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Los insultos machistas que no acabaron con la carrera de la árbitra Loli Martínez

Loli Martínez, antes del partido
Loli Martínez, antes del partidolarazon

«Sigue así Loli, que lo estás haciendo muy bien», anima un colegiado a una niña de tan sólo quince años que, con silbato en mano, se dispone a dirigir su primer partido.

De esa frase han transcurrido ya diecisiete años y hoy, esa chica menudita, es árbitra profesional de la Primera División femenina. «Mi pasión era y es el fútbol. Jugaba en un equipo de chicos, pero con 12 años tuve una fractura de tibia y peroné. Cuando me recuperé de aquella lesión ya no podía seguir jugando con chicos porque a partir de los 12 no se permiten equipos mixtos. Empecé a jugar en un equipo femenino de fútbol sala, pero no me convencía. Mi pasión realmente era el fútbol en un campo grande entonces mi padre me dijo: “Loli si no puedes jugar con chicos, el árbitro es otra figura que también está en un terreno de juego. Prueba a ver si te gusta”. No me lo había planteado, pero dije que sí y ahí me lancé», cuenta a LA RAZÓN la árbitra de 32 años.

El Esparragal, una pequeña pedanía de Murcia, siempre guardará un recuerdo muy especial para ella. Allí la murciana hizo su debut en un partido de alevines. «Ese primer partido me fue muy bien. Tenía un compañero árbitro que tenía mucha experiencia por si a mí se me olvidaba algo o para apoyarme, pero no hizo falta. Recuerdo estar con los chavales y empezar a tomar decisiones. Ellos me hacían caso y yo decía “madre mía” porque sabía la teoría, pero la práctica hasta que te metes en un terreno de juego... Me gustó mucho la experiencia y me dije a mí misma: ”esto es lo mío”» confiesa entre risas Loli. Su padre no se había equivocado. Loli encontró en el silbato su nueva vocación, pero por desgracia los comienzos no fueron fáciles. No porque no estuviese preparada, sino porque era una mujer. «El primer año te encuentras padres que se alteraban bastante y yo decía: “Jolín Loli ¿por qué tienen que estar padres acompañándote al vestuario e insultándote? No aceptaban ver a una chica. Me chocó mucho ver a mujeres insultándome. Si yo lo único que quería era arbitrar, pero eso me daba fuerzas para seguir porque el arbitraje era mi pasión. Unos padres no iban a poder con mi ilusión ni hacer que ésta desistiera» afirma orgullosa Loli, que hoy se mueve a caballo entre partidos de la Tercera División Masculina de Murcia y encuentros de la Liga Iberdrola.

Terminaba los partidos, se cambiaba de ropa y volvía a casa junto a su padre, que la acompañaba todos los fines de semana porque por aquel entonces, ella no tenía carnet. «Pese a los comentarios que podía escuchar, mi padre nunca se encaró con nadie. Él simplemente estaba como espectador». Un espectador que, de camino a casa, siempre trataba de buscar la mejor de las sonrisas de su hija. «Él me decía: “Loli sigue porque no merece la pena escuchar puntualmente a unos padres”», cuenta la murciana, que ha pasado de arbitrar en campos de tierra a dirigir el partido de clubes con más asistencia en la historia del fútbol femenino. «Cuando salté al césped del Wanda Metropolitano fue una mezcla de sensaciones. Sentí ilusión, emoción y felicidad de estar haciendo lo que a una le gusta. Fue un día para no olvidar», recuerda emocionada Loli que, en su gran día, estuvo arropada por los suyos. «Mis padres se hicieron el camino de ida y vuelta en el mismo día para apoyarme. Siempre les gusta venir a verme», señala. Les gusta ver a su hija disfrutar sobre el verde y ver cómo en unos años, las cosas afortunadamente han cambiado. «Cuando yo empecé, en Murcia sólo éramos dos árbitras. Ahora somos más de veinte», afirma orgullosa Loli.

Pero hoy, los partidos no son su única preocupación. «Estoy dando clases de francés y de educación física en un colegio de primaria de aquí de Murcia. Lo llevo muy bien compaginando trabajo y arbitraje», dice.

Unas clases que son necesarias para que la murciana pueda seguir adelante en su día a día, porque el arbitraje no da para subsistir. «Yo vivo de mi trabajo. En el fútbol femenino si el arbitraje no es de manera profesional es complicado vivir de ello. Yo no podría vivir sólo arbitrando», señala. Y es que aunque los tiempos estén cambiando, la brecha salarial entre árbitras y árbitros sigue siendo abismal. «Poquito a poco se están mejorando nuestros honorarios. Poco a poco vamos notando mejoría, pero falta un poquito para alcanzar las cifras del fútbol masculino», aclara. Una árbitra de Primera División femenina cobra 167 euros por partido más dietas. Siempre están en el centro de todas las críticas y se les suele catalogar como los «malos de la película», pero Loli lo tiene claro: «¿Sabes por qué creo eso? Porque no se nos conoce. Siempre se nos ha tenido como un miembro del juego que estaba ahí un poco aislado y para nada. Somos personas normales, con nuestro trabajo y con nuestra vida. Estamos dando entrevistas para que se nos conozca un poco más. Que la gente nos pueda ver más allá», señala.Han pasado dieciocho años y muchos partidos de por medio y Loli suele recordar con añoranza los viajes que se hacía junto a su padre en el coche. «Jolín, Papá ¿te acuerdas cuando no salíamos de Murcia y ahora estoy viajando por toda España?». «Le agradezco que me animara en su día porque si no hubiera sido por él no sé que estaría haciendo». Su siguiente reto no pasa por soñar en dirigir una final de la Champions o un Mundial, que le encantaría, su punto de mira está en su próximo partido.