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Hípica

¿Qué es el "saddle fitting"?

Se trata de adaptar la montura tanto al caballo como al jinete para que trabajen sin molestias y el binomio pueda ofrecer su máximo rendimiento, asegura Noelia Ruiz "saddle fitter" certificada y fundadora de "Saddle Essence"

Noelia Ruiz Chacco Marketing

Cuidar cada detalle es esencial para que jinete y caballo trabajen en equilibrio. Desde la alimentación hasta el herraje, pasando por el entrenamiento y el descanso, todo influye en el bienestar del binomio. La montura, pieza clave en la práctica ecuestre, no es una excepción. Ahí entra en juego la figura del "saddle fitter", el profesional encargado de valorar y ajustar la silla para garantizar comodidad, prevenir lesiones y optimizar el rendimiento.

Hablar de "saddle fitting" es referirse a salud y resultados deportivos. Aunque pueda sonar técnico, la idea es sencilla: adaptar la montura tanto al caballo como al jinete para que trabajen sin molestias. Como explica a LA RAZÓN Noelia Ruiz, "saddle fitter" certificada y fundadora de "Saddle Essence": "Imaginad que la montura es como un zapato: si te queda demasiado grande, pequeño o te roza en algún punto, caminar se vuelve incómodo o incluso doloroso. Con los caballos pasa lo mismo". Cuando la silla no está bien ajustada, las consecuencias pueden ser serias: dolores, pérdida de movilidad, contracturas o incluso lesiones. Y no sólo para el caballo. El propio jinete también puede sufrir problemas posturales o limitaciones a la hora de montar. Por eso, subraya Ruiz, "el ''saddle fitting'' no es simplemente colocar una silla sobre el dorso, sino asegurarse de que respeta la forma del caballo, reparte bien el peso y permite que los dos se muevan cómodos y equilibrados".

Los caballos suelen avisar cuando algo no va bien. "Ya desde el momento de ensillar pueden mostrar resistencias, mover la cola de manera brusca, encoger el dorso o girar la cabeza. Durante el trabajo se notan rigideces, pérdida de impulsión o incluso comportamientos defensivos como corcovear o encabritarse", advierte. A nivel físico, aparecen señales como pelos blancos en los puntos de presión, marcas de sudor irregulares o atrofias en la musculatura del dorso.

El trabajo de Ruiz comienza incluso antes de ver al caballo. Prepara un cuestionario previo para conocer los antecedentes y, en la visita, observa al animal en estático y en movimiento, revisa la montura y valora al binomio en los tres aires. "Muchas veces, con pequeños cambios y recomendaciones, se logran mejoras muy significativas en el bienestar del caballo: eliminar puntos de presión, reducir dolores o permitir que se mueva con mayor libertad y comodidad", apunta. Tras la sesión, entrega un informe con observaciones y propuestas de seguimiento.

Su método combina herramientas de medición, observación visual y palpación, aunque insiste en que "lo más importante es la interpretación: las herramientas son un apoyo, nunca sustituyen la experiencia ni la escucha del caballo". En su experiencia, los errores más habituales se producen en la elección de la montura. "Se compra por estética o marca sin valorar el ajuste real, o se piensa que si al jinete le resulta cómoda, al caballo también. Otro fallo es no revisar el ajuste periódicamente: los caballos cambian con el entrenamiento, la edad y la condición física".

Las ventajas de un buen ajuste de montura son inmediatas. "Un caballo que se siente libre de presiones y dolores puede moverse con mayor amplitud, flexibilidad y expresividad. El jinete, al estar equilibrado, puede dar ayudas más sutiles y claras. Todo ello se traduce en un binomio más conectado, un movimiento más fluido y mejores resultados", asegura.

El "saddle fitting" no es algo exclusivo de profesionales. "El bienestar no entiende de niveles. Tanto un aficionado como un jinete de alto rendimiento necesitan una montura que no genere dolor. De hecho, en caballos de ocio es aún más importante, porque muchas veces no detectamos pequeños signos de incomodidad", apunta.

Tras un ajuste correcto, asegura Ruiz, "la expresión del caballo cambia… se muestra más relajado, más disponible, y su movimiento se vuelve más fluido. Con el tiempo mejora la musculatura, la elasticidad y la calidad de los aires. En el jinete, se nota un asiento más equilibrado y mayor facilidad para comunicarse con su caballo. A veces me dicen que notan como si flotaran". "Mi trabajo va mucho más allá del ajuste técnico: se trata de identificar qué está pidiendo ese binomio y por qué. Lo importante es leer lo que está pasando entre ese caballo y su jinete", concluye Noelia Ruiz.