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García Bragado recuerda sus siete Juegos: la porquería de comida de Atlanta, la injusticia de Atenas y Pekín, el aplauso de Río...

El marchador hará historia con la disputa de sus octavos Juegos en 50 kilómetros. En su aventura olímpica ha vivido de todo menos una medalla, en parte por los «tramposos»

Chuso García Bragado hará historia en los Juegos de Tokio
Chuso García Bragado hará historia en los Juegos de TokioAFP7 vía Europa PressAFP7 vía Europa Press

Chuso García Bragado es leyenda del deporte mundial, aunque él se sorprenda por la expectación. Va a disputar sus octavos Juegos en 50 km marcha (jueves, 22:30). Medallista en mundiales y europeos, nunca subió al podio olímpico y eso le deja la sensación de «me ha faltado», mezclada con la de «injusticia» porque dos de los rivales que le ganaron en Atenas (acabó quinto) y uno en Pekín (cuarto) fueron sancionados después en la trama de dopaje de Estado de Rusia. Con medallas o sin ellas, la aventura olímpica de Chuso es apasionante. Así lo recuerda a falta del último capítulo, porque esta vez va en serio: «No, no, no. A París 2024 no voy».

Barcelona 92: el debut

«Fueron los primeros, yo era muy joven y terminé décimo. Recuerdo cómo España iba ganando una medalla tras otra cada día».

Atlanta 1996: el desastre

«Fue muy decepcionante. Ya había estado en los Juegos de Barcelona y había sido campeón del mundo (1993), y cuando crees que va a ser tu oportunidad vuelves teniendo que haberte retirarte con calambres. Fue una mala estrategia. Era un chaval poco experimentado, con demasiado temperamento. Supongo que hoy lo hubiera planteado de manera diferente, no conocía tanto de nutrición, hidratación... Fue un desastre todo, allí no se cocina apenas con aceite de oliva y la comida tenía mucha acidez y la acidez nos generaba problemas para entrenar. La pasta, el arroz, todo tenía mal sabor y cuando ya no comes bien, todo es desagradable. Hay una leyenda urbana que dice que el equipo de waterpolo estuvo todos los días comiendo en un McDonalds. Como los deportistas somos muy maniáticos y ellos iban ganando, para no complicarse y viendo la oferta gastronómica del hotel, que era una porquería, pues iban al McDonalds. Y conquistaron el oro».

Sídney 2000: un nuevo Chuso

«Fue un sitio muy bonito. A nivel personal fui víctima del sobreentrenamiento. Estuvimos mucho tiempo allí, igual no hacía falta tanto. Pero sí tengo un buen recuerdo, aparte por haber estado en un sitio como Australia. No me salió el resultado, pero como Juegos poco se puede reprochar. Tuvieron el «Family Host», que te podías llevar un familiar allí y lo hospedaban... Los australianos se portaron bien. Después de esos Juegos ya empecé a hacer la estrategia que me caracteriza, las carreras de atrás adelante, y a lo mejor eso es lo que me ha permitido continuar tantos años».

Atenas 2004: el enfado

«Era en los que más opciones de medalla tenía, con climas que se asemejan a donde he vivido. Aparte de vivir en Madrid llevaba ya años en Cataluña, he estado 20 años en Lérida, un clima continental extremo, cerca del Mediterráneo. En Atenas llegué a la Villa Olímpica, nos pusieron allí unos apartamentos en el límite de la Villa, lejos de Atenas, pero se oían los grillos y tenía la sensación de que no me había movido de casa. Me gustaba y mi resultado fue bueno (quinto), aunque yo quería más, yo quería subir al podio, por eso acabé enfadado, porque veía que podía. Después fui valorando el diploma olímpico».

Pekín 2008: casi, casi

«Estamos hablando ya de 38 años, mis disputas con Odriozola [ex presidente de la RFEA], que estaba planteando que no fuera, que si mi prestigio, que si aquello... Fue una situación un poco rara planteándome mucho todo, hasta que decidí ir. Podía llegar bien si tenía tranquilidad y hacía las cosas como tenía que hacerlas. Ya llevaba tiempo trabajando con gente a mi alrededor que confiaba en mí, como Xabier Leibar, que llevo 25 años con él, desde 1995, y salió bien. Tuve el mejor resultado de todos los atletas españoles con mis 38 años. Estuvimos allí los Juegos Olímpicos enteros, los chinos hicieron unos Juegos espectaculares, enseñando al mundo lo que están siendo, una potencia mundial».

Londres 2012: ambientazo

«Ya vas con 42, Londres está aquí a pocas horas de avión, estuve pocos días. Lo más novedoso fue que era la primera vez que no entrabas en el estadio olímpico. Competimos en Buckingham Palace, lo que se conoce como “The Mall”: la cantidad de público que había no lo había visto en mi vida, con tres filas de gente gritando, era ensordecedor, el ambiente espectacular. Pero el clima era demasiado bueno, no fastidió a nadie, se fue rápido y yo arrastraba unos problemas en la espalda e iba muy limitado. Apreté las clavijas y con una lesión a esa edad no puedes recuperarte en 48 horas como teniendo 20 años».

Río 2016: la ovación

«Me pasó lo mismo. Fui año a año, intentando seguir al máximo y cada Mundial, Europeo iba renovando mis posibilidades de seguir. Quise preparar bien Río pensando que era mi último año y dos meses antes de los Juegos, en una competición internacional en Roma, me hice una lesión muscular seria. Con las terapias de hoy en día pude llegar a competir, pero tenía mucha limitación y no había podido entrenar bien. Me faltaban kilómetros, no lo pude preparar como hubiera querido. Soy inconformista por naturaleza si hablo del resultado, pero sólo el recibimiento de los compañeros me valió la pena [llegó a la Villa la segunda semana y toda la delegación española, con gente de otros países, le hizo un pasillo por el que pasó recibiendo un aplauso espectacular al grito de “Chuso, Chuso”]. Fui de los últimos en llegar, estuve viendo al médico para que confirmara que estaba todo ok y que las averías estaban resueltas. Eso me permitió que los compañeros me hicieran ese recibimiento. Es irrepetible. Si me dices un recuerdo de los Juegos, te digo ese».