Ciclismo
La nueva vida de Egan Bernal tras el accidente que casi le cuesta la vida
El único colombiano ganador del Tour de Francia va recuperando sensaciones tras muchos meses de recuperación y ahora hace de aguador de Carlos Rodríguez en el Ineos
Hay veces, «ahora ya menos, pero sí al principio, cuando volví a entrenar», confiesa Egan Bernal, «que echo la vista al cuentakilómetros y veo que voy a 60 km/h y me asusta». No por lo rápido que va. «Esa era justo la velocidad a la que iba cuando impacté». Lo cuenta sereno, calmo. Vivo. Lo cuenta, sobre todo. Porque a punto estuvo de no hacerlo. Fue a finales de enero del pasado año, cuando Egan se llevó a parte de su grupo de elegidos a Zipaquirá, su ciudad natal a las afueras de Bogotá, para realizar una concentración en altura. Esa mañana Bernal decidió salir con la «cabra», la bicicleta de crono. Mayor velocidad, más acoplado al manillar de cuernos. Y fue un instante, justo cuando agachó la cabeza. Un autobús que tenía su parada justo en ese arcén, justo en ese momento. ¡Pam!
En ese milisegundo, la vida de Bernal, único colombiano de la historia que ha ganado un Tour, entró en coma. Su suerte fue sufrir el accidente cerca de la clínica La Sabana, una de las mejores y más innovadoras de Colombia. Unos 20 huesos rotos: 11 costillas, el fémur, la rótula, el T5 y T6 de la columna vertebral. También se perforó los dos pulmones. Permaneció semanas en la UCI, después tuvo que aprender a volver a andar. «Cuando me desperté, los médicos me preguntaron si podía mover las piernas. Me contaron lo que había sucedido. Me dolía todo el cuerpo, pero no pensaba que fuese tan grave como para haber podido fallecer o quedarme sin movilidad. Cuando entendí la gravedad de lo que me pasó fue impresionante. Después vino el proceso de volver a aprender a caminar, a comer, de ir a la cama y poder dormir», cuenta. «Casi me mato, por eso cada día le doy gracias a la vida por estar aquí. El accidente me ha cambiado la forma de ver todo por completo», afirma él. Estar vivo es su mayor victoria. Volver al Tour es como vestir el maillot amarillo.
Por eso ahora no se le caen los anillos si tiene que trabajar, tirar, subir bidones o hacer lo que sea por Carlos Rodríguez, la nueva perla del Ineos. Hay cosas mucho peores en la vida. Bernal lo sabe bien. «Te das cuenta cuando te pasa algo así que nos preocupamos por tonterías cuando lo importante en la vida es tener cerca a los tuyos. Mi madre me daba de comer porque yo no podía, tuve que volver a vivir con ella». Es consciente de que ésta es como su segunda vida, y de que quizá nunca vuelva a ser el estupendo corredor que un día fue. «Pero tengo la fortuna de seguir vivo». Esa es su victoria.
✕
Accede a tu cuenta para comentar