Testigo Directo

¿Vive alguien ahí?

Doha es una ciudad en permanente construcción. Se levantan edificios con la misma facilidad que se abandonan

Una imagen de Qatar
Una imagen de QatarArchivo

Doha es una ciudad en permanente construcción. Se levantan edificios a cada paso, pero da la sensación de que se abandonan con la misma facilidad con la que se comienzan a construir.

Esqueletos de ladrillo adornan las calles con aspecto de fantasma desvalido. Ni rastro de maquinaria, de material o de cualquier cosa que indique que esas casas van a cumplir su propósito. Por supuesto, tampoco se ve a nadie trabajando para que esos edificios salgan adelante.

Son solo sombras de lo que pudieron ser. Restos de lo imaginado que vive en abandono. No sería aquí por falta de dinero, como sucedía en la España del pelotazo, cuando los grandes proyectos se quedaban a medio hacer como triste recuerdo de lo que quisieron ser. Edificios sin ventanas porque no llegaron a tiempo para su afición. No importa demasiado porque todavía queda desierto por construir. Muchas hectáreas de terreno arenoso que pueden acabar siendo cualquier cosa. Sin planes de urbanismo que los ordene. Sin criterio aparente. Mientras haya dinero, los ladrillos pueden ir apilándose unos encima de otros.

Tampoco mejora mucho el aspecto de los edificios cuando se terminan. Y no me refiero a los rascacielos o las construcciones del centro de la ciudad. Ya no dan sensación de abandonados, pero siguen pareciendo igual de vacíos. Como si fueran urbanizaciones de costa en el mes de febrero. Se ven coches aparcados, muchos, pero no se detectan movimientos humanos.

Apenas unas pocas luces encendidas en medio de la oscuridad dan la sensación de que hay algo que respira ahí dentro. Pero siguen pareciendo de cartón piedra. Decorados de un Mundial irreal organizado para vender un país al mundo. Con sus extras para dar un poco de color. Como si todo fuera de verdad.