Vuelta a España

Ciclismo

Purito, líder provisional

El ciclista español del equipo katusha, Joaquím "Purito"Rodriguez (dcha), durante la decimo sexta etapa de la Vuelta Ciclista a España
El ciclista español del equipo katusha, Joaquím "Purito"Rodriguez (dcha), durante la decimo sexta etapa de la Vuelta Ciclista a Españalarazon

Un segundo le separa de Aru, pero no confía en que ninguno de los dos pueda resistir ante Dumoulin.

Joaquín Rodríguez subió al podio, se vistió con el maillot rojo y la sonrisa que caracterizan a los líderes. Todo el mundo lo reconoce como el primero de la general, pero él duda. «Mañana no me lo van a quitar», bromeaba en referencia a la jornada de ­descanso de hoy. Pero él mira más allá, a esa contrarreloj de 38 kilómetros que espera en Burgos y se siente sólo un líder provisional. Mira la general y ve a Aru a un segundo, pero no es el italiano el que le preocupa. Más allá, el cuarto ya, viaja Dumoulin, a 1:51. Y el holandés sí le quita el sueño.

Purito ha aprendido a desdramatizar. Es consciente de su situación y piensa ya en la manera en que le podrá robar algún segundo al holandés en esas etapas que quedan. En la de la sierra de Madrid especialmente, un homenaje quizás a esa hazaña de Pedro Delgado que cumplió en mayo 30 años y que le permitió ganar la Vuelta a Robert Millar. Su primera grande. O una revancha, a lo mejor, por ese maillot rojo que perdió en Fuente De ante Alberto Contador en 2012. «La perdí en Fuente De, donde nadie se esperaba», recuerda. «Ojalá se repita algo así», reflexiona traicionado por el subconsciente. Como si ya hubiera perdido el maillot rojo que le acababan de poner. «Si lo pierdo», reaccionaba después.

La Vuelta le debe una, pero se le acaba el tiempo. Con 36 años cumplidos, no es probable que le queden muchos más años para ganar una grande. La ilusión por ganarla se ha ido demorando, igual que el ataque de ayer. Era consciente de que un ataque lejano no le conducía a ningún sitio. Pensaba en la fortaleza del Astana para contenerlo, pero fue el Tinkoff el que impuso el ritmo. Movistar, acostumbrado a mandar en la carrera, dimitió. Por eso nadie impidió esa fuga que llegó a tener 20 minutos de ventaja sobre el pelotón y de la que sobrevivió Frank Schleck para llevarse el triunfo de etapa. El luxemburgués recuperó el orgullo de ganador que lo convirtió alguna vez en aspirante al Tour. «No es una reivindicación, pero una recompensa, sí», decía. Y explicaba cómo había decidido ya en el descenso de La Cobertoria que atacaría al colombiano Torres en las rampas de la Ermita de Alba. Lo hizo a falta de tres kilómetros. Inalcanzable para su compañero de aventura.

Era inalcanzable también para el grupo de los líderes. Cuando el equipo de Majka comenzó a tirar, ya era tarde para la caza. «Han puesto un ritmo muy fuerte y me han sacado de punto», afirmaba Purito en la llegada. «He podido recuperarme antes de las últimas rampas porque el último puerto tenía algunos descansos», explica. Pero su ataque, como el del domingo, llegó en el último kilómetro, sin posibilidad de conseguir grandes diferencias. Dumoulin lo había pasado mal, como Aru, al que hizo sufrir la marcha impuesta por Mikel Landa. El italiano se escondía en las últimas plazas de ese grupo de favoritos en el que por detrás ya sólo quedaba Tom Dumoulin.

Consiguió recuperarse Aru, como Purito, a tiempo de salir tras él. Después del ataque del nuevo líder, Landa, esta vez sí, le sirvió de apoyo para no distanciarse demasiado. Le faltó un segundo para conservar el liderato.

En cualquier otra circunstancia, la pelea sería entre dos, Aru y Joaquín Rodríguez. Pero hay que buscar más atrás, hay que irse hasta la cuarta plaza de Tom Dumoulin. «Para ganar tiene que fallar él y que yo tenga un día espectacular», dice Purito.