Fútbol

El Real Madrid, campeón de la Copa del Rey

Dos goles de Rodrygo tras dos jugadas de Vinicius dieron la victoria al Real Madrid contra un emocionante Osasuna

Con la profundidad, la insistencia, la rabia y el regate de Vincius; y con la armonía, el saber estar y el remate de Rodrygo, el Real Madrid de Ancelotti, como hizo ya en 2014, ganó la Copa del Rey, sumó un título más esta temporada y confirmó en una final lo que ya se sabía: que el futuro es hoy, que a los 22 años de los dos brasileños de ataque no hay que esperarlos más porque ya son lo mejor que tiene el equipo y dos de los mejores futbolistas del mundo. Ellos, principalmente, derrotaron a un Osasuna apasionado, que nunca se quiso rendir, un equipo que tuvo la pelota, sus ocasiones y mando en fases del partido. Pero que casi siempre fue por detrás del marcador y que no encontró remedio para Vinicius en ningún momento y que tampoco detectó a Rodrygo en los rebotes decisivos en su área.

El empeño de Arrasate, la dedicación de su equipo y la alegría de su afición, que desde el viernes fue llegando a Sevilla y que vivieron todo el sábado como una fiesta no fue suficiente. Ni siquiera tener la pelota durante largas fases del partido o rematar mucho los centros continuos desde la banda con los que hacían daño al Madrid. Fue emocionante Osasuna, pero no fue suficiente.

Porque casi nada es suficiente a para detener a Vinicius. Moncayola pasa ya a la lista de laterales derechos y defensas disminuidos por la electricidad del brasileño. Nadie le aguanta más de un round. Ni Araújo en el Barcelona, ni Moncayola, que antes de tocar la pelota, acompañado por dos compañeros, vio cómo Vinicius se iba de él con facilidad y después se marchaba de su compañero cerca del área. Su pase atrás, con algún rebote, llegó a Rodrygo. Aún se podía oír el eco de la «discusión» entre aplausos y silbidos por el himno de España cuando el Madrid ya llevaba un gol a favor.

Con ese peso tuvo que jugar Osasuna: buscar el gol e intentar tapar el agujero de la banda derecha, donde Vinicius iba, venía, se marchaba, mientras Moncayola sufría, veía la amarilla y esperaba que la energía con la que juega el brasileño del Real Madrid también jugase en su contra, por sus protestas al árbitro. Y pasó. Toda la gran primera parte del brasileño se tiñó por la amarilla que vio y por sus discusiones con los rivales. Le buscan y le encuentran. Lo que pasa es que cuando se pone a correr con la pelota, por más que le busca, no le encuentran.

Osasuna atacó, intentó aprovecharse de un Militao que no termina de despertarse, pero no llegó al gol hasta la segunda mitad. Antes, Carvajal le sacó una Abde y Alaba mandó un balón al travesaño.

La tendencia del partido: Osasuna con balón y el Madrid, a correr con los brasileños se acentuó tras el descanso, pero sin la segunda parte de la frase. El Madrid se fue echando atrás, porque Vinicius se tomó un respiro y Osasuna fue llegando, colgando balones cada vez más cerca del área, con más peligro, llegando a los rechaces y finalmente, marcando con un remate de Lucas Torró desde fuera del área, imposible para Courtois, porque sí, también hay cosas imposibles para el portero belga.

El Madrid no estaba bien, no había empezado bien la segunda mitad, más apagado en ataque, sin ebullición, recortado. Ancelotti quitó a Tchouameni, que no termina de dar la talla y pasó a Camavinga al centro. La solución podía pasar por ahí, pero lo más probable, por donde tenía que pasar era por donde sucedió: una carrera de Vinicius, siempre al acecho, siemproe concentrado y a lo suyo y un remate final de Rodrygo.

Osasuna ya no tuvo entusiasmo para más. Había que remar de nuevo y no le llegaba. El Madrid ya tiene un título de los buenos esta temporada.