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Barajas

El Chiringuito de Pedrerol: Jugaron al escondite

Tras hacer el ridículo en el campo, los jugadores se van del Mundial amenazando a periodistas y huyendo de la gente

Foto: Efe
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Ayer la Selección huyó de la gente para poner fin a un Mundial desastroso. Lo más grave no han sido los dos horribles partidos contra Holanda y Chile. Tampoco que algunos se borraran del último ante Australia. Ni las malas caras en el entrenamiento. Ni la dejadez de varios jugadores. Ni el desprecio de Del Bosque a Villa. Ni que se fueran de Curitiba vestidos de calle. O que ningún capitán hayan comparecido en conferencia de prensa tras perder contra Chile. Ni siquiera las amenazas y los insultos de Jordi Alba y Busquets a un periodista. No. Lo más grave de todo ha sido el plantón que los jugadores dieron a los 300 aficionados que, a pesar de todo, sin importarles este patético campeonato que han disputado sus ídolos, fueron a Barajas a animarles y darles su cariño. ¡Qué decepción!

Se han cargado su imagen

España no sólo ha tirado su cartel de mejor equipo del mundo, que al final es lo de menos. Se ha cargado también esa imagen tan pregonada en los últimos seis años, ese cartel que tenían los jugadores de referentes para toda la sociedad, para esos niños de los que ayer escaparon a toda velocidad. Por mucho que Del Bosque repita que son «chicos majísimos», ayer no lo demostraron. A él es al primero al que algunos han traicionado negándose a jugar contra Australia o viendo el partido desde el banquillo como si estuvieran disfrutando de una película de humor. O poniendo malas caras y entrenando con una dejadez imperdonable. No se puede consentir esa falta de profesionalidad. Y si algún jugador, como Xabi Alonso, se atreve a cuestionar la actitud del grupo, se le echan encima. Han estado demasiado consentidos estos años, y ya está bien. Han dilapidado su imagen y hay quien ha enseñado su verdadero carácter.

Hay que dar la cara

Es muy triste ser una de las primeras selecciones en marcharse del Mundial, pero más todavía de la forma en que se ha hecho. Sin la equipación oficial del equipo. Incluso algunos, como Cesc, apremiados por sus parejas para irse de vacaciones lo antes posible. ¿Qué respeto es ese por el fútbol español y por su afición? ¿En qué están pensando? Vicente del Bosque no ha sabido mantener la unidad de un grupo que se ha roto en mil pedazos, y también tiene que hacer autocrítica. Su cambio a Villa en su último partido con España, aunque él dijera que no lo sabía, ha sido otro gesto que ha empañado este fin de ciclo. No nos merecíamos esto. Por no hablar de las amenazas e insultos de Jordi Alba a un periodista, secundado por su amigo Busquets. Cuando las críticas son buenas, cuando todos les ponen por las nubes... no dicen nada. Pero sobre todo, hay que dar la cara ante la derrota. Y con educación.

El peor Mundial posible

Pero lo peor de todo se vivió en la llegada de la expedición a Barajas. Carreras por los pasillos de terminal en terminal... niños con pancartas y la cara pintada para ver a sus ídolos, llenos de ilusión, para estar al lado de los jugadores en un momento tan difícil. Incluso algún aficionado en silla de ruedas. No se merecían ese desprecio. Al menos un guiño, un detalle, un gesto. Pues nada de nada. Es intolerable. ¡Qué vergüenza! ¡Qué falta de sensibilidad! ¡Qué falta de respeto! ¡Qué Federación tenemos! ¿En qué manos estamos? Vaya manera de perder. Despreciando a la afición, la que mantiene vivo este negocio del fútbol. Sólo les faltaba eso. Esconderse de la gente.