Atletismo
Gómez Noya aparca el Ironman para intentar ganar el oro en los Juegos de Tokio
El triatleta gallego se perdió los Juegos de Río 2016 por lesión, pero en Londres 2012 consiguió la plata
El triatleta gallego se perdió los Juegos de Río 2016 por lesión, pero en Londres 2012 consiguió la plata
«El cuerpo me pide ahora Juegos Olímpicos», confiesa Javier Gómez Noya en un desayuno en la sede en Madrid del Banco Santander, entidad de la que es embajador. Así resolvió el dilema: quiere estar en Tokio 2020, después de haber estado todo 2018 compitiendo en pruebas de larga distancia y entrenando para la bestialidad de nadar 3,8 kilómetros, montar en bicicleta 180 y correr a pie una maratón, todo seguido. El punto culminante fue el Ironman de Hawaii, en Kona, el más famoso del mundo, en el que terminó undécimo. No le dejó satisfecho del todo el resultado. Él quería más. «La experiencia fue buena. Es una carrera complicada que hay que conocer. Es particular por las condiciones atmosféricas. Arriesgué en la bici y lo pagué. Jugué a ganar. Quizá si hubiera sido más conservador habría tenido un mejor resultado, pero no hubiera tenido opciones de ganar», explica el triatleta gallego. El reto queda pendiente. Volverá a Kona «seguro». Pero espera hacerlo después de 2020. La experiencia de los triatlones de larga distancia le ha servido para desconectar mentalmente. «Después de tantos años, el cuerpo a veces te pide un cambio», admite. Pero ahora retoma el camino olímpico (las carreras son de 1.500 metros nadando, 40 kilómetros en bici y 10 corriendo), que hace cuatro años se vio truncado en el último momento. A Río 2016 iba a llegar como uno de los favoritos al título, pero una caída en un entrenamiento lo echó todo al traste. No pudo ir por una fractura en el codo izquierdo. Cuatro años antes, en Londres, fue plata, colándose entre los dos hermanos británicos Brownlee, Alistair y Jonathan.
«Quiero ver si estoy competitivo y tratar de clasificarme para Tokio», cuenta Gómez Noya. Regresa a los entrenamientos de toda la vida, con alguna novedad, para saber en qué punto se encuentra. Por su cabeza ronda qué pruebas disputar de las Series Mundiales (irá seguro a Bermudas, Yokohama y Leeds), estará presente también en el Mundial de Larga Distancia de 2019, aunque no se prepare específicamente para ello, pero es que se va a disputar en casa, en Pontevedra, en el mes de mayo, e irá a la prueba test que se disputará en el propio Tokio en agosto y que es una de las opciones de clasificarse directamente para los Juegos. Las otras son el ránking olímpico y luego hay una plaza a criterio del seleccionador. Una vez en la capital de Japón, si llega, la aspiración es la máxima. «No quiero ir a Tokio por ir. Si lo hago es para aspirar a lo máximo, pero tengo que verme, porque tras un año en la larga distancia no se sabe», dice. Por tanto, «no» firma el bronce. «Quizá después sería un gran resultado, es una medalla olímpica, pero no firmo el bronce porque aspiro a lo máximo», dice. El oro, por tanto, sería el colofón a su gran trayectoria olímpica.
Gómez Noya, por tanto, volverá a competir contra Mario Mola, su amigo, ganador de los últimos tres Mundiales. Noya conquistó los tres anteriores, y otros dos más. Tiene cinco. «Es un orgullo compartir carreras con él. Aunque sea más joven, para mí es un referente también. La relación con Mario va más allá de la pura competición y por mucho que pase el tiempo somos amigos aunque, claro, el día de la carrera es el rival a batir», explica el triatleta gallego.
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