Campeonato del Mundo de Ciclismo
Bronce en el desierto
Jonathan Castroviejo, cuarto en los Juegos de Río, se subió al podio en el Mundial de Contrarreloj de Qatar, en una prueba inhumana por las altas temperaturas. Tony Martin logra su cuarto oro.
Jonathan Castroviejo, cuarto en los Juegos de Río, se subió al podio en el Mundial de Contrarreloj de Qatar, en una prueba inhumana por las altas temperaturas. Tony Martin logra su cuarto oro.
Cuarto en el Mundial del año pasado, en la prueba de contrarreloj. Cuarto en los Juegos Olímpicos de Río. Maldición. Tan cerca... Pero siempre un escalón por debajo de la gloria, del podio. Cuarto, el lugar más amargo, según suelen comentar los propios protagonistas. Pero en la capital de Qatar, Doha, en los alrededores de La Perla, la isla artificial del emirato, plagada de lujo y de Ferraris, Jonathan Castroviejo lo logró por fin. Y fue en el Mundial del caos, de la locura, del riesgo (por el calor) y del dinero también (porque de otra manera es impensable que se hubiera disputado ahí). Pues ahí, el español fue un paso más allá, una inmensidad. Acabó tercero, subió al podio y sonrió. «Me sabe a oro», admitió. «Y me da confianza», continuó, olvidados los cuartos lugares y el terrible comienzo de año, con varias caídas que le dejaron muy tocado.
Todo eso es pasado. El presente sitúa a Castroviejo por fin entre los mejores de una especialidad que a nivel nacional lleva años dominando. Y no parecía que ayer pudiera ser su día por las circunstancias. Inhumanas para empezar, con mucha humedad y mucho más cerca de los 40 grados que de los 30 durante 40 kilómetros. Una trituradora en la que, además, sobre todo en la segunda parte del recorrido, no había otra labor que tirar y tirar hacia adelante en una inmensa recta en la que el viento pegaba en contra. Una dificultad más para el vasco, que apenas supera los 60 kilos. Un terreno para pesos pesados como el alemán Tony Martin, el ganador de la contrarreloj por cuarta vez en su carrera, con casi 20 kilos más que el español. «No sé cómo lo has hecho», le confesó Martin a Castroviejo después de la carrera, sorprendido el medallista de oro de que un ciclista tan menudo hubiera volado así. «Yo tampoco lo sé», confesó el corredor del Movistar, de 29 años. «Pero esta vez sí. He sabido mantener el ritmo. La gente salió muy fuerte, hacía muchísimo calor y aunque todos lo hemos notado, y yo también, ellos igual lo han acusado un poco más. En estos últimos tiempos me estoy manejando en todos los terrenos bastante bien, ya sean cronos duras o más suaves», prosiguió Jonathan.
Entre él y Martin se coló el bielorruso Kirienka con la medalla de plata al cuello. El año que viene, el Mundial es en Noruega, con un final más duro. «A ver si allí puedo estar más cerca del oro», aseguró Castroviejo, un hombre seguro de sí mismo.
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