Villar sólo se enteró del adiós de Blatter cuando lo anunció

En 1988, en el fútbol español mandaba la Quinta del Buitre y el Barcelona no había ganado ni una Copa de Europa. Messi tenía un año y en España gobernaba Felipe González. En 1988 Ángel María Villar ya era presidente de la Federación Española de Fútbol. Han cambiado el mundo y el fútbol, ha cambiado todo a su alrededor, pero él sigue dirigiendo la institución más importante del deporte más influyente de este país. Ha tenido Secretarios de Estado a favor y en contra; presidentes de la Liga con los que no se habla; y algún contrincante que le ha dado guerra en alguna elección, pero Ángel María Villar siempre ha resistido. Ahora ha caído Blatter, y más que nunca, se ha quedado en una situación inestable dentro de la FIFA y de la que no está muy claro cómo saldrá. Sin embargo, puede que triunfe, porque ha sabido adaptarse a las situaciones.

Aunque haya quedado en el lado de los perdedores. Europa había decidido votar en contra del ya ex presidente de la FIFA, pero Villar no siguió ese consejo y le dio su apoyo. Es vicepresidente de la institución y siempre ha sido un hombre cercano al hasta hace poco máximo mandatario del fútbol. O no tanto. Personas que estuvieron hablando con Villar pocos minutos antes de que Blatter anunciaba que ponía fin a su mandato aseguran que no sabía nada. O que si lo sabía se hacía el despistado, como si no se enterase de qué iba el asunto. Pero no le consideran tan buen actor. Lo cierto es que la FIFA sufría un terremoto y Villar no estaba al tanto de los movimientos de tierra bajo sus pies.

«Es una persona que vive por y para el fútbol. Fue un gran jugador y es bueno tener en la FIFA a un presidente como él. Es un buen amigo mío, algo que no siempre es así en mi Comité Ejecutivo, y un apoyo constante a mis ideas», decía Blatter sobre Villar en 2012. Ahora ha caído y el presidente de la Federación sigue sin hacer ni un movimiento y sin decir nada públicamente. Aparece en algunos actos, pero no abre la boca. Está, como todos, a la espera de lo que suceda. Nadie quiere dar un paso en falso en público, mientras los movimientos se hacen en la sombra. Villar está expectante, pero también lo está Luis Figo, por ejemplo, que fue aspirante a la presidencia y que, contactado por este periódico, asegura que ahora mismo no quiere pronunciarse.

Cuando Jimmy, el hincha del Dépor, fue asesinado en Madrid, Villar no dijo nada; cuando se pitó el himno, Villar no dijo nada. Estuvo en el homenaje a Xavi y hay una foto de antes de que comenzase el Congreso de la FIFA, en la que se da un abrazo con Blatter. Pero ni supo de su salida ni opina cómo le ha afectado personalmente.

En la investigación que ha impulsado la Justicia americana, el nombre de Villar sólo sale porque tendrá que declarar sobre la adjudicación de los Mundiales de 2018 y 2022. Al primero, España se presentaba unida con Portugal. El presidente de la Federación se movió para intentar conseguir votos a cambio de apoyar él al Mundial posterior. Según el libro «The Ugly Game», fue a través de su hijo Gorka como se puso en contacto con la candidatura de Qatar. Después estuvo negociando con ella y la votó para que organizaran el campeonato. Le aseguró su voto, el de Nicolas Leoz, Grondona y Texeira. Todos implicados en oscuros asuntos en la FIFA. Villar viajó a Doha junto a Eduardo Dervishaj, coordinador general del departamento de licencias de UEFA de la Federación, en un charter que costó 10.000 dólares pagados por Qatar y que después le llevó a Bielorrusia, donde tenía una reunión.

Lo que no está tan claro es que el Emirato árabe y todos los votos que arrastraba (por lo menos prometían tres) devolviese el favor. Porque, por ahora, es Rusia quien va a organizar el próximo Mundial. Por ahora, que en la FIFA, en estos momentos, todo está en el aire.

Después, según varias informaciones salidas en periódicos ingleses se ha sabido que Qatar fue muy generosa a la hora de premiar a quien le ayudó. «Nos ganó Rusia brillantemente. Les deseo lo mejor de todo corazón. Harán un gran Mundial. Son gente muy afectiva. Qatar nos votó, teníamos un pacto. Bueno, como se hacen estas cosas. Si me votas yo te voto. Es normal. Yo les voté y ellos me votaron. Así se hacen las cosas, digan lo que digan», aseguraba Villar a «El País» en una de las pocas entrevistas que ha dado.

Nadie se atreve a apostar por el futuro de Ángel María Villar en el fútbol internacional, donde tanto poder ha llegado a tener. Pero no se apuesta ni a favor ni en contra. Ha sido un hombre que ha resistido todo y si su nombre no ha salido en la investigación, podría no salir y todo continuar igual que hasta ahora.

Él, en casa, se siente fuerte. Siete mandatos lleva en la Federación Española y sólo dos veces se ha enfrentado a un candidato. La primera vez que ganó, en 1988; y después, en 2004. La última vez, sin nadie en contra, en 2012, Villar fue elegido por los 179 asambleístas, con 161 votos a favor, cinco en blanco, y uno nulo. Un triunfo absoluto de una Federación que controla como nadie. Casado, con tres hijos y ya abuelo, se le echa en cara todas las propiedades que posee: desde una casa en el barrio de Salamanca en Madrid, uno de los más caros de España, otra de veraneo en Altea, dos pisos en el centro de Bilbao y otra propiedad en Santo Domingo de la Calzada. Según la propia Federación, su presidente cobra 151.504,36 al año, a lo que habría que sumar las dietas cuando viaja a la FIFA o a la UEFA. Alguna vez, Villar ha asegurado que apenas para en casa y que se pasa el tiempo volando de un lado para otro, haciendo su trabajo.

Platini

Presidente de la UEFA

El gran ex futbolista francés nunca tuvo buena relación con Blatter. Desde que estalló el escándalo se puso en contra de Blatter y pidió que no se le votara.

Villar

Federación Española y vicepresidente FIFA y UEFA

Se saltó la recomendación de la UEFA y votó por Blatter, de quien siempre ha sido alguien cercano. No ha hecho declaraciones públicas acerca de la caída de su amigo.

Blater

Ex presidente de la FIFA

Aguantó la investigación de Estados Unidos y se ganó la quinta reelección para, pocos días después, presentar su dimisión, quizá presionado por lo que se podía descubrir.