Ciclismo
La Vuelta recupera la normalidad
Sagan supera la maldición del segundo puesto y se impone en el esprint
«Me hace gracia lo de ser segundo. No se puede ser segundo siempre y algún día tienes que ser primero. Estuve buscando el triunfo todo el Tour y lo he conseguido hoy», decía Peter Sagan después de imponerse en la meta de Málaga. Llega sin presión el eslovaco a la Vuelta. Se ha llevado los cuatro últimos maillots por puntos del Tour, pero no ganaba una etapa en una grande desde 2013. Una liberación, pero tampoco parecía especialmente emocionado. Al menos no tanto como Alberto Contador, que escribía en Twitter: «Sííí. Enhorabuena @petosagan». El ganador de la Vuelta del año pasado agradecía así también el trabajo de Sagan para él en el último Tour. El eslovaco, que piensa más en preparar el Mundial que en conseguir el maillot por puntos como en el Tour, se impuso a Bouhanni y Degenkolb en la meta. El francés, que ya se vio implicado en la macrocaída del domingo, volvió a caerse ayer.
Ganó Sagan y la Vuelta recuperó la normalidad, después de varios días de complicaciones. Primero fueron las protestas por el recorrido de la primera etapa, que acabaron convirtiendo la salida en Marbella en un paseo de exhibición. Después, la descalificación de Nibali. Ayer, la bici del italiano lo esperaba a la puerta del autobús de su equipo. Era la muestra del vacío que deja en su equipo y en la Vuelta. «Me gustaría disculparme en nombre de Astana ante los organizadores y los seguidores. Siento muchísimo lo que ocurrió y tanto Nibali como Shefer –el director que lo remolcó con el coche– comparten mis disculpas. Para Vincenzo fue un mal día en un mal año», se disculpaba Stefano Zanini, el único director que le queda al Astana en carrera. Pero dentro de Astana siguen considerando exagerada la expulsión.
«Le podían haber puesto cinco, seis, diez minutos, pero echarle de la prueba... Es duro para el equipo, pero hay que seguir en carrera, sabemos que tenemos a Aru bien», decía Luis León Sánchez en la salida. Esa solución, el castigo con unos segundos o unos minutos, fue la primera que se plantearon los comisarios, pero después el reglamento acabó pesando más que el nombre de Nibali. «El reglamento está para cumplirlo, pero hay que pasarlo un poco por alto porque se viene de una caída. Echar a un corredor por eso me parece duro», añadía Luisle. «Él está dolido, muy dolido», aseguraba. Nibali lo confirmaba en una entrevista a Eurosport: «Me siento mal, estoy un poco decepcionado. También con la decisión del jurado». «Son contratiempos que suceden. Quedan tres semanas», decía Mikel Landa, sin querer dar demasiadas explicaciones sobre el asunto.
«Fue un momento de incertidumbre», explica Luis León. Una decisión desesperada que dentro de la organización entienden como una muestra de las ganas que tenía el italiano por imponerse en la Vuelta por segunda vez. «Es la rabia de pensar que se ha caído y que la carrera se le escapa lo que le hace agarrarse para llegar como sea porque venía a ganar. Pero no se puede disculpar la acción», piensan.
Tiralongo no pudo más
Paolo Tiralongo acabó el domingo con la cara destrozada y cuarenta puntos de sutura. Los dolores no le dejaron dormir y apenas veía por el ojo izquierdo, pero insistió en tomar la salida a pesar de las recomendaciones de su equipo, el Astana. En los primeros kilómetros, tras solicitar asistencia médica, se bajó.
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