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La historia de superación detrás de Queralt Castellet, la medallista de plata en los Juegos de Pekín

La ryder, segunda en snowboard halfpipe, perdió a su novio y entrenador en 2015 a causa de un cáncer

Queralt Castellet ha hecho historia en los Juegos de Pekín
Queralt Castellet ha hecho historia en los Juegos de PekínCOECOE

Queralt Castellet hizo historia al colgarse la medalla de plata en snowboard halfpipe en los Juegos de Pekín 2022. Era la quinta participación olímpica de la ryder catalana: Turín 2006, Vancouver 2010, Sochi 2014, Pieonchang 2018 y los de este año en la capital china; y es el quinto metal de España en unos Juegos de invierno, tras Paco Fernández Ochoa, Blanca Fernández Ochoa, Regino Hernández y Javier Fernández. Todos héroes, al llegar a lo más alto en deportes con poca tradición en España. Queralt añade una historia de superación, que explicó ella misma en una carta abierta en 2015:

“Hola. Soy Queralt Castellet. Muchos aficionados españoles del deporte quizá no me conozcan, puesto que no existe una gran tradición de deportes de invierno en nuestro país, pero he disputado tres Juegos Olímpicos de Invierno y soy la única ryder de snowboard en haber conseguido una medalla en la historia de España. Sin embargo, no quiero hablaros de mí en esta carta. O al menos no directamente. Me gustaría a través de estas líneas honrar a una figura que es clave en mi vida, tanto a nivel personal como profesional, y que murió la pasada primavera”.

Siempre se ha dicho que hay entrenadores que marcan la carrera de algunos deportistas de élite. En mi caso, esta afirmación es absolutamente cierta. Desde que a los 19 años conocí a Ben Jolly di un salto a todos los niveles, configurando en apenas seis años tanto la persona como la deportista que soy hoy día. Ben se convirtió en mi pareja y en mi entrenador al mismo tiempo. Y, pese a que en estas circunstancias en ocasiones aparecen roces, no fue ese nuestro caso. Él me convenció para pasar medio año en Nueva Zelanda y el otro medio en Estados Unidos para entrenar en los ‘pipes’ adecuados para mejorar mi técnica. Él mejoró mis movimientos, me hizo crecer en el ranking y me consoló cuando, pese que siempre estuve cerca, nunca (hasta ahora) pude obtener el premio de una medalla olímpica”.

Hace un año le detectaron dos tumores en el cerebro. Luchó con todas las fuerzas que tenía, que eran muchísimas, pero finalmente no pudo ganar este vez su serie. Y me dejó a mí huérfana de casi todo, porque junto con mi familia en Sabadell él se había convertido en mi vida. Por primera vez en muchos años, he pasado el verano enteramente en España. No he cogido una tabla. No he pisado la nieve. No he planificado la temporada, que comienza en pocas semanas. Nadie fuera de mi círculo ha sabido lo que ocurrió. Pero siento que debo un reconocimiento público a alguien que puede llevar por primera vez a una rider española a una medalla olímpica. Y que nunca quiso salir del segundo escalón de los focos.

Por primera vez en media década voy a cambiar mis costumbres. Me entrenaré en Suiza, que ha construido un ‘pipe’ espectacular, para poder estar más cerca de mi tierra y extender un poco más el deporte que tanto amo. Y buscaré afrontar con una nueva madurez todos los retos deportivos que vaya a tener por delante en la próxima campaña. Ben fue quien me convenció de que podía estar en la élite. Y su legado supondrá para mí el compromiso de ser todavía mejor. Ojalá pronto pueda mirar al cielo desde lo más alto de un podium y dedicarles mis éxitos. Porque siempre sabré que serán también suyos”.

Queralt superó el dolor y ha seguido creciendo en su deporte. Ya tiene esa medalla olímpica de la que hablaba en su carta que quizá algún día podría conseguir.