Fútbol

Real Madrid - Barcelona (4-1): Vinicius aniquila al Barcelona y gana la Supercopa

El Real Madrid gana al Barcelona la Supercopa con una goleada que hasta se quedó corta. Vinicius hizo tres goles y Rodrygo el otro

RIAD (ARABIA SAUDÍ), 14/01/2024.- Los jugadores del Real Madrid celebran el cuarto gol de su equipo anotado por el delantero brasileño Rodrygo durante la final de la Supercopa de España que Real Madrid y FC Barcelona disputan este domingo en el estadio Al Awwal Park de Riad, en Arabia Saudí. EFE/Juan Carlos Cárdenas
REAL MADRID - FC BARCELONAJuan Carlos CárdenasAgencia EFE

El ADN del Barcelona, repite Xavi, para agarrarse a algo, porque se está quedando sin nada con lo que mantenerse en la superficie. El año pasado la Supercopa fue su punto de inflexión; puede que este año también, pero en la otra dirección. El Barcelona fue superado, aniquilado por el Real Madrid vertiginoso de Vinicius, elegante de Bellingham, encendido de Carvajal, solidario de Kroos, inagotable de Valverde o alocado de Rüdiger. El equipo de Ancelotti lleva una temporada sensaciona y en Arabia, en la final de la Supercopa, contra su gran rival, se dio un regalo, un gustazo, una goleada de las buenas de esas que hacen daño y dejan al rival tiritando y te convencen de que este año se puede conseguir todo.

Al menos ya ha conseguido lo primero, la Supercopa, en la que el equipo de Ancelotti ha estado excepcional. Ganó los dos últimos partidos de LaLiga por un gol de balón parado, quizá porque los tenía todos los goles guardados para los compromisos grandes, los exigentes. O eso parecían porque el Real Madrid los ha resuelto con goleadas. Cinco goles le hizo al Atlético, en un partido en el que tuvo que rehacerse y agotarse y cuatro le hizo al Barcelona, en un encuentro el que siempre tuvo las llaves del encuentro. Demasiado superior para los de Xavi, con las ideas mucho más claras.

Empezando por la portería, donde después del partido de Kepa, Ancelotti apostó por Lunin y ya anunció que lo va a hacer también el próximo jueves, en Copa contra el Atlético de Madrid. Lunin hizo un partido con el que resolvió todas las dudas que podía tener Ancelotti. Hoy, está varios pasos por encima de Kepa y cuando empujó el Barcelona, apareció siempre, sin dudas ni timideces. El fútbol es así: un portero que parecía llamado a abandonar el Real Madrid para un equipo de varios escalones por debajo ahora es un seguro para un equipo defensivamente solidario.

Lunin atrás fue importante, pero fue Vinicius el que mató al Barcelona. No duda tampoco Ancelotti acerca del papel del brasileño: fue él quien le dio la confianza y está siendo él quien está recogiendo los frutos. Xavi puso a Araujo para cubrirle porque siempre han vivido batallas emocionantes, varias de ellas ganadas por el defensa azulgrana. No le valió. Araujo hizo el penalti del 3-1 y no terminó el partido, expulsado por una patada al tobillo del brasileño en la segunda mitad.

Vinicius vivió un festival ante la defensa adelantada del Barcelona. No está claro qué quería hacer Xavi, pero adjetivarlo de temerario es poco. Si el plan era presionar al Real Madrid con todo el equipo, hubo quien no le escuchó. Una defensa tan adelantada contra Vinicius y Rodrygo ya es jugar con fuego. Hacerlo mientras el resto del equipo no presiona la salida del balón es hacer mal tu trabajo. El crédito del Xavi futbolista se va desgastando pasito a pasito, aunque esta final de la Supercopa es un salto hacia su descrédito como entrenador. El Barcelona defendió muy mal, muy frágil siempre, sin balón, pero más con balón. Tenía la pelota, pero el que dominaba era el Real Madrid. Y cuando atacó, no supo cómo hacer daño a un rival muy ordenado, que a veces se echó demasiado atrás, pero que siempre tuvo en la cabeza la portería rival. Era una actitud defensiva cagarda de puñales. Cuatro.

Ancelotti apostó más que nunca a jugar sin delantero centro, con Vinicius muy a la izquierda y Rodrygo muy a la derecha y por dentro entraba quien quisiese. La defensa azulgrana se adelantaba y se perdía. Cuando quiso darse cuenta, Bellingham, que fue de menos a la excelencia, hizo un juego de pies, como Laudrup, como Zidane y se inventó un pase a Vinicius. Poco después, sin necesidad de lujos, Carvajal dio otro pase larguísimo a Rodrygo para que este le diera a Vini el segundo tanto. Entre la defensa azulgrana y su portero había un continente vacío, Siberia helada para el Barcelona.

El Real Madrid vio tan claro lo de las contras, que se fue para atrás, puede que demasiado. Le dio la pelota al Barcelona, donde Gundogan intentaba llevar la manija y Ferran Torres llegaba al remate. La inercia y el marcador hizo que el Real Madrid se pegase demasiado a su portero. El Barcelona estuvo con vida ahí, llegando bien y marcando finalmente gracias a Lewandowski, en un trallazo desde fuera del área, lo único que no pudo parar Lunin.

Había partido, vio un poco de oxígeno Xavi en esa jugada y en los suyos. Pero es demasiado frágil atrás, vive con miedo. Araujo empujó a Vinicius y fue el brasileño quien se pidió lanzar el penalti. No falló porque hasta esa suerte también ha cambiado en el Real Madrid. Con el Barcelona entregado, Rodrygo hizo el cuarto, Araujo dejó el partido y el Real Madrid decidió que no iba a hacer sangre. Sólo Brahim, que no entiende de minutos basura, buscó un gol más, seguir la fiesta, prolongar hasta el final esa felicidad.