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El banquillo calma a Luis Enrique

Polémico como jugador, como técnico mantiene un discurso moderado y respetuoso. Los periodistas parecen su único enemigo

Luis Enrique da instrucciones desde la banda en partido del Barcelona
Luis Enrique da instrucciones desde la banda en partido del Barcelonalarazon

Polémico como jugador, como técnico mantiene un discurso moderado y respetuoso. Los periodistas parecen su único enemigo

Luis Enrique mantiene la misma figura de cuando era jugador. Se cuida. Se le ha visto ir al entrenamiento en bicicleta y cuando puede se escapa a hacer rutas sobre dos ruedas. Después de colgar las botas hizo triatlones, incluso llegó a completar algún iroman, la competición más dura en el deporte que combina la natación, la bici y la carrera a pie. Su físico es parecido salvo por los inevitebles cambios de la edad, pero el banquillo parece haberle calmado. Sigue siendo un hombre de carácter. «Y eso viene bien a los futbolistas», admite Adriano, que ayer se lesionó y no llegará al clásico, en el que tampoco iba a ser titular porque la torcedura de tobillo de Jordi Alba tiene buena pinta. Por ese carácter se le fichó, pero su discurso en la sala de prensa se ha moderado. El Luis Enrique jugador encontró en el Barcelona una segunda casa. No tardó en convertirse en ídolo de la afición y en el enemigo del eterno rival, su club de procedencia. «Me veo en los cromos vestido del Real Madrid y no me reconozco», llegó a decir. Dejó mucho poso en el vestuario y ex compañeros como Rivaldo han asegurado que «Lucho» «era el amo».

Ese discurso más retador se ha sosegado ahora. Luis Enrique no concede entrevistas personalizadas, pero se expone a los medios antes y después de cada partido. Es complicado oírle hablar de los árbitros, aunque alguna vez se le haya escapado, siempre tiene un tono de respeto con el rival y mantiene la calma tanto en la victoria como en la derrota. Ni cuando iba mal, al principio, lo consideraba un drama ni cuando ha ganado cinco títulos en un año y está con opciones de repetir tal éxito, e incluso mejorarlo, saca pecho. «Vamos a pinchar todos los grandes», repite cada vez que se le pregunta si la Liga está ganada, lo mismo que decía cuando se vio por detrás del Madrid. No suele entrar en polémicas y sus únicos enemigos parecen los periodistas. Es rara la conferencia de prensa en la que no tenga algún enganchón con ellos, de mayor o menor recorrido. «Es mucho mejor de lo que la gente piensa o puede interpretar cuando lo ve en ruedas de prensa. Es una persona cercana, que va de cara, que no te falla», opina Puyol en los medios oficiales del Barça.

Ayer se vio a Luis Enrique emocionado al referirse a Cruyff, aunque no llegaron a coincidir. El técnico había pedido su fichaje, pero en mayo de 1996 fue despedido. No importó. Ese verano, el asturiano se convirtió en azulgrana y comenzó a empaparse de la filosofía que ahora sigue transmitiendo, con los matices propios. Acumula 39 partidos sin perder. Vivirá el clásico de forma especial, pero tranquilo. Lo máximo que dijo tras el 0-4 del Bernabéu fue que le sabía «a gloria bendita».