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El tiempo de descuento, más decisivo que nunca

El 19% de los partidos de laLiga disputados en las primeras 14 jornadas han cambiado el reparto de los puntos más allá del minuto 90

Lemar celebra el gol que le dio el triunfo al Atlético en el campo del Espanyol en el minuto 99
Lemar celebra el gol que le dio el triunfo al Atlético en el campo del Espanyol en el minuto 99Enric FontcubertaEFE

Uno de los protagonistas estrella de las quejas a los árbitros esta temporada está siendo el tiempo de prolongación. Aquellos que se quedan muy cerca de conseguir el resultado deseado argumentan que el colegiado ha añadido muy pocos minutos para todos los que se han perdido entre saques del portero y lesiones, fingidas o no, de los futbolistas rivales. En la otra acera de las reclamaciones están los que vieron cómo su botín se reducía o desaparecía directamente más allá del 90 y clamaban al árbitro por haber extendido tanto el encuentro cuando no había necesidad. En otra época el descuento era una anécdota, porque nunca iba más allá de los tres minutos y no había tiempo para casi nada. Pero en este fútbol moderno de pausas de hidratación cuando el sol aprieta y parones prolongados para que los técnicos del VAR tiren la línea o llamen al colegiado de campo para que vea una acción, la prolongación juega un papel muy importante y hay mucho encuentro que se decide en esos minutos extra.

De los 136 partidos que se han disputado en las 14 jornadas de la Liga 2021-22 en 26 de ellos el reparto de los puntos se modificó superado el minuto 90. Es decir, que el 19,1 por ciento de los choques consumidos vio cómo el signo de la quiniela cambiaba cuando parecía que ya no había tiempo para nada. El primer descuento que llamó la atención en este campeonato fue el de Espanyol-Atlético disputado en Cornellà. Ese día, Thomas Lemar le dio el triunfo a los rojiblancos en el minuto 99, condenando a los barceloneses a morir en la orilla después de mucho tiempo remando. Ese tanto fue uno de los 33 que se han marcado en tiempo de prolongación y está también dentro del grupo de los 25 que fueron decisivos para el resultado final.

La igualdad de esta Liga hace que los marcadores suelan ser apretados y que los equipos sientan que casi siempre hay una esperanza para darle la vuelta. Ya hace tiempo que se acabó aquello de que los grandes golearan con facilidad o que ciertos conjuntos supieran que había días que simplemente iban a intentar que el saco de goles fuese lo más pequeño posible. «Lo de ganar fácil en el fútbol actualmente no existe», han repetido en los últimos tiempos muchos entrenadores, desde Zidane a Guardiola pasando por Koeman o ahora Xavi. Es complicado cerrar los resultados en la primera hora de juego y cuando la cosa llega apretada al final todo es posible. Además, con los cinco cambios, los equipos pueden mantener el físico y dejarse aire para un último arreón.

Bien lo sabe el Atlético, que ganaba 1-3 en Mestalla en el minuto 60 y vio cómo Hugo Duro anotaba en el 93 y el 96 para darle un punto al Valencia con el que casi nadie contaba. Los de Bordalás ya habían hecho una hazaña parecida tres jornadas antes frente al Mallorca, con el que perdían 0-2 en el minuto 38. Y todo parecía decidido hasta que Guedes y Gayà, en el 93 y el 98 rescataron otro puntito para los valencianistas. Los baleares también fueron víctimas de un gol del Cádiz en el añadido y se tomaron la revancha frente al Elche con un tanto de Maffeo en el minuto 95. Los de Luis García Plaza han sido uno de los clubes con unos periodos de prolongación más ajetreados. Y algo parecido le sucede al Alavés, que en las dos últimas jornadas ha vivido la cara y la cruz de los cambios de resultado cuando el tiempo se agotaba. Primero fue Joselu el que castigó al maltrecho Levante con un tanto en el 91 que culminaba la remontada de los vitorianos, y siete días después, en la jornada 14, eran los de Calleja los que se dejaban dos puntos en el 92 ante el Sevilla en el Sánchez-Pizjuán. Fue Rakitic el que con un tiro cruzado tras una dejada de Rafa Mir, salvaba de alguna manera un mal partido de los de Lopetegui, que evitaron la derrota a base de fe y bajo una intensa lluvia.

Esta explosión goleadora en los alargues ha coincidido con la vuelta masiva del público a la grada, un ingrediente que está lanzando a los equipos que juegan como locales. Durante mucho tiempo el fútbol fue a puerta cerrada, con eco y muy frío, lo que hacía que los futbolistas se sintiesen cómodos por un lado, pero a la vez les costase elevar las pulsaciones que tienen que ver con la épica. Ahora los locales vuelven a tener el aliento de la grada y los visitantes sienten el miedo a la remontada del rival. Puede ser una de las explicaciones junto a la posibilidad de refrescar al equipo con las sustituciones y lo igualadas que están las plantillas hacia abajo por culpa de la crisis económica. La realidad es que no se puede dar el partido por ganado antes de tiempo, porque, aunque suene a tópico, está demostrado que el encuentro no acaba hasta que pita el colegiado y cada vez lo hace más tarde.