Grupo B
Mario Fernandes, el brasileño al que nacionalizó Putin
Estuvo cuatro días desaparecido, superó una depresión y se alejó del alcohol. No habla ruso y es feliz en Moscú
La trayectoria de Mario Fernandes es un carrusel de emociones. Un viaje que le cambió la vida, otro que pudo hacerlo, una desaparición, demasiadas fiestas, mucho alcohol y una depresión, todo eso cabe en los 30 años de existencia de este brasileño que se nacionalizó ruso en 2016. Vive en Moscú desde 2012, cuando fichó por el CSKA, pero estos nueve años no le han parecido tiempo suficiente para hablar en ruso, idioma del que maneja un vocabulario muy reducido. Va por la vida como lo haría por su São Caetano do Sul natal, hablando en portugués, pero por la calle Gorki de Moscú.
Formado en el São Caetano, Mario Fernandes fichó por Gremio de Porto Alegre con 19 años. Entonces, un mundo nuevo lleno de tentaciones se abrió ante sus ojos y el suelo desapareció bajo sus pies. Perdió contacto con la realidad y su vida y su carrera estuvieron en serio peligro. Cuando apenas llevaba una semana en su nueva ciudad, Fernandes se enteró de que lo suyo no había sido una cesión, sino un traspaso. Esto le afectó profundamente, desapareció y fue encontrado cuatro días después a casi 1.000 kilómetros, en casa de uno de sus tíos. Estaba hambriento y agotado y con evidentes signos de depresión. Después de un mes hospitalizado y bajo tratamiento salió del agujero en el que había caído. Mario Fernandes no había sabido manejar la presión que supuso su fichaje y se vio superado por la situación. “Solo quería volver a casa”, declaró en una de las pocas ocasiones en las que hablado sobre el tema.
Asentado en el lateral derecho de Gremio, en 2011, con 21 años, le llegó la oportunidad de debutar con Brasil. Fue convocado por Mario Menezes para un amistoso de la selección absoluta contra Argentina, pero Fernandes no apareció por la concentración. “No se sentía cómodo con la idea de jugar con la selección”, aseguró su agente, que aludió a “problemas personales” para justificar una ausencia que nunca quedó bien explicada.
En aquella época se le llegó a vincular con el Real Madrid, pero la operación no llegó a concretarse y en 2012 se produjo un momento crucial en la vida de Mario Fernandes. Fue traspasado al CSKA de Moscú, que pagó por él 17 millones de euros. En Rusia sufrió una transformación personal gracias, según cuenta él mismo, a la religión. “En Brasil bebía mucho, pasaba las noches en clubes nocturnos y me perdía entrenamientos. Cuando llegué a Moscú sabía que existía una iglesia brasileña. Las personas de ahí me ayudaron y cambié rápidamente”, contó Fernandes.
Centrado en su profesión y adaptado a su nuevo país, a este defensa la vida no dejó de sorprenderle y en 2014 fue convocado por Brasil para jugar un amistoso contra Japón. Esta vez Mario Fernandes sí acudió e incluso llegó a debutar. Aunque sus raíces estaban en Brasil, su cabeza y su corazón ya pertenecían a Rusia. Inició los trámites para conseguir la nacionalidad rusa, un proceso que se demoró más de lo previsto. Hasta que intervino el presidente Vladimir Putin y le concedió la nacionalidad por vía urgente en 2016.
Con su nuevo pasaporte disputó el Mundial de 2018 en Rusia y sus buenas actuaciones le permitieron superar las reticencias de muchos aficionados y de parte de la prensa. “Antes del torneo muchos se preguntaban por qué necesitábamos nacionalizarle si ni siquiera habla ruso. Es poco probable que esa cuestión alguien se la pueda hacer ahora”, se publicó en el diario Sport Express.
En 2020 fue elegido Gentleman del año en la Liga rusa. Definitivamente, Mario Fernandes ha cambiado. Ahora es un caballero.
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