
Atletismo
Attaoui, quinto en una "burrada" de 800 metros de los Juegos de París e Ingebrigtsen sí manda en el 5.000 como quiere
Attaoui tuvo opciones hasta el final en las dos vueltas, en las que se lograron el quinto y sexto mejor registro de la historia

Se tiró al suelo Mohamed Attaoui buscando descanso, aliento. Quinto en los Juegos Olímpicos de París. Unos minutos después, ya sonríe. "Ha sido una burrada", decía de una final de 800 en la que se fue a toda pastilla. El cántabro no había terminado contento las semifinales, pero porque tácticamente no había estado bien y se lo reprochaba y los 800 no perdonan. Pasó por tiempos. Se sentía con fuerzas para más. En la final, se presentó tranquilo, sin mucha exhibición cuando dijeron su nombre. Arrancó para llegar a su sitio y siguió más allá, casi hasta la mitad de la recta de los 100 metros, trotando. Dio la mano al argelino Sedjati y se preparó.
Empezó en la parte de atrás y sólo cuando se estaba llegando al 400 ganó posiciones. Permaneció después a mitad del grupo, que tenía estirado el keniano Emmanuel Wanyonyi, el medallista de plata en el pasado Mundial de Budapest que esta vez los llevó a todos tiesos. Attaoui estaba confiado por su buen final. "A cien metros todavía me veía, pero después me ha faltado algo de fuerza", analizaba con su cara de niño. "Se ha ganado con 41 pelados, cerca del récord del mundo», añadía. Los 1:41.19 en los que paró el reloj el vencedor es la quinta mejor marca de siempre y le convierten en el tercer hombre más rápido de la historia en dar las dos vueltas a la pista, por detrás de su compatriota Rudisha (tiene las tres primeras, con la plusmarca universal en 1:40.91) y del danés Wilson Kipketer. Pero es que el canadiense Marco Arop, que se llevó la plata y apretó hasta el final, es el cuarto hombre más veloz en la distancia con el 1:41.20 que logró. El bronce fue para Sedjati, con 1:41.50. Sí, fue una burrada.
Attaoui nació en Marruecos y a los seis años llegó a España, donde ya estaba su padre. Se instalaron en Torrelavega. Su carrera como atleta ha dado un vuelco desde finales del año pasado, cuando fichó por On Running, la marca suiza en la que ha invertido Roger Federer. Se forman grupos de entrenamiento en América, Oceanía y Europa, donde está él y la también española Marta García. Su entrenador es el alemán Thomas Dreissigacker y ahora su vida transcurre entre las concentraciones en Saint Moritz cuando hace calor, y en Suráfrica en invierno. En cuanto puede se escapa a Cantabria. "A seguir", afirmaba feliz, con sus 22 años, casi 23: "He corrido bien. Ahora me equivoco una vez de cada diez, antes lo hacía nueve de cada diez", reflexionaba un atleta que tiene mucho motor, pero que a veces fallaba en la forma de afrontar las carreras.
Ingebrigtsen se resarce
Y mientras Attaoui está radiante con su táctica, el mundo del atletismo debate sobre la de Jakob Ingebrigtsen en el 1.500, si esa manera de tirar es por pura prepotencia, ya que piensa que nadie le va a poder seguir, o es que en esa distancia, corta para él, no tiene más remedio porque le falta velocidad al final. En el 5.000, en cambio, no necesitó esa exhibición para exhibirse. Estuvo escondido casi todas la vueltas mientras el español Thierry Ndikumwenayo se ponía al frente para que no se fuera muy lento. En el 3.000 tomaron el mando los etíopes, pero sólo cuando el tercero de ellos, Mehary cambió el ritmo de verdad a falta de 600 metros se movió el noruego. Lo hizo, además, sin aparente esfuerzo. Se puso a su vera y en los 200 finales ya se quedó solo para cabalgar hasta la meta y quitarse el mal sabor de boca que le dejó el 1.500. Thierry terminó entrando en décimo quinta posición. "No he podido hacer lo que esperaba, aunque estoy contento por disputar una final olímpica", decía.
La actuación española en atletismo en los Juegos Olímpicos de París se saldó con un sexto puesto de Yulenmis Aguilar en jabalina (ganó la japonesa Kitaguchi) y el undécimo de Águeda Marqués en el 1.500, cumpliendo de sobra, ya que terminó con su mejor marca personal. (4:00.31). Mandó la keniana Faith Kipyegon, que ya había sido plata en el 5.000. España cierra el atletismo con dos oros, el del relevo mixto de marcha y el de Jordan Díaz en triple salto y la plata y el bronce de María Pérez y Álvaro Martín, respectivamente, en 20 km marcha. Iguala los podios que se consiguieron en Barcelona 92 y la sensación es de que se puede ir a más.
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