F. C. Barcelona
Insólito: el Espanyol asiste al Barça
El equipo de Quique dominaba hasta que Jurado regaló el primer gol a Luis Suárez, que también hizo el 0-3, otro donativo «perico».
El equipo de Quique dominaba hasta que Jurado regaló el primer gol a Luis Suárez, que también hizo el 0-3, otro donativo «perico».
Cincuenta minutos de control, de fútbol comprimido, de vigilancia extrema, de discutir la pelota al Barça y de anular a sus figuras, se fueron al carajo cuando Jurado, en el centro del campo, junto a la banda, decidió pasar atrás con el exterior, un lujo de jugadores técnicos, y en vez de entregar la pelota a un compañero se la dio a Luis Suárez, que arrancó solo y desarmó a Diego López. El uruguayo suele ser letal en situaciones favorables, mucho más con todo el terreno despejado por delante. Le tocaba al Espanyol recomponer la figura después de ese regalo colosal.
Cada partido del Barça, como del Madrid, es una final. Habían ganado los de Zidane al Valencia, casi de milagro, con un gol de Marcelo en el minuto 86. Celebró el Bernabéu el derechazo de su lateral izquierdo. Correspondía a los azulgrana dar el do de pecho en Cornellá para conservar el liderato, pues cualquier resultado que no sea la victoria, en esta recta final podría ser un lastre definitivo.
Al Barça, tan distinto del que goleó con tremenda facilidad a Osasuna, se le notaban los nervios de la situación, como se advertía nítidamente que el equipo de Quique Sánchez Flores no es de Segunda, como el navarro. Durante 50 minutos fue mejor que el líder; más que dominar, controló, y cuando el vecino se colocó los galones, le maniató.
La confianza absoluta en la MSN, el fiarlo todo a la inspiración de Messi, sobre todo, Suárez o Neymar, se desvanece cuando el balón no circula con fluidez y la vigilancia sobre el tridente es providencial. Desactivaba el Espanyol la iniciativa del Barcelona y no le concedía un milímetro. Concentración absoluta, el ambiente en el graderío impedía a los «periquitos» aflojar. Corría más peligro la portería del vistante que la del anfitrión, y tuvo Jurado en sus botas la posibilidad de romper el equilibrio cuando chutó en buena posición, pero el disparo salió demasiado cruzado.
No se desmoralizaban los jugadores de Quique, insistían, molestaban, marcaban muy encima, presionaban con acierto y defendían con autoridad. El Barça no encontraba la manera de llegar con ventaja a la portería de Diego López, hasta que Jurado, cinco minutos después del descanso, se confió y, «sobrado» en la acción, abrió de par en par a la zorra la puerta del gallinero.
Luis Suárez, que andaba discutido con el gol, y eso lo acusa su equipo, agradeció el regalo y cuando Diego López iniciaba la salida, desesperada, le batió. Chutó junto al poste. El meta estaba vendido. El Espanyol trató de no desmoralizarse, el golpe había sido durísimo, estaba más cerca de la victoria que del empate y perdía... No mejoró el fútbol del Barcelona con el regalo. Continuaba impreciso, Messi no ofrecía su mejor versión, sus dos compañeros de ataque proseguían atascados y el resto echaba de menos a Iniesta. André Gomes, por más goles que le meta a Osasuna, no es de Albacete.
Tampoco encontraba el Espanyol el camino hacia Ter Stegen, contragolpeaba con tan pocos efectivos que se perdían en la maraña barcelonista. Ya no era el equipo compacto del principio, y Messi estaba ahí, que como dice Pepe Mel, lo ves caminando, de repente arranca y cuando te quieres dar cuenta el balón está en tu portería. Así ocurrió, se desmarcó, regate en corto y pase providencial a Rakitic, que dejó boquiabierto a Diego López cuando chutó. No lo esperaba por ahí.
Era el minuto 76, el Barcelona ganaba 0-2 y el Espanyol ya no era un equipo sólido. No gana en casa al vecino desde aquel 3-1 que se antoja hoy milagroso de la temporada 2006-07. Y con regalos tan espléndidos como el del pobre Jurado, repetir la hazaña es imposible. A los grandes no hay que darles facilidades, te matan si te descuidas. Y te entierran si persistes con los donativos: el 0-3, de Suárez también, otra propina.
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