Atlético de Madrid
Gameiro y Oblak lo disfrazan
Un gol del francés y las paradas del esloveno dan al Atlético el triunfo en Balaídos
Un gol del francés y las paradas del esloveno dan al Atlético el triunfo en Balaídos.
Cuando el juego no importa y lo que priman son los resultados, el triunfo del Atlético es incuestionable. No se discute porque Gameiro acertó en una de las pocas ocasiones que tuvo el equipo rojiblanco y porque Oblak volvió a ser decisivo cuando el Celta buscó el gol con ahínco. Los tres puntos son, pues, un tesoro para los de Simeone, que llegaban muy necesitados a Balaídos. Otra cosa son los argumentos para conseguirlo, aunque el más exigente de los seguidores colchoneros se apuntaría siempre a ganar cómo lo hizo su equipo en Vigo.
En su faceta defensiva pocas pegas se le pueden poner al Atlético. Acumulación de hombres por detrás de la pelota; trabajo estajanovista de Godín, Savic, los laterales, Gabi y Thomas para impedir las acciones de los atacantes gallegos a las que se sumaban Wass, Jony y Hugo Mallo. Y cuando los defensores se vieron desbordados aparecía un espectacular Oblak para abortar cualquier intento gallego. El partido acabó con un taconazo de Guidetti que detuvo el esloveno. Antes había hecho paradas de mérito a Iago Aspas, que fue el que con más empeño buscó la portería, siempre desde lejos; a Sergi Gómez, un cabezazo suyo obligó a Oblak a meter una mano espectacular, a Mario Gómez, a Pione Sisto y al mencionado Guidetti.
Superioridad céltica
Muchas llegadas, mucha posesión, pero ni un mal gol para los de Unzué, que fueron mejores en el control del balón, en las transiciones, en la idea colectiva del juego, proyectándose con Hugo Mallo y Jony por los costados y presionando la salida de balón del rival, asignatura pendiente de los de Simeone. Si siempre les cuesta, ayer fue aún peor porque Savic y Godín dieron muchos pelotazos sin sentido. Gabi, más de lo mismo. Thomas hizo algún cambio de juego con lógica, pero tampoco Saúl, muy empeñado en conducir por dentro y en la acción individual para desbordar rivales, aportó lucidez a un centro del campo que se vio superado por el esfuerzo de Hernández, Lobotka y Wass, con Iago unos metros retrasado para tener espacios. Flojos, en cambio, Sisto y Gómez.
Alivio
Cuando marcó Gameiro, a la salida de un córner, provocado por un disparo de Griezmann desviado por Sergio Álvarez, Simeone debió sentirse aliviado porque su equipo andaba con dudas y prefirió quedarse en su campo antes que dar un paso adelante. El Celta atacaba, llegaba, pero moría en las manos de Oblak. El Atlético comenzaba a ser un muro, que se agarraba a su gol como un niño a una piruleta.
Unzué tardó en mover el banquillo y jugar con defensa de tres. Simeone no había tenido escrupulos para meter a Gaitán y a Giménez. Unas veces eran cinco los centrocampistas, con Griezmann de avanzadilla, siempre dependiendo de la posición del balón. Defensa y defensa como en la NBA para que el Celta no se encontrase cómodo en su afán ofensivo. Al final, el Cholo no quería líos y sacó a Filipe Luis por el intermitente Correa. Seis defensas (Juanfran, Savic, Giménez, Godín, Lucas y Filipe Luis) para aguantar el último arreón gallego y conseguir un triunfo muy trabajado, con esfuerzo, pero sin nada de fútbol. Sólo importaba ganar.
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