Deportes

Piragüismo

Teresa Portela, la plata más merecida de la Historia

La gallega, en sus sextos Juegos y a los 39 años, consigue por fin la medalla que faltaba en su palmarés

A la sexta, bingo. Teresa Portela logró por fin la medalla que le faltaba, la olímpica, la que más reluce. Después de haber estado a un paso de ella durante toda una vida, lo ha conseguido a los 39 años en el Canal Sea Forest de Tokio. Cómo lloraba encima del kayak cuando se enteró. Porque hubo suspense hasta saber que sí, que ya podía decir que era medallista de plata. Fue un final de foto finish en una prueba que se decide en nada y que pone al límite la capacidad de resistencia de las palistas. Son casi 40 segundos moviendo los brazos a toda velocidad y metiendo el remo en el agua e intentando que el kayak más que navegar, vuele, fluye. Uno, dos, uno, dos, tratando de no bajar el ritmo e ignorando al cerebro, que dice que ya, que no se puede más. Pero sí se puede. En el último momento, la gallega metió un empujón para lanzar el barco, no fuera que ahí pudiera estar la medalla. Firmó un tiempo de 38.883, peor en 0.763 segundos que el de la neozelandesa Lisa Carrington, que era la gran favorita y cumplió: sumó su tercer oro consecutivo. El bronce se lo llevó la danesa Emma Aastrand Jorgensen, que sólo entró dieciocho milésimas por detrás de la española.

A la sexta lo logró porque Teresa Portela ha disputado seis (sí, ¡seis!) Juegos Olímpicos. Eso ya es una medalla, la de la regularidad, porque son más de 20 años en la élite. Pero tenía la espinita por no haber logrado subirse nunca al podio. Campeona del mundo en 2002 y 2005, siete veces campeona de Europa y casi siempre en el cajón de las triunfadoras con 32 metales, algunos sola, algunos acompañada, pero ninguno olímpico. Y mira que lo ha intentado: quinta en Atenas 2004 y en Pekín 2008; en Londres se le abrió la gran posibilidad al incluir el K1 200, su especialidad. Se preparó más que nunca, si cabe, pero ahí le tocó vivir el otro lado: por 198 milésimas se quedó fuera del bronce y lloró, pero de desesperación. En Río 2016 fue quinta en lo que parecía el final de su carrera olímpica. Pero se dio una nueva oportunidad, afortunadamente, en la capital de Japón, donde su distancia preferida desaparece del programa de los Juegos. Dicho todo esto, ¿no es la plata más merecida de la Historia? “Feliz, feliz”, fueron sus primera palabras. “Porque quien la sigue, la consigue. Llevo mucho tiempo luchando por esta medalla. Esta prueba es tan difícil, sólo hay unas milésimas que nos separan... Y al final lo he conseguido”, añadió.

Porque Teresa, que empezó practicando su deporte con unas amigas para pasar el rato, y, en el río Lérez, fue descubriendo que le encantaba, que le gustaba poner su cuerpo al límite, y empezó a competir, y a ganar; es una mujer que siempre se ha empeñado en demostrar que nada es imposible. Primero, ser deportista de élite. Hecho. Después, ser deportista y además estudiar. Hecho, porque tiene las carreras de Magisterio, Fisioterapia y Dietética y Nutrición, siempre pensando en el futuro practicando un deporte minoritario como es el suyo. Y, por supuesto, ser deportista, estudiante y madre. Hecho. En marzo de 2014 nació la hija que tiene junto a David Mascato, también piragüista y diploma en Sídney 2000. La pequeña se llama Naira. Durante un tiempo, a Teresa le faltaban horas al día, pero las encontraba. Después de dar a luz tuvo sus dudas, no sabía si iba a conseguir ser competitiva, le costó recuperar su peso y la forma, pero en 2015 (al año siguiente), en Milán, se colgó una medalla de bronce en el Mundial. Habían pasado meses desde el parto. Después de todo eso, como para pensar que no iba a ser capaz de llegar a sus sextos Juegos. Y como para pensar que en ellos no iba a pelear por las medallas o incluso lograr una... “Es la recompensa a estos más de 20 años en la élite. Quiero dar las gracias a mi marido, mi entrenador, mi hija, que la quiero mucho. Me había pedido: “Mami, gana”. Y he ganado. Me sabe más que a oro. Soy feliz, esto era lo que quería”, dijo Portela en TVE.