandes de Inglaterra hizo el resto: 75 millones sacaron a Di María del Bernabéu.

El entrenador holandés le dio la camiseta número «7» del United, una túnica con mucha púrpura por ser la que llevaron Cantona, Beckham y Cristiano Ronaldo. Quizá le pesó la responsabilidad o, probablemente, se contagió de la mediocridad de todo el equipo, pero un año después, Mendes le ha conseguido otro gran contrato con el jeque del París Saint-Germain, que no parará hasta ser campeón de Europa... y él mismo, después de su boda, se ha embolsado una nueva comisión.