Nueva York
Furyk y Scott, líderes del 'birdie' en Oak Hill
La imagen de Oak Hill, la sede del último Grande del año, como un campo monstruoso, de garras largas y afiladas, quedó en entredicho por los trabajos del estadounidense Jim Furyk y el australiano Adam Scott, ambos con 65 golpes (-5) y los mejores en el comienzo del US PGA en Rochester (Nueva York).
Furyk, el golfista con el 'swing' más heterodoxo del circuito, y Scott, asido al 'putter' escoba que será prohibido a partir de 2016, se encargaron de desmitificar a base de 'birdies' este recorrido, ayudados, eso sí, por la receptividad de los 'greenes' húmedos de las lluvias.
Furyk, de 43 años y un Abierto estadounidense ya en su currículo, y Scott, el último Chaqueta Verde de Augusta, comenzaron la batalla en Oak Hill con la lección aprendida. Entre ambos sumaron una docena de 'birdies', repartida a partes iguales pero con una serie formidable por parte del australiano.
Scott encadenó cinco 'birdies' consecutivos. Su inspiración paralizó el campo, antes de que lo hiciera, en efecto, una tormenta con aparato eléctrico durante una hora y diez minutos.
Pero Adam Scott, el joven atleta del golf que llevó a Australia la primera chaqueta de Augusta, no fue el único en sorprender en Oak Hill. Un español de 49 años, Miguel Ángel Jiménez, sigue en una racha asombrosa y también fue capaz de encadenar cinco 'birdies' consecutivos.
Jiménez se situó en vanguardia, pero la interrupción y dos doble 'bogeys', sobre todo el último en el hoyo 16, le relegaron a tres golpes de distancia con respecto a los dos hombres de cabeza.
El malagueño Jiménez acaparó tantas imágenes televisivas como Furyk por la mañana o Scott, ya caída la tarde. Pero a 54 hoyos vista, la batalla en Oak Hill no ha hecho más que comenzar, aunque con brazo firme para la mayoría de los candidatos, incluido el veterano Jiménez.
Hasta 35 hombres acabaron bajo par los primeros 18 hoyos, entre ellos tres españoles (el citado Jiménez, Cabrera-Bello y Sergio García); también el inglés Lee Westwood (-4) o el norirlandés Rory McIlroy (-1).
Sin embargo, sobre el rendimiento del líder mundial y el segundo del ránking, por este orden los estadounidenses Tiger Woods y Phil Mickelson, comenzaron los debates. Los protagonistas del 'Combate del siglo' cerraron con 71 golpes (uno arriba) y el mismo final nefasto: doble 'bogey' en el último hoyo.
El madrugón de Tiger Woods para afrontar el primer episodio del US PGA quedó estropeado por ese doble 'bogey' del último agujero. Con una tarjeta de 71 golpes (1 arriba), Tiger culminó con gesto adusto, serio, muy contrariado para el hombre que gobierna el golf mundial.
Tiger, quien desde 2008 acumula diecisiete tentativas frustradas en los torneos de Grand Slam, atravesó sus primeros nueve hoyos con dos 'birdies' y sensación de control. Después, un 'bogey' y el citado doble en el hoyo 9, su última bandera, selló otra tarjeta sobre el par este año para empezar un 'major', como le ocurrió también en el Abierto estadounidense.
"Estoy metido de lleno en la lucha. Solo estoy a seis golpes del liderato y con mucho torneo por jugar. La verdad es que sentí que podía haber terminado bajo par mi ronda inicial, pero los errores del final lo impidieron", declaró con más calma Tiger, quien de esta manera no se borra para intentar sumar el decimoquinto Grande y acabar con una racha de 17 torneos de Grand Slam sin éxito, desde junio de 2008.
Mickelson, de quien se espera repita éxito tras su victoria en el Open Británico, finiquitó su vuelta también con un doble error, aunque en el hoyo 18. Oak Hill, al menos, puso a salvo su ganada fama de campo fiero con los cabezas de cartel del cuarto y último torneo de Grand Slam del año.
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