Baloncesto
El futuro se oscurece
España también pierde con Brasil al desaprovechar la última posesión. El objetivo es ser terceros, como en Londres, para llegar a los cruces por la parte del cuadro por la que no iría Estados Unidos
España también pierde con Brasil al desaprovechar la última posesión. El objetivo es ser terceros, como en Londres, para llegar a los cruces por la parte del cuadro por la que no iría Estados Unidos
Dos partidos y dos derrotas. España ha agotado el margen de maniobra mucho antes de lo que debía. La situación no es dramática, pero está muy cerca de serlo. El siguiente rival es Nigeria, a priori el equipo más sencillo del Grupo B. Una victoria ante los africanos es imprescindible para pensar más allá. Luego llegarán Lituania y el cierre con Argentina. El objetivo es ser tercero. ¿La razón? En teoría, permitiría afrontar los cruces por la parte del cuadro por la que no iría Estados Unidos. Es el mismo camino que se siguió hace cuatro años en Londres. El problema es que, con la cara mostrada por la Selección hasta ahora mirar a los cuartos de final puede ser demasiado atrevido. Ante Croacia se perdió por dos puntos, ante Brasil fue uno. En ambos casos, España dispuso de la última posesión para, al menos, forzar la prórroga. Del tapón de Dario Saric al intento imposible de canasta de Llull han ido dos batacazos. Y eso que el base fue el único que se empeñó en arreglar un partido que marchó torcido desde el principio.
Los gestos de Pau fueron reveladores. Soplidos, bufidos, protestas, movimientos de la cabeza de izquierda a derecha... No estuvo a gusto en la cancha un segundo. Los hombres grandes brasileños lograron convertir el partido en una tortura. Su gancho al tablero en el comienzo del tercer cuarto y los errores desde el tiro libre (7) fueron la prueba de la permanente cuesta arriba que fue la tarde para el pívot. Sin el faro del equipo, el resto naufragó sin remedio. Sólo hubo una excepción, Llull.
El base del Madrid está obligado a adoptar un papel casi tan protagonista como el que ejerce en su club. El seleccionador tiene claro que no hay un jugador tan importante como él que pueda aportar tanto en ambos lados de la pista. A Llull le va la marcha y cuantas más responsabilidades tenga que asumir, mejor. Por eso dolió verle apocado, contenido, en el partido ante los croatas. A Llull hay que dejarle, hay que forzarle a que se exprese con libertad. Esa libertad ayer estuvo a punto de voltear el partido. Él se encargo de que Huertas dejase de manejar la situación a su antojo. Ante Ricky, el «Chacho» y la aportación testimonial de Calderón, Huertas vivió cómodo y en el arranque del último cuarto lideró el despegue de los anfitriones (56-45) que parecía definitivo. Llull, casi en solitario, se empeñó en que no fuera así. Anotó dos triples que devolvieron a España el mando a menos de dos minutos. Pero la pesadilla desde el tiro libre tuvo un lamentable efecto-contagio. Hasta Llull falló uno de sus lanzamientos, pero no fue el último. En la hoja de servicios de España, los lanzamientos desde los 4,60 metros presentaron un sonrojante 22/33. ¡Once puntos desperdiciados! Y los dos errores más próximos al final fueron cosa de Gasol, que se vio obligado a volver a jugar más de media hora. Dos partidos, dos derrotas y Gasol con una media de más de 30 minutos por partido no son buenos augurios para el futuro más inmediato.
Y no es lo único. Hay demasiados jugadores que ya no es que no hayan aparecido, es que sólo emiten sensaciones preocupantes. Lo de Ricky es una herida que cada día sangra más. Y eso que arrancó el partido bien. Una penetración suya y otra de Rudy parecieron anunciar que los exteriores iban a ser más verticales, iban a amenazar más y no sólo con el tiro exterior. Pareció que iban a descargar de trabajo a Gasol y Mirotic, pero nada de eso. Ricky hizo las mismas faltas que puntos anotó (5) y volvió a terminar desquiciado. El «Chacho» anotó, pero su dirección y su trabajo atrás no existieron. La lista de jugadores intrascendentes es poco menos que interminable y eso que enfrente estaba Brasil, una selección que o mejora mucho o se puede olvidar de hacer algo importante en sus Juegos.
A los anfitriones les bastó con poco más que hacer la vida imposible a Gasol. Sin ninguna brillantez, dominaron y aprovecharon las debilidades de España. Una de ellas, el rebote defensivo, originó la jugada decisiva. Marquinhos estuvo más listo que Mirotic y Claver y palmeó un lanzamiento a falta de 5.5 segundos que arreglaba un último cuarto muy flojo de los brasileños. España tuvo tiempo para saber qué hacer. El elegido fue Llull. El base, que ha resuelto en el último segundo más de uno, dos y tres partidos la pasada temporada, se estrelló contra la defensa. El futuro se complica sobremanera. Es cierto que este grupo se ha acostumbrado a solucionar situaciones críticas que llegan antes de tiempo en numerosas ocasiones. El problema y grave es que, por lo visto, parece cosa de otros tiempos.
Las cuentas de España
Nigeria, Lituania y Argentina es, por este orden, el futuro de España. La Selección necesita tres victorias para aspirar sin la necesidad de combinaciones imposibles a la tercera plaza del grupo. Es el mejor lugar posible en la situación actual. Con dos victorias, lo más factible sería terminar en la cuarta plaza, ya que el basket-average es la única buena noticia de las dos derrotas. Pero ser cuartos abocaría a un primer cruce con Estados Unidos, como sucedió en Atenas 2004.
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