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Carlos Kameni durante su etapa en el Málaga.
Carlos Kameni durante su etapa en el Málaga.larazon

El Barcelona no aprovecha el empate del Madrid y pierde en Málaga la ocasión de ponerse líder y depender de sí mismo. Neymar, expulsado.

La típica «venganza» del ex que tantas veces se ha visto en el mundo del fútbol tuvo un nuevo capítulo ayer en La Rosaleda. Sandro, ex futbolista del Barcelona, ejecutó al equipo de Luis Enrique en una jornada en las que se la prometían muy felices los azulgrana y acabaron peor de lo que habían empezado, un punto más atrás. El Real Madrid había empatado el derbi, por lo que cedió la oportunidad al Barça de ponerse primero, aunque con un partido más, y de depender de sí mismo para conquistar la Liga, pues queda todavía el clásico del Bernabéu. La ocasión era inmejorable ante un oponente de la parte baja de la tabla, aunque es un viejo fantasma del Barcelona recientemente. Le cuesta meterle mano al conjunto andaluz y ni la inyección de moral que suponía el tropiezo del líder sirvió. Ganó el Málaga porque lo mereció ante un equipo que lo intentó a lo bruto y sin juego. Terminó desesperado, sobre todo Neymar, expulsado de forma absurda cuando los suyos más le necesitaban.

Sería fácil recurrir a la falta de actitud para justificar lo que se estaba viendo. Pero el problema era, en realidad, futbolístico. Luis Enrique tuvo que recurrir a las rotaciones y el centro del campo volvió a ser un solar. Míchel mandó vigilancia extrema a Busquets y sin él los interiores no existieron, sobre todo Denis Suárez. Apenas participó. Se vio más a André Gomes, pero no mejor. Irregular de nuevo el portugués y algo lento después de que Messi le filtrara un pase que le dejaba solo frente a Kameni. Rosales llegó a tapar el hueco y ahí murió la oportunidad. No fue la más clara, ésa la tuvo Luis Suárez, en una nueva conexión con Jordi Alba. Centro largo, control, remate y paradón de Kameni, que está acostumbrado a amargar las jornadas al Barcelona. Fueron acciones aisladas, pese a la actividad de Messi. El Málaga estaba más o menos cómodo, porque tenía a su rival lejos de su portería. No se metió atrás y siempre dio sensación de peligro. Tenía el control el Barça, pero sin profundidad, y se comió la acción de Sandro a la carrera. Ganó la espalda a Mathieu y aunque parecía avanzar lento, llegó ante Ter Stegen y marcó. El portero pudo hacer más.

En defensa de Gomes y Suárez, la entrada de Iniesta justo tras el descanso tampoco activó al equipo. Metió al Málaga más atrás, pero siguió sin dar miedo. De hecho, fue el equipo de Míchel quien dispuso de las mejores oportunidades a la contra, desaprovechadas por Juanpi o Peñaranda. La remontada la tuvo que buscar el Barça sin Neymar, autoexpulsado. Una amarilla por atarse las botas delante del balón y no dejar lanzar una falta y otro por una entrada dura y a destiempo que no venía a cuento.

La sentencia no llegó antes porque Gil Manzano anuló un gol legal a Peñaranda. También se comió un penalti muy claro a Sergi Roberto en un mal arbitraje. El partido le superó. Se ganó el Málaga el triunfo por la solidaridad para tapar todos los huecos y secar a un Barça en el que la participación de Messi no bastó. El «10» esta vez no estuvo fino en los tiros de falta directos. En días así se pierden ligas.