Boxeo
La venganza de Márquez
El mexicano tumba a Pacquiao en el sexto asalto del cuarto capítulo de sus enfrentamientos
Llevaba Juan Manuel Márquez la venganza cargada en su derecha. El mexicano necesitaba acabar con las dudas después de un nulo y dos discutidas derrotas a los puntos contra Pacquiao. Era el cuarto capítulo de sus encuentros, una vuelta a los comienzos, al hotel MGM de Las Vegas donde se habían visto por primera vez hace ocho años. Sabía que su arma estaba en su mano buena. Esperaba a la contra el ataque del filipino, el mejor boxeador del planeta en la pasada década. Y a la contra encontró la victoria el mexicano en el sexto asalto. Cuando Pacquiao lo tenía contra las cuerdas descubrió el camino para el golpe definitivo. Pacquiao, vencido, cayó como un saco, sin rastro de conciencia, mientras su mujer intentaba abrirse paso hacia el cuadrilátero.
El mexicano no miró atrás, se subió a las cuerdas para celebrar la victoria. Para él, la definitiva después de media vida luchando contra el filipino. Se enfrentaban dos de los mejores boxeadores del peso welter del momento, los mejores de los últimos años, pero no había ningún título en juego. Pacquiao había perdido en junio el título de campeón por la Organización Mundial, pero se enfrentaban por algo más grande que un campeonato o la bolsa que tenían garantizada, 20 millones de euros para el filipino y 7 para el mexicano. Márquez y Pacquiao peleaban por el orgullo de sentirse el mejor, aunque el combate tuviera el título honorífico de "la mejor pelea de la década".
Hasta el momento de su desplome, mandaba Pacquiao. El filipino, desde el centro del "ring", quería indicar a su rival que su camino iba a ser el mismo de las dos peleas anteriores. "Dominaba la pelea y le había alcanzado varias veces con golpes potentes, pero buscaba el golpe el definitivo y nunca pensé que yo fuese el que lo recibiese", explicó después de su derrota.
Márquez estaba armado con su derecha y toneladas de paciencia. Sólo necesitaba que llegara su momento. Y pareció llegar en el tercer asalto. Era la primera vez que mandaba a su rival al piso. A la contra y con un golpe de derecha, como habían imaginado desde su rincón.
Pacquiao, a lo suyo
Pacquiao no pareció alarmado por el aviso. Siguió a lo suyo, gobernando el combate y castigando al mexicano con la precisión de sus golpes. El "premio"le llegó en el quinto asalto. Fue Márquez el que cayó. La nariz del mexicano quedó afectada. Un corte animaba a la sangre a salir. Puede ser que también calentara la que le quedaba dentro. Porque fue en el siguiente cuando Márquez encontró el golpe definitivo. "Sabía que Manny [Pacquiao] podía dejarme fuera de combate en cualquier momento", reconoció el ganador. Pero los 39 años del mexicano no fueron un problema para que su estado físico fuera perfecto. "El cambio de ritmo era muy importante. Sabíamos que iba a salir agresivo, por lo que nuestro boxeo debía ser más técnico y eso fue lo que trabajé", añadió. Márquez trabajó su resistencia física y la velocidad, para esquivar y para pegar. Después, pasó lo que llevaba años esperando. "Lancé el golpe perfecto, que no fue sólo producto de la suerte sino de haberlo entrenado y trabajado durante mucho tiempo". Mientras, Pacquiao permanecía tumbado en la lona. Inconsciente. Derrotado.
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