
Atletismo
El vuelo de oro de Jordan Díaz en el triple
El español de origen cubano se proclama campeón olímpico y gana la batalla a su enemigo Pichardo. El primer salto de 17,86 le sirvió para subir a lo más alto del podio
Jordan Alejandro Díaz Fortún nunca olvidará el Stade de France, los gritos de los aficionados cuando voló en el triple salto hasta los 17,86 metros para proclamarse campeón olímpico de una manera brillante, tras ganar de nuevo la guerra al portugués Pedro Pichardo, su gran enemigo. Habrá más batallas (o no, el luso se quejó de la falta de ayudas, de que todo se lo lleva el fútbol), pero esta era la mayor entre dos deportistas con un pasado similar. Ambos aprovecharon una concentración de Cuba para buscar otra vida. Uno se fue a Portugal en 2017 y defiende a este país desde 2019. Es ya veterano, con 31 años, es ya campeón olímpico, en Tokio. El otro se quedó en España. Era 2021 y ha tenido que esperar hasta este año para poder competir como internacional. Paciencia y más paciencia sabiendo que sus piernas son oro puro. Se estrenó en el Europeo del pasado junio y ganó con la tercera mejor marca de la historia (18,18). El pique ya no ha parado. Esa marca hacía soñar con que el récord del mundo del mítico Jonathan Edwards (18,29), que es del siglo pasado, de 1995, estuviera al alcance. "El récord del mundo me da igual, la verdad. Si sale, saldrá, pero puede que acabe mi carrera y no lo consiga", dijo después, ya como campeón. Precisamente el mito británico en persona apareció en el estadio para dar los tres bastonazos con los que empieza la función, el ritual heredado del teatro que hay en cada competición de estos Juegos. Fue el maestro de ceremonias ideal.
Un comienzo por todo lo alto
La tormenta sobre París, la de la lluvia, esta vez duró poco, aunque empapó la pista morada. Después, salió hasta el sol, pero entre el español y el portugués hubo rayos y truenos. En la presentación salió antes Jordan, comedido, un gesto, unos aplausos. Después Pichardo. Se cruzaron y ni se miraron, claro. El luso saltó antes y el estreno fue más que prometedor, de 17,79. El desafío había empezado. Menudo comienzo. Siete turnos después le tocaba al español, que sacó la lengua, pidió los aplausos y empezó a correr para después volar hasta 17,86. Desafío aceptado. Abandonó el foso meneándose, pavoneándose un poco, por aquello de la lucha psicológica, para que le viera quien le tenía que ver. Se fue a hablar con su entrenador, Iván Pedroso. "Saltaré 18 metros", había amenazado Pedro en la previa. "Pues entonces yo saltaré 18,1", le había contestado Díaz. Más o menos eso pasó en el arranque. Primer asalto para Jordan.
En el segundo, Pichardo acechó con sus 17,84, mientras que el español se quedó en 17,64. Esperó Díaz a que acabara el griterío por el final del 800 del héptatlon para pedir su protagonismo, pero se quedó a medias. Seguía mandando. Por detrás iba otro cubano nacionalizado, italiano en su caso, Andy Díaz con 17,63. Después hizo 17,64, que le sirvieron para lograr el bronce.
A la tercera Pichardo se fue larguísimo... Pero era nulo. Y Jordan hizo 17,85, a un centímetro de su mejor registro del día. Estaba inspirado y charlaba con Pedroso buscando los retoques para ir un poco más allá. Menuda prueba es el triple salto: la velocidad, que es la base de todo; la coordinación para afrontar la tabla sin perder esa rapidez y después los brincos, en los que lo importante es acariciar el suelo casi y rebotar, como cuando se tira una piedra al agua para hacer la rana. Si el pisotón es fuerte, se acabó, llega el frenazo.
La cara del portugués y del español lo decía todo. Uno se frustraba y veía que se le acababan las oportunidades, el otro era prácticamente un reloj, 17,84 a la cuarta. Todos los intentos estaban siendo fluidos y buenos, aunque no llegara el vuelo celestial. Se clavó un poco en el quinto, al que Pichardo renunció. Se le acababa el tiempo. Todo a una carta para el luso, al salto final. Mucho riesgo, pero si le salía era la presión iba a ser brutal para Jordan Díaz. El intento fue buenísimo... Pero no lo bastante, 17,81. "Ha sido una final muy complicada. Me ha obligado a hacer los cinco saltos. Tenía pensado renunciar a alguno, pero esto son los Juegos Olímpicos", reconoció. Y ese oro es el sueño que tenía de niño. "En 2017, cuando gané el Mundial [sub 18] hay un vídeo en el que digo que quiero ser campeón olímpico. Lo buscaré y lo subiré", confesó.
El español ya podía respirar después de ese salto a la desesperada de Pichardo. "No tenía para 18, estaba hecho mierda", admitió. Se llevó las manos a las orejas, se abrazó a su entrenador ("No voy a decir lo que me dijo, 40 malas palabras y después, 'lo hemos logrado'), después a su gente en la grada. Se envolvió en la bandera. Con su primer salto, había acabado con la prueba. ¿Hubo felicitación de Pichardo? "Ahora no me apetece hablar de eso", aseguró Jordan.
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