Mundial
La esclavitud del estilo enterró a España
No se puede jugar al fútbol sólo de una manera por muy bien que se haga. La riqueza está en la variedad y de eso nosotros andamos escasos
Lo que se anticipó en la derrota frente a Japón, se certificó ante Marruecos en un partido que la selección magrebí supo jugar mucho mejor que España y terminó con los de Luis Enrique de vuelta a casa, casi a las primeras de cambio.
La incapacidad de la selección para encontrar alguna alternativa a los problemas que le plantean los rivales ha terminado en una justa eliminación. No había quien se creyera la reflexión de la expedición que llevó al equipo a caer con la selección nipona, pero escuchando las argumentaciones de la falta de ideas ante Marruecos, la sensación es que se engañan ellos solos. España tiene una gran virtud. Demuestra ante el mundo que tiene una idea muy clara de fútbol que sabe llevar a la practica mejor que nadie, pero las carencias son demasiadas como para resolver problemas que plantean equipos muy bien trabajados.
A Luis Enrique no se le pasa por la cabeza un mínimo cambio táctico que sacuda un poco el árbol cuando las necesidades del partido lo piden a gritos. Ya sea poblando más el centro del campo o metiendo varios delanteros en el área. En el polo opuesto de lo que dijo el gran Groucho Marx, la selección española tiene un principio ha decidido morir con él, sin tener la más mínima intención de ampliar el abanico de opciones.
Este equipo ha tenido un único protagonista, un entrenador que ha buscado ser el foco mediático sin discusión y para él será la máxima responsabilidad de esta debacle. La honestidad del técnico asturiano es palmaria, pero la obcecación en su idea de juego termina por convertir a la selección en un equipo débil y tremendamente previsible, a expensas de una calidad individual que no ha aparecido y una personalidad que no se ha tenido. No se puede jugar al fútbol sólo de una manera por muy bien que se haga. La riqueza está en la variedad y de eso nosotros andamos escasos.
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