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El Chiringuito de Pedrerol: Di María, otro «caso Özil»

El argentino se ha querido ir por dinero, rechazó la oferta de renovación del club y quería jugar en la posición de Bale

Di María
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El argentino se ha querido ir por dinero, rechazó la oferta de renovación del club y quería jugar en la posición de Bale

Se va por dinero. Ni más ni menos. Es lícito que se marche donde quiera, pero Di María no ha actuado como esperaban los aficionados merengues. Al argentino le han dado todo el cariño y el futbolista no ha estado a la altura. Todo es negociable. Cuando uno se quiere quedar lo demuestra en cada gesto, en cada detalle. El Madrid le ofreció doblarle el sueldo. Y Di María dijo «no». Así de claro.

La oferta se produjo antes del Mundial. Su respuesta fue negativa. En su primera comparecencia con la selección argentina se dejó querer públicamente. Se puso en el mercado. Se autodeclaró transferible y dejó todas las dudas del mundo sobre su futuro pese a tener contrato en vigor. Mal, de muy mal gusto. Los aficionados le habían perdonado su desafortunado gesto a la grada del Bernabéu tocándose los cataplines. Un hecho grave, muy grave. Pero Ancelotti le perdonó la sanción. Le cuidó como a un hijo. Le dio la titularidad y luego no se ha visto correspondido.

Es cierto que Di María sí rindió sobre el campo con creces. Ahí devolvió la confianza de su entrenador. Hizo una segunda parte de temporada brillante. Eléctrico, imprevisible, hábil, desequilibrante. Se adaptó bien a la posición en la que le «acomodó» Ancelotti en el centro del campo, junto a Xabi Alonso y Modric. El argentino es un fantástico jugador que se ha hecho estrella en el Madrid. Pero no se ha sentido valorado. Tiene celos de Bale. Quería el puesto del galés en el campo. Pero, sobre todo, quiere dinero, más dinero que Ramos, Alonso o Casillas. Su representante argentino, con ayuda de Jorge Mendes, se puso manos a la obra e inició una gira por Europa. Primero Francia, con Mónaco y PSG, y después Inglaterra, Manchester y Chelsea. Finalmente, Van Gaal se llevará el gato al agua.

El Madrid pierde a un futbolista importante, eso nadie lo discute. Pero necesita a jugadores comprometidos, a aquellos que se sientan orgullosos de pertenecer al club. Y Di María no estaba ni comprometido ni orgulloso. Cada año ha querido irse. Casi siempre por dinero.

Se repite el «caso Özil». Su marcha parecía un desastre y fue duramente criticado por muchos en su momento. Pues, sin él, el equipo respondió y acabó un año triunfal. Llegó la Copa del Rey y, sobre todo, la ansiada Décima y el alemán pasó un año para olvidar en el Arsenal. Ahora, lo que son las cosas, nadie se acuerda del jugador alemán, que ya dejó en las arcas del club casi 50 millones. Ahora Di María va a dejar 75 más otros 15 en variables. Nadie es imprescindible. El Madrid no puede depender de los caprichos de nadie. Está por encima de todo y de todos.