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¿Qué ha pasado con el Black Live Matters en los Juegos Olímpicos?

El movimiento apenas ha tenido seguidores en Tokio 2020. El COI prohibe protestas en los podios y teme el atletismo

Una jugadora de Rugby 7 en los Juegos Olímpicos
Una jugadora de Rugby 7 en los Juegos OlímpicosSIPHIWE SIBEKOREUTERS

En Estados Unidos no saben qué sucederá si la atleta Gwen Berry logra medalla en lanzamiento de martillo. Algunos no quieren ni imaginarlo. Otros, desean que gane y que lo que tenga que suceder, suceda. Entre los primeros, es probable que esté el COI, que ya ha dicho que va a sancionar todo lo que «perturbe» la entrega de medallas en el podio. Según el máximo organismo de los Juegos, tras una encuesta hecha a más de 3.500 atletas, se llegó a la conclusión de que los deportistas «al tiempo que pedían más oportunidades para la expresión de los atletas durante los Juegos Olímpicos también expresaron su apoyo a mantener el podio, el terreno de juego y las ceremonias libres de cualquier forma de protesta». Es decir, según esa encuesta algo opaca, en la entrega de medallas, además de estar prohibido, es que no se quiere protestar. «Pero no le corresponde al COI decidirlo. No les corresponde», respondía Berry cuando le preguntaban acerca de eso.

En los Trials de Estados Unidos Gwen Berry, que es afroamericana, se alejó de la bandera y se puso en la cabeza una camiseta reivindicativa cuando sonaba el himno estadounidense. Un congresista republicano pidió que la expulsasen del equipo. No era inesperado: en 2019, en los Juegos Panamericanos, la atleta levantó el puño en el podio.

Los deportistas se sienten cada vez más autónomos para expresar sus puntos de vista, quejas y protestas y las organizaciones y las marcas de publicidad tienen problemas para mantenerlos en el margen que quieren. Durante la Eurocopa, el otro gran evento mediático del verano, las protestas por el Black Live Matters fueron un debate constante en los equipos: Inglaterra se arrodilló, aunque algunos aficionados lo criticaron; Italia también, pese a que al principio no hubo acuerdo en la plantilla; España, no. Pero la protesta, si había que hacerla o no, estuvo presente a lo largo de la competición. Y también los derechos LGTBI, que dejaron a la UEFA en una posición de absoluto fuera de juego y falta de cintura. O Ronaldo, con la Coca-Cola

Hasta ahora, en partidos de la competición femenina de fútbol y de rugby siete, se ha visto a jugadoras y jugadores ponerse de rodillas. También la gimnasta costarricense Luciana Alvarado terminó su ejercicio de suelo de gimnasia con un gesto hacia el Black Lives Matter. Pero quizá porque la dispersión de competiciones quita protagonismo o quizá porque la renuncia de Biles ha priorizado el problema de la salud mental, el Black Lives Matter pasa inadvertido.

O quizá fue la reacción del COI antes de que empezase la competición: revisó la regla 50 acerca de las expresiones de los atletas. Permite que participen en manifestaciones en determinados momentos y lugares, siempre que no constituya «discriminación, odio, hostilidad o potencial de violencia». Además pueden expresar sus quejas durante las conferencias de prensa y las entrevistas, en las reuniones de equipo y en medios digitales o tradicionales.

También, y esta es la concesión, pueden hacer gestos en el terreno de juego antes del comienzo de la competición o durante la presentación del atleta o del equipo. «Siempre y cuando sea coherente con los principios del olimpismo, no esté dirigido contra personas, países, [organizaciones] y/o su dignidad y no sea perturbador». «Me parece que nos dan muy poco para evitar la polémica, riesgos y evitar perder a sus patrocinadores», respondía Berry, que aún no ha pensado aún qué va a hacer si gana.

Quizá, en realidad, es que aún no han participado los más reivindicativos, como ella. Pero el atletismo ya ha empezado.